Cuando el gol no aparece y la desesperación por el grito sagrado se acrecienta, lo mejor para apaciguar la crisis de identidad goleadora es la entrega. Eso es lo que implementó Lisandro Sacripanti, el artillero rojinegro que hace cuatro fechas que no puede convertir (el último lo hizo en la derrota ante Gimnasia en La Plata). Al Loco ayer no se le presentaron demasiadas chances para anotar. En realidad, casi nada. Durante todo el encuentro fue perseguido por los marcadores centrales, que no le regalaron el más mínimo espacio. Por eso ante la escasez de situaciones, el delantero casildense optó por colaborar con sus compañeros persiguiendo a los defensores ante cada salida velezana, obligándolos a rifar la pelota en la mitad de la cancha. Como lo hizo en el segundo tiempo cerca de la platea vieja, tirándose al piso en dos oportunidades seguidas y generando el reconocimiento de los hinchas leprosos a través de algunos aplausos. En su cabeza había un gol. Es lo que piensa constantemente y por lo que trabaja durante la semana en cada entrenamiento. Y ayer para poder cerrar una tarde perfecta tenía que mover la red de Leyenda. Pero las ocasiones no se le presentaron y nunca le surgió la jugada justa que le permitiera definir. Más allá de que no convirtió, Sacripanti supo suplir esa falta con sacrificio y entrega. Como para dejar en claro que no sólo puede aportar goles. Y para dejar en claro que el hecho de que se hable de traer algún delantero para el próximo torneo Clausura no lo desmotiva.
| |