El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acordaron ayer controlar en conjunto la marcha de las economías latinoamericanas, tras los atentados terroristas del martes 11.
El director ejecutivo del FMI, Horst Köhler, y los presidentes del BM, James Wolfensohn, y del BID, Enrique Iglesias, se reunieron a puertas cerradas para discutir el impacto de los atentados en la economía de América latina y las perspectivas de la región en el futuro inmediato.
Fuentes del BID revelaron que se analizó en particular la situación de la Argentina, sumida hace tres años en una depresión económica, y cuya crisis amenaza con contagiar a otros mercados latinoamericanos.
El vocero del Fondo, Francisco Baker, señaló que los máximos directivos acordaron que las tres instituciones continuarán reuniéndose en una base permanente para verificar el desarrollo de la economía más de cerca y para "discutir posibles acciones" en la medida que se empiecen a registrar consecuencias concretas de los atentados.
Los mercados latinoamericanos han sido duramente golpeados desde los ataques contra Estados Unidos la semana pasada.
Las bolsas de Brasil y Argentina volvieron a caer ayer mientras que el real brasileño se depreció hasta su mínimo histórico desde el momento de su creación den 1994. Otro de los países golpeados por la crisis es México, debido a que más del 80% de su comercio exterior se realiza con Estados Unidos.
Temor al contagio
Hasta el día de los atentados, una de las principales preocupaciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, el FMI, el Banco Mundial y el BID era la reestructuración de la deuda argentina, clave para evitar que la crisis en la que se ve envuelto el gobierno de De la Rúa afecte al resto de los mercados emergentes.
El jueves, el secretario del Tesoro norteamericano, Paul O'Neill, admitió que la cuestión argentina pasó a un segundo plano en su agenda, aunque señaló que de todos modos seguirán las acciones destinadas a reestructurar la deuda.
Los atentados en Washington y Nueva York cambiaron las prioridades norteamericanas debido a la incertidumbre que se apoderó de los mercados mundiales.
Con la caída de ayer, las Bolsas de Wall Street cerraron su peor semana en 201 años de vida. El Dow Jones perdió 1,68% y el Nasdaq 3,25%. En tanto, las tasas de los Bonos del Tesoro estadounidense fueron víctimas de un vuelo a lo seguro y cayeron hasta el 5,57% a 30 años.
Un informe de la banca de inversión Merryll Lynch, que pronostica que el mundo entrará en recesión en la última parte de este año, no hizo más que aumentar los nervios de los inversores.
Un sondeo realizado por la agencia Reuters entre las principales firmas de Wall Street recogió un nivel de pesimismo exasperado. Los inversores señalan que el crecimiento no volverá a hacerse presente en la economía estadounidense hasta la primera mitad del año 2002, mientras que la Reserva Federal volvería a recortar las tasas de interés, hasta llevarlas a su menor nivel en casi cuatro décadas.
De los 25 operadores primarios consultados, 24 dijeron que la mayor economía mundial ya está en recesión. "Hay una enorme nube de incertidumbre alrededor de las opiniones de todos sobre la economía", dijo Dana Johnson, directora gerente de Banc One Capital Markets en Chicago.
Un dato más que anecdótico es que Morgan Stanley, uno de los mayores bancos de inversión del mundo, redujo sus beneficios netos del tercer trimestre en 43%.
El impacto de la recesión estadounidense en el resto de las potencias, se hizo evidente ayer con el derrumbe de las Bolsas europeas y asiáticas. Después de que el presidente George W. Bush pronosticara un conflicto de largo aliento con el terrorismo, el índice Nikkei de la Bolsa de Tokio perdió 2,35% en una sesión en la que llegó a tocar sus mínimos en 17 años. El Banco Central debió intervenir para evitar una mayor apreciación del yen frente al dólar.
Europa se estremece
Las principales Bolsas europeas se derrumbaron estrepitosamente ayer, en consonancia con la reunión de los ministros de Finanzas de los Quince, que admitieron en una declaración la posibilidad de que el efecto de los atentados en la economía del Viejo Continente fuera mayor al esperado.
Esa incertidumbre la sintió el euro, que perdió posiciones frente al dólar, luego de más de una semana de recorrido alcista. Tanto el desplome de la moneda común como de las acciones tienen que ver con la decisión de los inversores de liquidar activos para pasarse a monedas más seguras en tiempos de conflicto, como el franco suizo y la corona sueca.
Esto permitió la recuperación del dólar, que se apreció 1,5% respecto de la divisa europea.