Mauricio Maronna
El gobierno consiguió, al menos, seguir sobreviviendo con un respirador artificial. La discusión para lograr la aprobación del plan de déficit cero durante la frenética madrugada del sábado hizo que los oficialistas llevaran hasta el paroxismo sus diferencias internas: los radicales festejaron una victoria mínima, pero victoria al fin, creyendo haberle torcido el brazo al ministro de Economía, Domingo Cavallo. Como contraluz, los aliados frepasistas se posicionaron en contra (con las excepciones de Darío Alessandro y Rodolfo Rodil). La parcelación del poder político sólo ofrece un mapa sombrío del devenir. Pero la novedad, que pasó inadvertida para la inmensa mayoría, fue la formación coyuntural de una nueva alianza, en este caso entre Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde. La Capital pudo saber que para evitar complicaciones a la hora de la votación por el piso de la poda a empleados públicos y jubilados, el gobernador bonaerense bajó la orden para que algunos integrantes de su bloque se retiren del recinto de sesiones. "Con todos los justicialistas sentados en sus bancas, hubiese sido muy difícil la aprobación", admitió a este diario un integrante de la Cámara baja. El gesto duhaldista tuvo su contraprestación en la Legislatura bonaerense, donde el justicialismo es minoría. Allí, los radicales le facilitaron el trámite a Ruckauf para que los Patacones pudieran salir a la luz (ver página 17). Con la Alianza hecha pedazos, el presidente Fernando de la Rúa no podía correr el riesgo de romper definitivamente amarras con la nomenklatura de la Unión Cívica Radical. Paralelamente, Cavallo (quien durante los últimos días tuvo durísimos choques con el radicalismo, los gobernadores peronistas y hasta con el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo) no estaba en condiciones de seguir en el centro del ring tirando golpes como un recio fajador. La encerrona política en la que sigue inmerso el gobierno pronostica nuevos frentes de tormenta. ¿Puede un Ejecutivo tan débil seguir peleando en la cubierta del Titanic con la UCR, el Frepaso, los gobernadores justicialistas, el sindicalismo y los talibanes del nuevo imperio llamado mercado? Pensar en una salida positiva con semejante escenario es tan insensato como esperar que nieve en primavera. Algunos diputados justicialistas decían ayer que, más allá de los maquillajes dialécticos que ensayaba el oficialismo, la sesión de trasnoche en Diputados marcó el quiebre definitivo de la Alianza. "En un momento del debate, los oficialistas tenían 17 sub-bloques", resumieron. El Frepaso hizo nuevamente su aporte a la confusión general. Mientras la inmensa mayoría de los diputados frentistas votaban en contra del proyecto, Darío Alessandro y Rodolfo Rodil se inclinaban por la abstención. Desde mañana, la canción que entonarán desde el poder seguirá siendo la misma: el gobierno pendiente de la evolución de los mercados y el riesgo país, y la Alianza jugando su eterna interna con el cavallismo. Nadie parece tener siquiera una linterna a mano para que, al menos en lo inmediato, aparezca una luz al final del camino.
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