La vuelta de la energía atómica

Funcionarios de la CNEA buscan recursos humanos para acompañar el nuevo plan nuclear

Patricia Martino / La Capital

La crisis energética a nivel mundial puso de nuevo en valor a la generación de electricidad a través de centrales nucleares. El gobierno nacional retomó este camino al reactivar el Plan Nuclear Argentino el 23 de agosto del año pasado, pero llevarlo adelante requiere no sólo recursos económicos sino la recuperación de capacidades científicas.

Norberto Coppari, jefe del grupo de Prospectiva y Planificación Energética de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y Jorge Giubergia, investigador de ese equipo de trabajo, estuvieron en Rosario esta semana para participar de un taller sobre reactores experimentales. La actividad, organizada por la Comisión y la Facultad de Ingeniería consistió en un programa de conferencias que finalizarán hoy en La Siberia.

Explicaron que la energía atómica aventaja a otras fuentes de generación, como la térmica (que debe alimentar las usinas con recursos naturales escasos como el petróleo o el gas), o la hidráulica, que tiene en contra principalmente el impacto ambiental es el principal factor en contra.

Pero la energía atómica tiene su historial y es quizás la que más pierde en materia de percepción pública. Masacres como la Hiroshima y Nagasaky o desastres como el de Chernobyl no ayudan. Sin embargo, Giubergia destacó “los usos benéficos en el área de la medicina y de la producción de la electricidad” que tiene esta tecnología.

Más allá de estos debates, la crisis energética le está dando otra oportunidad. Hoy la construcción de centrales nucleares crece en el mundo. Coppari mencionó que “el 80% de la generación eléctrica en Francia proviene de más de 54 centrales atómicas”. Japón tiene 52 y está planeando poner en marcha 10 más “a pesar de haber sido el país más afectado por el uso indebido de esta tecnología”. India tiene un plan de expansión muy grande y Rusia está pensando en sumar 40 mil Mw hasta 2050.

Factor económico. En cuanto al factor económico, señalaron, si bien la inversión para poner en marcha una central nuclear es alta, el costo de mantenimiento es bajo. Por estas razones, los representantes de la CNEA advirtieron: “La puerta para la energía nuclear está abierta”. En Argentina, “también aparece como una opción válida”, indicó Coppari.

El ingeniero trazó tres escenarios posibles para la Argentina de acá al 2025, de alto, medio y escaso crecimiento económico y, por ende, de demanda energética. “El de mínima involucra la necesidad de aportar 3 mil Mw nucleares de acá al 2025, el de máxima 8 mil Mw y el intermedio entre 5 mil y 6 mil. El de mínima mantiene la proporción de las tres fuentes mayoritarias: hidráulica, térmica convencional y nuclear, que hoy está en el 4% de potencia instalada y 8% de la generación. El de máxima contempla un plan nuclear más intensivo, donde además de centrales como la de Embalse, se necesita alguna otra con uranio enriquecido al 3,5”, señaló.

Giubergia consideró que “la expansión energética es tan grande que va haber lugar para todas las fuentes”. Sin embargo manifestó que el tema está en decidir cuál es la proporción que cubra cada fuente. “Lo óptimo es un tercio de hidráulica, un tercio de fósiles y un tercio de nuclear, más el 10% de renovables”, dijo.

Sea cual sea la estrategia, señaló el investigador, hay decisiones que deben tomarse ya. “Si prevés una central nuclear de acá a cinco años, hay algunas cuestiones urgentes”, señaló. Es el caso de la formación de recursos humanos y la negociación con proveedores.