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 domingo, 30 de septiembre de 2007  
Camino a la Rosada. Lavagna dice que el gobierno instaló en la sociedad la sensación del triunfo de su candidata
Lavagna: “El 28 puede pasar lo mismo que en Córdoba”
El ex ministro advirtió de la posible instalación de un triunfo oficial a través de los boca de urna

Walter Palena / La Capital

Roberto Lavagna transita su campaña electoral con una tranquilidad que va a tono con su hablar pausado y una personalidad que siempre contrastó con la estridencia kirchnerista, aun cuando era ministro de Economía del actual gobierno. Esa diferencia de estilo es la que pretende capitalizar del electorado moderado para las elecciones del 28 de octubre.

   El candidato a presidente de Una Nación Avanzada (UNA), coalición que comparte fórmula con el radical Gerardo Morales, advirtió sobre la estrategia que tiene el gobierno para instalar su victoria, un plan que emparentó con lo que sucedió en Córdoba. “La encuesta es un mecanismo prefraudulento porque instala en la sociedad la sensación de triunfo del oficialismo, como ocurrió en Córdoba. No hay que descartar que suceda lo mismo el 28 de octubre a las 18.05”, alertó en una entrevista con La Capital.

   Lavagna estuvo el jueves en Rosario en una escala de su carrera proselitista. Se mostró con los candidatos santafesinos a diputado nacional que llevan en listas separadas su nombre para la Presidencia. Lo acompañaron Adolfo Stubrin (por un sector que agrupa a radicales y peronistas) y Carlos Favario (democracia progresista). Sólo faltó Juan Carlos Millet, quien también va enganchado a su boleta por el radicalismo oficial.

   —El hecho de tener tres nóminas de candidatos a diputado que avalan su lista suma para su candidatura, pero resta hacia abajo...

   —Esto no necesariamente nos gusta, es una especie de ley de lemas encubierta, que en el largo plazo no es bueno para el sistema democrático. Pero forma parte de la realidad. El “que se vayan todos” del 2001 perdió la forma aguda que tuvo en aquel momento, pero todavía está ahí: no hubo una reconciliación de los partidos políticos y la sociedad. El tema es qué hace uno frente a eso. El presidente quiere enterrar los partidos y armar su propia ingeniería. Nosotros creemos que hay que rescatarlos metiéndole mucha juventud, y es lo que estamos haciendo en todo el país.

   —La elección se definirá en gran parte por el peso de la provincia de Buenos Aires. ¿Otra hubiera sido la historia si no se eliminaba el Colegio Electoral?.

   —Probablemente. Nunca me gustó la reforma electoral del 94, pero ahí está y hay que respetarla.

   —¿Qué explicación lógica tiene la manipulación de los números del Indec cuando la realidad marca otra cosa?

   —Mire, cuando usted comete una violación muy grande de algunas normas, está abierto para seguir haciéndola. Empezaron con precios, siguieron con pobreza e indigencia, con distribución del ingreso, con empleo, y ahora ya están fabricando las cifras del nivel de producción. Por decreto, este año el PBI no puede caer del 8 por ciento. La realidad va a estar en el 6 por ciento. Hay un punto que se pierde solamente por la crisis energética.

   —Mientras usted recorre las ciudades del interior, la candidata oficial hace campaña en el exterior. ¿Con esa estrategia solamente le basta?

   —Si le basta o no, lo sabrán ellos. Pero creo que tiene sus riesgos: las fotos en el exterior no son gratis. La foto en España costó la promesa de un aumento de tarifas. La foto en Alemania costó mirar para otro lado frente a una empresa como Siemens, que ha demandado a la Argentina, ha ganado en primera instancia y, cuando la Argentina apela, la candidata oficial visita la empresa. No son cosas menores.

   —¿Cavallo volvió al ruedo para hacer campaña sucia, como usted deslizó?

   —No nos vamos a ocupar de ese personaje. Es todo demasiado obvio.

   —Una de sus propuestas es mantener el dólar alto. ¿Esto no va en detrimento del asalariado?

   —Depende de qué asalariado. Si es uno que consume en Miami, sí, pero si es uno que consume en Argentina, no. El dólar alto protege a la industria; el dólar bajo destruye el trabajo, que es lo que pasó en los noventa.

   —¿Esta manipulación se va a reflejar en las urnas en octubre?

   —Creo que va a haber un castigo, pero que no tiene que ver sólo con la manipulación de los índices. El problema principal es la inflación, que se ha acelerado mucho, y eso se nota. A qué ama de casa le importa el índice que diga el gobierno si sabe cuál es la realidad. Está el “efecto changuito”: cuánto metía antes y cuánto ahora cuando va al supermercado.

   —¿Cómo explica entonces que Cristina siga teniendo las preferencias del electorado en las encuestas?

   —Son encuestas macaneadas, son un dibujo total.

   —Aun así todos coinciden en que la pelea es por el segundo lugar.

   —Esa es la versión oficial y, en todo caso, lo vamos a saber el día 28. No nos dejemos arrastrar por un mecanismo que es prefraudulento.

   —¿Por qué?

   —Porque instala la sensación de triunfo del oficialismo. El caso de Córdoba lo explica. El primer paso es decir durante un mes que gana el candidato oficial. El segundo paso es el sondeo a boca de urna que lo confirma. El tercero, el propio candidato sale a las 18.05 y dice que ganó. El cuarto son los medios de comunicación amigos, sobre todo los audiovisuales, que a las 21.30 dan las proyecciones con escasos votos escrutados.

   —¿Esto puede pasar en las presidenciales?

   —Por supuesto, no hay que descartar eso a las 18.05. Por eso mismo hay que estar muy atento y hay que advertirlo, porque el mecanismo es que se levanten los fiscales.

   —¿Hay un interés del gobierno por levantar la figura de Carrió para restarle chances a usted?

   —Es que ellos han elegido la fórmula propia y la que puede competir en un ballottage. Para ser más preciso, la semana pasada nos levantaron de dos programas de televisión, y no de los menores, sino de los más importantes. Basta ver lo que pasa en los diarios para darse cuenta, porque con Carrió le resulta más fácil: es una estructura de derecha, con propuestas de derecha, sin experiencia de gobierno, con lo cual lo empareja con la candidata oficial.

   —¿Propuesta de derecha?, pero si tiene al Partido Socialista como sostén.

   —Es un frente de izquierda con corazón de derecha. Era un frente que iba a ser con alguien indiscutiblemente de derecha (por López Murphy), después aparece el Partido Socialista, y a la semana presentan un programa económico de derecha. Carrió dice que hay mucha demanda y hay que enfriar la economía. En inflación hay dos recetas que en la Argentina se han usado y no sirven para nada: la receta patovica, que es la del gobierno, y la receta de la derecha, que dice que hay que enfriar la economía, cuando la clave es hacer lo que nosotros hicimos en el 2002, que es combinar crecimiento con estabilidad.

   —¿Cuáles son los lineamientos que plantea en política exterior?

   —En la región, con Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, que es el Mercosur original. Si está Venezuela, bienvenido, pero con la agenda del Mercosur, no con la agenda de (Hugo) Chávez. La propuesta que hizo Chávez el día que firmó el tratado de ingreso, que todavía no fue aprobado, fue la de crear un ejército sudamericano. ¡Cómo alguien cree que nuestros países, con los dificultades que tienen, están para semejante pavada!

   —Otro de los problemas que va a heredar es el conflicto con Uruguay. ¿Cómo lo piensa solucionar?

   —En la práctica, eso ya está, la fábrica está ahí lista para funcionar. Lo que debemos hacer es aceptar la oferta de controlar las plantas. Uruguay le había ofrecido a la Argentina el control conjunto en la fase de construcción y durante la operación.

   —¿Qué es que lo que falló?

   —Cancillería, que dio el okey. Si usted toma la memoria de Cancillería del año 2004 va a ver que entre los éxitos de la gestión se incluyen los acuerdos con Uruguay por esta controversia. También está en los discursos del presidente. Ahora lo están sacando de todos lados, pero los uruguayos lo tienen. Y lo primero que hicieron cuando se llevó el caso al Tribunal de Justicia de La Haya fue presentar eso. Error del gobierno argentino a un acto, por qué no decirlo, inamistoso del presidente saliente de Uruguay Jorge Batlle. Estaba todo para arreglarse, porque el propio Tabaré se había opuesto a la pastera y sólo bastaba que se sentaran en una mesa para discutir su relocalización. Pero la agresión tonta que hace Busti, y en la que se engancha el gobierno nacional antes de las elecciones del 2005 creó todo este desorden.
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Roberto Lavagna visitó Rosario, donde volvió a criticar al gobierno.

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