Droga, drama que avanza

Fue el tema de la semana en la ciudad: el letal hábito de aspirar pegamento se cobró la tercera vida en 17 días. Las tres víctimas compartían rasgos que en sí mismos constituyen un crudo retrato de una sociedad que expulsa hacia sus más terribles márgenes a numerosos chicos. Ninguno estaba escolarizado ni trabajaba, y sus días transcurrían en el marco de la más absoluta pobreza.

Se trata de una realidad surgida de las entrañas de la crisis: la ciudad recibe el flujo inmigratorio de provincias norteñas donde el nivel de vida es, para amplias capas sociales, paupérrimo. En la urbe encuentran, si es que así puede decirse, mejores condiciones que en su ámbito natal. Y como pueden, sobreviven. Pero la marginalidad en que se hallan sumidos es el caldo de cultivo ideal para el consumo de sustancias que les producen un placer instantáneo y los condenan simultáneamente a muerte o a graves daños físicos y psíquicos.

El jefe del área de Farmacología y Toxicología de la Universidad Nacional de Rosario, Juan Carlos Piola, lanzó una frase contundente para describir el fenómeno: "Esto ya tiene visos de epidemia".

La sociedad rosarina no puede desentenderse y mirar hacia otro lado. El Estado debe buscar soluciones a tan cruel drama y la palabra clave para comenzar a resolverlo no es otra que integración. La educación y el trabajo –no los subsidios, que muchas veces terminan siendo contraproducentes– son los caminos que deberán recorrerse para comenzar a salir del desastre.

Urge actuar ya.