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 sábado, 16 de junio de 2007  
Centenario: los pacientes con HIV se tratan entre la humedad y la mugre
"Nadie puede ser atendido en esas condiciones", reconoció el propio director del efector

Eugenia Langone / La Capital

El frío y la humedad no son el peor padecimiento para los infectados con el virus del HIV que se atienden en el subsuelo de la sala 5 del Hospital Centenario. El olor es nauseabundo y los pacientes deben convivir además con la falta de higiene; que incluye papeles, colillas de cigarrillo, cajas de remedios, restos de guantes de látex y hasta de vómito que quedaron esparcidos en el pasillo de la sala de espera.

La ventilación no existe e incluso dentro del consultorio reinan las manchas de humedad. "Hay gente que viene todos los días a atenderse en este lugar. Llegan a juntarse 20 personas en esta sala, donde uno puede agarrarse cualquier cosa", señaló Roberto Durán, integrante de la Red Rosarina de Personas Viviendo con Sida, y quien acompañó a LaCapital a recorrer el increíble sitio en el que reciben atención médica.

Las personas que conviven con el HIV son atendidas desde hace un año en esa lúgubre sala. Anteriormente el servicio funcionaba en la sala 13 del hospital, pero ese sector fue remodelado y ahora lo ocupa la Dirección.

El propio director del Centenario, Carlos Prada, reconoció ayer que "nadie se puede atender en ese lugar y en esas condiciones", y aclaró que "se está trabajando desde hace dos meses en la reubicación del servicio, que se va a concretar en poco tiempo más". Sin embargo, admitió que "nada justifica la suciedad, sobre todo porque acá hay un área de mantenimiento. Vamos a averiguar qué es lo que está pasando", prometió.


Por dentro
Roberto Durán se atiende en el Centenario desde hace siete años cuando le detectaron la enfermedad y asegura que ese lugar es una cosa horrorosa no hay otras palabras LaCapital pudo constatarlo ayer

Ya antes de bajar al subsuelo de la sala 5 el panorama no es de lo mejor: trozos de mampostería en el piso, paredes descascaradas y escritas por todos lados forman parte de la primera impresión. Pero al descender las escaleras todo empieza a ponerse peor. Allí hay restos de residuos que, según dicen los pacientes, "llevan semanas"; y además comienza a sentirse la humedad, el frío y un intenso olor.

Cinco sillas en medio de un pasillo conforman la sala de espera, que lejos está de ser un lugar aséptico. Sobre el piso no sólo hay restos de papeles, cajas de medicamentos y colillas de cigarrillos; sino que además se ven vestigios de un vómito que lleva días secándose en el lugar y manchas oscuras que no se sabe de qué son.


Sin ventanas
El olor a pis de gato es insoportable sobre todo porque en el lugar no hay una sola ventana que permita el ingreso de aire Es más quienes concurren asiduamente a la sala aseguran que también suele haber excrementos de estos animales ya que deambulan por allí con total tranquilidad

"Esos excrementos transmiten toxoplasmosis, y acá cuando hay 25 personas, muchas de ellas con las defensas bajas, te agarrás cualquier cosa", apunta Durán y lanza una pregunta: "Más allá del derecho a una atención digna que nos merecemos, ¿no es más barato para el Estado tener esto limpio que tener que pagar después los tratamientos de los pacientes que se enferman ahí adentro?".

Junto a la sala de espera y detrás de una reja, hay un pasillo donde se acumulan del piso al techo cajas de papeles y expedientes que "juntan mugre. Ahí atrás hay arañas y puede salir cualquier cosa", señala Durán.


La farmacia
También en ese lugar funciona la farmacia que abastece a los pacientes que están en tratamiento En una pequeña oficina se almacenan los medicamentos que como rezan los prospectos deben ser conservados en un lugar fresco y seco Justamente lo que abunda allí es la humedad y tanto pacientes como empleados aseguran que los días de lluvia el agua cae por las paredes

Como el sitio "no es óptimo" para almacenar las drogas, los encargados intentan no tener muchos remedios en stock para que se perjudiquen por las circunstancias. Y la heladera que tienen para conservar los medicamentos que deben permanecer en frío tiene varias décadas y no fue provista ni por el Programa Provincial de Sida ni por el Ministerio de Salud de Santa Fe, sino que fue una donación.

Como si fuera poco, los remedios sólo pueden retirarse por la mañana y hasta las 12. Si bien en principio el programa había anunciado la presencia de dos farmacéuticas en el lugar, hasta el momento sólo hay una y por la tarde la oficina permanece cerrada. Ahí tampoco abunda la limpieza.

Las condiciones del consultorio donde los pacientes son atendidos no son mucho mejores. Tampoco hay ventilación y sólo una pequeña pantalla a gas sirve para combatir el frío y la humedad. l
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