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 domingo, 15 de abril de 2007  
El Pami Rosario sumará 43 mil nuevos afiliados
Las largas esperas son diarias. Los jubilados, resignados, sienten impotencia ante la eterna burocracia

Unos 43 mil nuevos jubilados ingresarán a la obra social del sistema previsional en la ciudad de Rosario para comenzar a compartir una estructura de servicios que cuenta con 257 camas propias y que no amplió su capacidad para la nueva situación. Las cifras preocupan si se piensan como demanda adicional a la de los 102 mil afiliados que ya tiene el Pami local, quienes aseguran que están lejos de conseguir respuestas en la institución. En toda la provincia los nuevos jubilados sumarán 107 mil.

Cinco años para conseguir un audífono, 360 días esperando por una operación de cataratas, un mes de espera para ser atendido por un especialista, cuatro horas sentados o parados para recibir un cupón que les permitirá, recién a los 10 días, ir a la farmacia y conseguir un medicamento. Esto es sólo una muestra del "vía crucis" que recorren a diario cientos de miles de afiliados al Pami para lograr lo mínimo indispensable: que se atienda su salud.

¿Qué pasará entonces cuando demanden prestaciones las 107 mil personas que pasaron a retiro desde agosto a diciembre del 2006? El sistema arrastra problemas desde hace décadas y sigue resquebrajándose. Los empleados no dan abasto para atender a las más de 100 personas que por día acuden desde las primeras horas de la mañana a la sede de la Unidad de Gestión Local IX del Pami.

Sin embargo, fuentes cercanas a la directora ejecutiva del Pami nacional, Graciela Ocaña, desestimaron el problema. "Para el Pami no implicará un gran impacto porque los abuelos pueden optar por usar o no el sistema previsional", argumentaron. Ante esta afirmación cabe preguntarse qué opciones tendrán disponibles los jubilados cuando, se sabe, es casi imposible que una obra social acepte a una persona mayor de 65 años.

el máximo nivel del Pami, a cargo de Graciela Ocaña y según el director local de esa institución, Juan Carlos Achilli, las respuestas no fueron mu La Capital consultó al máximo nivel del Pami, a cargo de Graciela Ocaña y al director local de esa institución, Juan Carlos Achilli, para conocer las previsiones tomadas frente al aumento masivo de afiliados que produjeron las nuevas oportunidades de jubilarse. "La atención en el Pami no sufrirá ningún impacto y que están asegurados los servicios", aseguraron.


Un sentimiento común
En este país ser jubilado es ser basura definió con profunda tristeza Antonio Amoros de más de 80 años quien aún tiene fuerzas para pelear por lo que le corresponden Después de una vida de trabajo cobra la jubilación mínima nos convertimos en mendigantes cada vez más despojados". aseguró.

A partir de octubre de 2006 comenzaron a promocionarse nuevas jubilaciones para quienes no hicieron los suficientes aportes para lograr un haber jubilatorio (ver aparte). Si bien esto benefició a miles de personas abrió una incertidumbre sobre la capacidad operativa del Pami para dar respuesta. "La atención está garantizada, todo el tiempo estamos con nuevos médicos y prestadores, no habrá impacto", explicó una fuente de la institución que prefirió no identificarse.

Mientras tanto, en la sede local fueron los propios empleados quienes explicaron que el personal es el mismo y que ya atendían a 100 personas por día. "No damos abasto", dijeron. Ya están calculando los miles de nuevos afiliados que se sumarán a los 120.160 que ya hay en la ciudad.


Engorrosa afiliación
A partir de la fecha en que se presenta el trámite de jubilación el beneficiario comienza a percibir el descuento por la obra social que es del 13 por ciento y que por cierto no podrá comenzar a utilizar hasta después del engorroso trámite de afiliación

Para incorporarse al Pami, un jubilado deberá sortear obstáculos que le demandarán unos cuantos dolores de cabeza, sumados a las dolencias por las cuales se ve obligado a afiliarse a la obra social.

Pedro Frías tiene 66 años y un grave problema intestinal. Salió a las cinco de la mañana de su casa, para afiliarse en las oficinas de San Lorenzo al 900. El es uno de los "nuevos" jubilados que trabajó toda la vida en la construcción y sin que se le hicieron aportes. Ahora percibe la mínima, 530 pesos, menos los 200 pesos por mes que le descuentan para "solventar" los años que no aportó. No es la primera vez que acude a las oficinas del Pami, ya lo hizo otras veces pero no resistió la espera "me pongo muy nervioso y me hace mal por eso ahora vengo con mi esposa".

Otro de los que espera para ser atendido es Felipe Monzón, de 69 años, quien llegó antes del alba. Comenzó a cobrar la jubilación en noviembre y todavía no pudo afiliarse. Llegó a las 6.30 a las puerta de las oficinas administrativas y a las 7.30 consiguió un número. Adelante de él ya había 45 personas.

"Ya ves como atienden aquí", dijo Roberto, de 75 años, lamentándose "de los tres boxes habilitados, uno de los empleados se fue a tomar el desayuno". Mientras tanto otra de las empleadas los apura, aplaudiendo dice "vamos chicos que cambió el número".

Para Mercedes Morales la queja no es muy distinta. "Vine 800 veces y mi marido está discapacitado". Además sale temprano de zona sur y lo hace con miedo porque todavía es de noche. Pero eso sí, la mujer está segura de que hasta las 2 de la tarde no me voy", subrayó.


Los mejor los médicos
Esto es un desastre afirmó irrebatible Natalio Angel Montedoro quien esperaba un turno para el traumatólogo en la sede de Pami de Sarmiento al 400 Si bien ahora se extendió el horario de entrega de turnos los abuelos se quejan de que para consultar a un médico deberán esperar más de un mes A mi me dieron 45 días para la neuróloga confirmó Montedoro Eso sí todos alaban a los médicos

"Aquí la atención es lenta pero los médicos son de lo mejor", declaró Sara Montenegro que fue operada en el Pami, tiene un marcapasos y pudo hacer la rehabilitación. "No tengo ninguna queja para con los profesionales que son excelentes", dijo. A sus palabras se añadieron las de María de Paul, de 67 años, que está más que conforme con su médico de cabecera. "Hay que tener paciencia", remató un hombre a su lado de 83 años que añadió que "a mí siempre me atendieron bien".


Todo por un medicamento
La entrega de remedios merece un capítulo aparte Según comentaron los mismos jubilados antes se hacía en cada centro de jubilados pero ahora todo se concentró en San Lorenzo al 900

Ahora, los abuelos deben concurrir al subsuelo de la UGL IX con la orden del médico. Allí, después de cuatro horas de espera, les entregarán un cupón y a los 10 días deben volver para conseguir la orden autorizada para recién entonces, ir a la farmacia del barrio y recoger sus medicamentos.

"Esto es mucho sacrificio porque tenemos que venir muy temprano para conseguir un número", manifestó una mujer que tiene una enfermedad crónica y que debe repetir la odisea cada tres meses. "Sin embargo, no me alcanza lo que me dan", continuó, y dijo que el resto debe pagarlo con su magra jubilación.

"Aquí los muchachos hace lo que pueden", agregó otra mujer mientras señalaba a los tres chicos que tenían que atender a más de 160 personas. "El problema en realidad es el sistema que debe agilizarse". "Sí, es verdad", manifestó María Guerrero que se sumó a la conversación y agregó que "nos hacen esperar mucho y parece que venimos a mendigar".

Por su parte, Ramón Atrio, fue contundente, está cansado de que lo pasen de un sanatorio al otro. "Yo tengo 75 años, ya me había acostumbrado a mi médico de cabecera y ahora me trasladaron al sanatorio Güemes donde hay muchísima gente y ni conozco al médico", se lamentó.

"Yo ya no me enojo", declaró Juan Carlos Rodríguez, "me operaron del corazón y veo que a nadie le importa nada, entonce debo cuidarme", dijo con ironía.

En las esperas, los abuelos tiene un don especial. No hay quien esté callado. Todos conversan y comparten experiencias. Al final las largas esperas en el Pami terminan sembrando amistades. Se percibe que la experiencia de los años logra sacar provecho a la trágica realidad que les toca vivir.


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Los jubilados atiborran todas las mañanas el local de San Lorenzo al 900.

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