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 domingo, 01 de abril de 2007  
"Defiendo la vida de los míos como si fuera una guerrera con fe"

Sentada junto a sus hijos sobre el colchón de evacuada, una mujer morena de presencia cuidada habla de Amado Nervo y se anima con una poesía sobre la vida. Intenta un relato diferente en medio de un trajinar de emergencia y esa paradoja estremece. Viene de al lado del Ludueña, lugar al que llegó empujada por la crisis y la desventura. "Nos remataron una casita en Soldini, después vivimos con familiares, en una pensión y ahora estamos a una cuadra del arroyo tratando de salir adelante otra vez", relata Silvia Chanampa.

Como tantos de sus vecinos del barrio Toba, decidió abandonar su casa de chapa y piso de tierra en Garzón 1680 bis. "Mi marido dijo: «Vayanse porque este arroyo en cualquier momento puede desbordar»", cuenta la mujer. Y esa misma noche, en medio del barro y de la lluvia, buscaron refugio en el Centro María Madre de la Esperanza de la hermana Jordán. También, como tantos otros hombres del lugar, su esposo Ricardo se quedó a cuidar lo que tienen y que consiguieron después de trabajar como cartoneros.


Otros tiempos
Pero hubo un tiempo en que las cosas fueron diferentes El fue colectivero camionero y taxista hasta que un accidente lo dejó con secuelas importantes Ella trabajó durante años como ayudante de enfermería después de graduarse en la Cruz Roja Cuando la familia recién comenzaba a formarse intentaron tener una casa propia en Soldini que la crisis devoró cuando no pudieron pagar el crédito tomado El mismo dueño de la financiera que nos dio el crédito remató la casa contó la mujer

A partir de ahí vivieron con familiares, en pensiones y en predios prestados, hasta llegar al borde del Ludueña. Pero el drama de la falta de vivienda no fue el único. En el medio perdieron dos hijos, en 1992 murió un bebé en medio de un brote de meningococo y otro hijo de siete años falleció por una enfermedad terminal. Rearmados, con fuerzas que no sabe de dónde saca, una vez más se aprestó a timonear a su familia para salir adelante.

Ahora sólo espera volver a su casa y, como todos los días después de dejar sus hijos en el comedor de la escuela del barrio, salir con Ricardo a buscar cartones por Alberdi y Rondeau, con lo que sacan unos 15 pesos por día. "Debería mejorar el precio y la balanza", sugirió.
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La mujer es cartonera y debió salir de su casa cuando el Ludueña se ensañó e inundó su casa en Garzón al 1600 bis.

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