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 sábado, 02 de diciembre de 2006  
El lugar pertenecía a la congregación italiana de Padres Escalabrinianos
Cerró un hogar de tránsito y 17 mujeres con sus hijos se quedaron en la calle
Aseguran que no se pudo seguir sosteniendo la entidad con los "escasos y retrasados" subsidios estatales

Laura Vilche / La Capital

"No tengo a dónde ir con mis hijos". La frase estaba ayer en boca de cada una de las 17 mujeres que quedaron hace dos días en la calle con toda su prole tras el cierre del Hogar de Tránsito Santa María Migrante de la Rocca, ubicado en zona oeste (Pasaje Marconi 2040). Un espacio que funcionaba desde hacía 21 años, que le pertenecía a la congregación italiana de Padres Escalabrinianos y que sobrevivió con la ayuda de privados y de Cáritas. Cobijaba gratuitamente a madres desprotegidas a causa del desempleo, desalojadas, golpeadas o derivadas por la Justicia, pero anteayer debió cerrar sus puertas porque no podía funcionar con los subsidios que, "escasos y retrasados", les otorgaban el municipio (3.600 pesos trimestrales) y la provincia (11.500 pesos bimestrales).

Así lo aseguró la ex directora, Olga Jordán, quien agregó que "el Estado se desentendió de estas mujeres y todas las que cada vez más necesitan lugares de contención como este hogar".

Claro que tampoco hubo hasta ayer autoridad del Arzobispado local que se hiciera eco del cierre de esta entidad católica. Y eso llama la atención si se tiene en cuenta que en 2000 se refaccionó gran parte del inmueble con lo recaudado en una colecta que organizó el ex arzobispo Eduardo Mirás.

"Les estamos buscando un lugar para ellas y sus hijos, pero no es fácil reubicarlas: acá hay dos embarazadas, una mujer ciega con su niñita de 2 años, varias con más de un hijo y hasta una abuela de 88 años a quien le dimos techo y la ayudamos a tramitar su jubilación porque no tenía dónde ir, esto es un golpe muy duro y abrupto para todas ellas", señaló Jordán.


Dormir en la calle
Melina, de 30 años, Alejandra de 33 y Fabiana de 35, no sólo tienen en común un destino incierto. Comparten la experiencia de haber dormido en la calle antes de encontrar resguardo en el hogar. "A mí me echaron del trabajo, no puedo alquilar y ahora estoy de ocho meses, ¿me querés decir dónde voy?", le preguntó Melina a este diario.

Alejandra tiene dos hijos, uno de 12 años y otro de 9, y llegó allí cuando se cerró la pensión donde vivía. Y Fabiana es mamá de seis. Dos nenas viven con ella y el resto con su suegro, el padre del hombre que la golpeó hasta que ella decidió salvar su vida. Dijo que alguna vez llegó a dormir tres noches en la Terminal de Omnibus con sus chicos. Y no quiere ni pensar en la sola idea de que esa historia se repita.
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Melina, Alejandra y Fabiana no saben dónce encontrarán albergue.

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