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 sábado, 02 de diciembre de 2006  
Viajeros del tiempo

El pirotécnico rosarino Coviello. Mañana el vecindario de la plaza Santa Rosa y cuadras adyacentes tendrá un nuevo simulacro de bombardeo. Coviello es un implacable pirotécnico, un amateur que si dispusiera un minuto de la omnipotencia cambiaría la materia de los orbes por dinamita para estrellarlos luego en fragor horrísono. Coviello es el sumo sacerdote del estruendo y en los sonoros sacrificios que brinda a la corte celestial, previa oblación de los devotos, ha dejado elementos integrales de su personalidad popular y está en camino de dejar también sus esperanzas de llegar a centenario. Se nos antoja que las santas vírgenes, que llegaron a su apoteosis a fuerza de recogimiento, han de agradecer poco esos signos de culto demoníaco, trasunto pálido de una escena infernal. Pero sin acudir a los cánones ni a expedientes místicos, creemos oportuno que la Intendencia ponga coto a tales atronadoras salvas que el incomparable Coviello preside en combinación verosímil con los fabricantes de vidrios, con los de algodón en rama y los de aspirina en frascos gordos.

Agua sin presión. Durante el incendio del aserradero de los señores Lorenzo y Francisco Scarabino, dueños también de la gran mueblería instalada en la calle Libertad entre San Luis y Rioja, ocurrido antenoche, se ha comprobado por la autoridad policial que en las cañerías de aguas corrientes no había presión alguna, contrariando una cláusula expresa del contrato público que esta empresa tiene con la municipalidad, y lo que anuló la acción eficaz del cuerpo de bomberos, el que no pudo hacer funcionar sus mangueras para salvar a ese establecimiento presa de las llamas. Cuarenta minutos tuvieron que esperar los bomberos desde que se dio aviso a esa empresa hasta que hubo en las cañerías la presión suficiente como para actuar. Esperamos que se tomen las medidas necesarias como para que no se repitan casos como el enunciado.

¡Justicia! Se van generalizando los casos de diplomáticos extranjeros que se quejan de la Justicia de este país. No hace mucho la prensa inglesa se refirió en forma hiriente respecto a la Justicia argentina y ahora también el ministro de Francia demanda informaciones al respecto. Es muy probable que dentro de poco tiempo nos pinten como des indiens qui mangent les enfants al asador au nom de la Justice(*) y otras lindezas por el estilo. ¿Cómo hemos de evitar tales cosas? Muy sencillo: castigando a los criminales, aun a los que aparecen revestidos de funciones criminales o policiales, con todo el rigor de la ley. Los criminales no pueden ser ni deben ser jueces ni policías. Para ellos la cárcel y el menosprecio público. El compadrazgo, la compensación por servicios electorales, el deseo de acomodar a los amigos o a los amigos de los amigos, debe ser relegado al olvido. Sólo así la Justicia podrá manifestar toda la majestad de que es capaz y se nos respetará en el exterior.

(*) Unos indios que comían a los chicos al asador en nombre de la Justicia.

Investigación y realización Guillermo Zinni ©

Fuente: La Capital
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