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 domingo, 30 de julio de 2006  
30 años de silencio. Homenajes en La Rioja, Córdoba, Rosario y la Casa Rosada. El Episcopado participará de lso actos
La vigencia de Angelelli desafía al encubrimiento
Exigen juicio y castigo a los responsables de la muerte del obispo. La causa se reabrió por homicidio en 2005

Alfredo Montenegro / La Capital

"Angelelli fue asesinado por su compromiso con los pobres, por esa prédica que él definía con «un oído puesto al Evangelio y el otro al pueblo»", dice Marilé Cosiano, sobrina del obispo muerto el 4 de agosto de 1976 en La Rioja. La causa, que había sido archivada como "accidente fatal", se reabrió en 2005 con la carátula de "homicidio calificado", pero aún no se llegó a una sentencia final.

A treinta años del "encubrimiento del asesinato", como fue denunciado el hecho por los obispos Jaime de Nevares, Jorge Novak y Miguel Hesayne, Enrique Angel Angelelli será recordado con diversos actos en Córdoba, La Rioja, Rosario y en la Casa Rosada. Además, el próximo viernes -jornada declarada de duelo nacional-, el cardenal Jorge Bergoglio y treinta obispos oficiarán una misa en la catedral riojana.

Sobre ese pronunciamiento eclesial, la sobrina del religioso cordobés remarcó: "La jerarquía de la Iglesia debe admitir que silenció el crimen y que Angelelli fue asesinado por los poderosos que lo perseguían".

"Para mí fue un compinche, compañero y como un padre. Teníamos una relación muy cálida y nos inculcó cosas muy lindas", indicó a La Capital la cordobesa de 55 años.

"A pesar de su intensa actividad, estaba cerca de la familia. Era alegre y sabía escuchar. Cuando yo tenía 9 años, mis padres se separaron, entonces el Pelado nos acompañó y asumió la paternidad. Eramos tres hermanos y nos marcaba los errores, pero respetaba nuestras determinaciones aun sabiendo que podíamos equivocarnos", recuerda.

Y resalta que su tío les decía: "No quiero que nadie sufra, pero tras un golpe debemos levantarnos, sacudirnos los dolores y seguir caminando".

"Siento orgullo por él, pero me costó mucho ser su sobrina. Soy católica, pero de la Iglesia que dice la verdad y no silencia. Fui misionera en villas, con las monjitas, pero tras el crimen de mi tío me alejé con mucha bronca", subrayó.


Del Vaticano a las villas cordobesas
Hijo de inmigrantes italianos, que residían en un barrio cordobés, Enrique Angelelli nació el 17 de junio de 1923. Ingresó al seminario Nuestra Señora de Loreto a los 15 años, luego fue enviado a terminar sus estudios en Roma.

A los 26 años fue ordenado sacerdote (1949) y dio su primera misa en la basílica de San Pedro, del Vaticano. Se especializó en Derecho Canónico y regresó a Córdoba.

Inició su labor en la parroquia San José de Alto Alberdi, fundó la Juventud Obrera Católica y fue asesor de la Juventud Universitaria Católica. Allí, al recorrer las villas, orientó su pastoral junto a los pobres.

El Papa Juan XXIII lo designó obispo auxiliar de Córdoba y en marzo de 1961, trabajadores y vecinos de las barriadas acompañaron a la consagración del Pelado en la catedral.

Pero fue resistido. Tras participar en conflictos gremiales y trabajar con curas que buscaban renovar la Iglesia, en 1964 fue alejado del cargo. Ese año participó en el Concilio Ecuménico Vaticano II.

El Papa Pablo VI lo designa en 1968 obispo de La Rioja, donde profundizó su compromiso y enfrentó "a la usura y a los poderosos que regenteaban la venta de droga y la prostitución", recuerdan sus biógrafos. A inicios de 1976 denunció persecuciones y asesinatos de curas a manos de la dictadura. Llevó sus reclamos ante el general Luciano Benjamín Menéndez, comandante del III Cuerpo de Ejército, quien por toda respuesta le dijo: "El que se tiene que cuidar es usted".
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Angelelli, con "un oído en el Evangelio y otro en el pueblo".

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