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 domingo, 30 de julio de 2006  
Hay vida más allá de los Tribalistas
La artista carioca no imagina el futuro sin Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown

La proyección internacional de Marisa Monte supone etapas de consolidación no sólo de su propuesta musical, sino de una estética de porte académico que, paradójicamente, va continuamente de la calle al estudio. Las mayorías de Latinoamérica se embelezaron en 2003 con una carioca de blanca languidez, cabello muy largo y una voz de tono amable entrenada desde la adolescencia y hasta en conservatorios italianos. Fue el año de los "Tribalistas", un trabajo que amalgamó la diversidad de los sonidos de Brasil en un trío compuesto por Marisa, Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown. La carioca, el paulista y el bahiano alcanzaron las masas con un disco que fue un éxito de ventas, junto al single "Já sei namorar" y, como broche de oro, ganó el premio Grammy latino al mejor álbum del año. Tanta exposición, tanta gira y roce de fuertes personalidades puso en duda la continuidad del emprendimiento. Porque se trata de mucho dinero.

"El futuro por ahora de los Tribalistas son nuestros propios trabajos. En estos dos discos míos hay 14 canciones nuevas. La cuestión se vuelve más íntima, más confortable", susurra la cantante casi introspectiva. Y vuelve al tema con una mueca sonora que delata risa: "Todos nosotros sobrevivimos a los Tribalistas muy bien. Por no haber tenido ningún tipo de desgaste en la relación entre nosotros".

Y sin bien no hay "Tribalistas II" a la vista, la relación entre Marisa, Arnaldo y Carlinhos sigue siendo fructífera: "Componemos mucho juntos; yo grabo las canciones nuevas de ellos y ellos también graban conmigo, y otros artistas también graban con nosotros". La llama "continuidad natural" y la define: "Estamos profundizando nuestras relaciones como compositores, seguimos compartiendo una historia común feliz y seguimos en contacto a través de nuestros trabajos individuales de hoy en día".

Pero esta última etapa de proyección hacia afuera de Brasil no hubiera sido posible sin dos estaciones anteriores. Una exterior y otra interior. Es que Marisa Monte ya estaba en las vitrinas de las disquerías cool de las capitales de Estados Unidos, Europa y Japón. Su segundo disco "Mais" (1991) pegó bien entre el público más intelectualizado, después de la ópera prima "MM" (1988).

Aunque sin duda su base de lanzamiento internacional sea el propio Brasil. La edición de "Verde, anil, amarelo, cor-de-rosa e carvao" (1994) y "Barulinho Bom" (1996) fueron acompañados por inmensas giras, al punto que el segundo CD de éste último trabajo está grabado en vivo. "Memorias, crónicas y declaraciones de amor" (2000) desplegó un tour nacional e internacional que duró dos años. Ese contacto con los lugares más alejados de las grandes urbes y su cuna de samba en la escola da Portela, junto a sus estudios de piano, batería (a los nueve años), guitarra y canto, le ofrecieron un trampolín de sonidos entre clásicos y populares que se esparció por todo Brasil, América y Europa.
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En escena, Marisa Montes es "poderosa".

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