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 domingo, 21 de mayo de 2006  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-No quería hablar de la película El Código Da Vinci por diversos motivos, pero algo me impulsa a hacerlo. Comenzaré mi comentario al respecto recordando unas palabras de Jesús: "No todo el que me llame Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos". Este es un gran mensaje de Ieshúa y debe ser interpretado de la siguiente forma: no importa que me llamen Mesías, o Hijo de Dios, o Dios encarnado, no sirve si no cumplen con mis palabras. Y podría seguir interpretándose de la siguiente forma: aquel que no me reconoció como Mesías pero cumplió con el principio del amor que prediqué, está salvado. Este pensamiento lo pone de manifiesto Jesús claramente en la parábola de los dos hijos (hermanos) que, enviados por su padre a hacer un trabajo, uno le dice "no" pero al fin cumple con el pedido paterno, mientras el otro le dice que efectivamente hará el trabajo, adula al padre y se compromete, pero después no hace absolutamente nada.

-Algunos religiosos deberían leer mejor esa parábola.

-Por eso al hablar de esta película, del libro que le dio origen (cuyo autor no descubrió absolutamente nada, sino que hizo una novela a partir de estudios serios realizados por gente responsable que no puede ser tildada de insensata, como Gardner, la doctora Thiering y tantos otros que han abordado la cuestión "Jesús, el hombre"); al observar, digo, tantas pamplinas en la que incurren todo los involucrados en el tema, mi pregunta no puede ser otra que ésta: ¿Señores, qué importancia tiene que Jesús haya estado casado y haya tenido descendencia o no, qué importancia tiene que María Magdalena haya sido su esposa y no una prostituta como injusta y hasta perversamente se la considera y aún se la trata en muchos casos? Y aún cuando hubiera sido prostituta (yo no creo en la prostitución de mi querida Magdalena y sí creo que era una discípula muy querida de Jesús, de linaje sacerdotal), ¿no merece respeto y admiración por su grandeza al mostrar tanta humildad de corazón?

-Siempre la defiende a María Magdalena usted.

-Sí, pero no me voy a referir al por qué hoy. Aquí lo que importa, señores creyentes y no creyentes, no es el estado civil de Jesús, sino poner en práctica sus principios. ¡Basta de hipocrecías! A los que vayan a ver la película, en la que se advierte -como en el libro- un descarnado e injusto ataque a una congregación católica, un ataque insensato, carente de todo fundamento y que seguramente se deberá a una cuestión personal de este perspicaz comerciante, el autor del libro, que se aprovechó de estudios serios realizados desde hace tiempo, y de Dios y sus elegidos para hacer fortuna.

-Pero no es el único. Hay religiosos que ponen la cara en televisión y en el nombre de Dios se llenan el bolso, Candi.

-Estoy de acuerdo. Pero como decía, a los que vayan a ver esta película o lean el libro, algunas cuestiones les parecerá ridículas. Otros no entenderán nada. Es que para entender un poco se tienen que haber leído los Evangelios canónicos y apócrifos, la historia de los caballeros del temple (monjes católicos guerreros), la historia de los Merovingios, algo sobre genealogía de cierta estirpe europea, la influencia del imperio romano y de Constantino en la nueva secta judía que había aparecido hace dos mil años: el cristianismo. Quien vaya a ver la película tendrá que saber algo sobre el Priorato de Sión, el Santo Grial, sobre Da Vinci, su vida y su obsesión por ciertas cosas y algunas otras cuestiones como costumbres judías de la Palestina antigua. Un ejemplo simple: si usted no leyó los Evangelios, no puede comprender el truco que se hace cuando se pasa la figura femenina de "La Ultima Cena de Da Vinci" hacia la derecha de Jesús. Cuando la imagen del cuadro se traspone se cumple exactamente lo que cuenta el evangelista: que el discípulo al que Jesús más amaba (para algunos María Magdalena) estaba recostado sobre él. Pero esta traslación de la imagen, señores, no es idea del autor del libro ni del director del filme. Esto ya ha sido realizado hace mucho tiempo por estudiosos.

-¿Conclusión?

-Menos discutir sobre el estado civil de Jesús y empezar a hacer lo que recomendó: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Menos denigrar a María Magdalena y estudiarla y más imitación de su vida.

Candi II

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