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 sábado, 06 de mayo de 2006  
Editorial
Valiosa iniciativa contra accidentes viales

No sólo la imprudencia o impericia de los conductores contribuyen a que la cantidad de muertes en colisiones sea demasiado elevada en el país: la fatiga, sobre todo en choferes de camiones o micros de larga distancia, es un factor que desempeña un rol preocupante. Un programa lanzado por la provincia procura medir su grado a fin de implementar controles posteriores.

La cantidad de accidentes con saldo fatal que se producen en las rutas del país resulta estremecedora. A tal punto se registra este preocupante fenómeno que tal vez no existan argentinos que no tengan conocidos, amigos o parientes fallecidos de tan triste manera. Sin embargo, pese a la recurrencia del drama, las soluciones integrales aún no aparecen. Tal vez porque el nudo del drama se vincula con una cuestión cultural -la insolidaridad, el individualismo y la carencia de respeto por el prójimo están mucho más enquistados en la sociedad nacional de lo que se supone-, todas las iniciativas que parten desde la esfera del Estado parecen resumirse en apenas una muestra de buenas intenciones. En la provincia de Santa Fe, sin embargo, lejos se encuentran las actuales autoridades de rendirse ante el problema y una campaña lanzada recientemente es clara demostración de que no existe resignación y mucho menos indolencia en lo que a tan crucial materia se refiere.

El Programa Piloto de Investigación de la Fatiga en la Conducción implementado por la Subsecretaría de Transporte es único en su tipo en la República. Sucede que entre las causas de colisiones no sólo deben anotarse la imprudencia o impericia de los conductores, o las fallas mecánicas, sino el cansancio que muchas veces experimentan quienes se sientan frente al volante y tienen que tomar en segundos decisiones de riesgo.

Los resultados de la prueba efectuada en la provincia, realizados en un peaje de la autopista Rosario-Santa Fe y en la propia terminal de la ciudad capital, dieron como resultado porcentajes preocupantes: se verificó la presencia de fatiga leve en el 58 por ciento de los conductores y moderada en el 16%; la mitad de los encuestados admitió haber manejado durante ocho horas consecutivas, y el 18%, entre diez y doce horas.

Por lo visto, parece haberse dado en el blanco: no puede admitirse que los conductores desarrollen su actividad durante lapsos tan prolongados. En los tan obvios como flagrantes casos de camioneros o choferes de micros de larga distancia -cuya responsabilidad es muy grande- deberían establecerse estrictos controles, reforzados en las temporadas vacacionales, cuando la demanda trepa a las nubes. No puede admitirse que para ahorrar costos se pongan en peligro vidas humanas.

Reducir el número de muertes en accidentes automovilísticos es un deber de todos. Pero con iniciativas como esta, la esfera estatal cumple con el rol que le corresponde: aunque parezca antipática, sólo la más severa vigilancia podrá ayudar a que las rutas del país dejen de ser una trampa.
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