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 sábado, 15 de abril de 2006  
El Papa cargó la cruz en una parte de los ritos del Viernes Santo
Luego del Vía Crucis en el Coliseo la homilía apuntó a "un plan diabólico que busca eliminar a la familia"

El Papa Benedicto XVI presidió ayer los ritos del Viernes Santo en la basílica de San Pedro, unas horas antes de participar en el legendario Vía Crucis del Coliseo de Roma.

"Oremos", dijo Benedicto en latín al comenzar la misa al final de la tarde.

El Pontífice, que cumplirá 79 años mañana, rezó de rodillas en la basílica, donde participaron en la celebración cardenales, otros clérigos y miles de fieles. Durante los oficios del Viernes Santo, que recuerdan el sufrimiento en la cruz y la muerte de Jesucristo, la homilía fue conducida por el clérigo personal del Papa, el sacerdote franciscano Raniero Cantalamessa. El Papa escuchó un sermón del Vaticano en contra del exitoso libro "El código Da Vinci" y su próxima versión cinematográfica. Allí se sostuvo que esta obra es un nuevo ejemplo de cómo Cristo estaba siendo vendido.

Al caer la noche, miles de peregrinos y turistas se reunieron en el Coliseo de Roma, donde el Papa cargó una cruz al comienzo y final de la procesión, recordando las últimas horas en la Tierra del hijo de Dios.

Durante la procesión las meditaciones apuntaron a lamentar "un orgullo diabólico con el objetivo de eliminar a la familia". Las 14 meditaciones, escritas por el arzobispo italiano Angelo Comastri y leídas en voz alta por actores a la multitud, representaron la lóbrega imagen de un mundo amenazado. Una de las meditaciones parecía hacer referencia a los matrimonios homosexuales y a las acciones para entregar estatus legal a las parejas que no están casadas. "Seguramente Dios está profundamente apenado por el ataque en contra de la familia. Hoy en día parece que estamos siendo testigos de una clase de plan anti-Génesis, un orgullo diabólico que tiene como objetivo eliminar a la familia", señaló.

El Papa, quien vestía una capa roja sobre su sotana blanca, llevó consigo la cruz de madera durante una parte del servicio, mientras decenas de miles de personas sostenían velas. Otra meditación leída por uno de los actores, criticó "las medidas para reinventar a la humanidad, para modificar el mismo núcleo de la vida tal como Dios la creó y planificó, una aventura arriesgada y peligrosa". Otra meditación afirmaba que "hoy en día una hábil campaña de propaganda está difundiendo una apología del mal, un insensato culto a Satán, un irrazonable deseo de transgresión, una deshonesta y frívola libertad, la exaltación a la impulsividad, la inmoralidad y el egoísmo como si fueran la cima de la sofisticación".

En la pasada Semana Santa, por primera vez en sus casi 27 años de papado, el agonizante Juan Pablo II no participó en la procesión iluminada por antorchas. El Pontífice observó el ritual por televisión desde su residencia en El Vaticano, mientras las oraciones las dirigía el cardenal alemán Joseph Ratzinger, quien un mes después se convertiría en el nuevo Papa. (Reuters y DPA)
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Una multitud participó en las ceremonias realizadas en el legendario Coliseo de Roma.

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