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 domingo, 22 de enero de 2006  
La hora de Bolivia. Los proyectos alternativos fracasan
"Los cocaleros bolivianos no son pobres, ganan muy bien"
Un rosarino que trabajó años en el Chapare para la ONU relata cómo funciona la economía de la coca

"No se preocupe, que la coquita da para todo". Así le contestaron a Víctor Caruso, un rosarino que en los años 90 trabajaba en el Chapare boliviano para Naciones Unidas, cuando preguntó a los campesinos cómo harían para comprar la usina láctea que dirigía y que, al finalizar el programa, deberían comprar. Caruso asegura que "Bolivia no produce cocaína, produce pasta base", a partir de la hoja de coca, por muchos miles de millones de dólares y que "nadie" quiere en realidad la erradicación del cultivo ilícito, "ni la DEA", la agencia antinarcóticos de Estados Unidos.

A Evo Morales lo conoció, y cuenta que "cada vez que hacía un acto en el pueblo, se me escapaba hasta el ingeniero de turno para ir a escucharlo". Pero para Caruso no hay dudas de que el discurso sobre el cultivo de coca para "consumo tradicional" es una débil pantalla para cubrir el negocio ilícito de la droga. "Fíjese que Evo dice «cero cocaína» pero «coca libre», porque el clorhidrato no se produce en Bolivia, donde solamente se hace la pasta base. Bolivia tiene al menos otro PBI oculto que es la producción de pasta base", estima.

El testimonio de Caruso, luego de tres años de vivir en el Chapare, deja pocas dudas sobre la escala de la economía ilegal que se inicia en los cocales. Por lo demás los datos de la ONU sobre el tráfico de drogas son contundentes: Bolivia es el tercer productor mundial de cocaína, detrás de Colombia y Perú, y estima que su producción de la droga en 2004 fue de 104 toneladas.

Caruso llegó al Chapare en 1994 para hacerse cargo de uno de los proyectos del Onudi, el programa de las Naciones Unidas para promover el desarrollo industrial. En Bolivia estos proyectos debían ser una alternativa a la plantación de coca. "Había varios proyectos, además de la fábrica de lácteos que yo dirigía: aceites esenciales, secadero de yuca, engorde de cerdos, plantación de té y jugos concentrados. Me fue muy bien con la empresa láctea, al punto que a los tres meses ya no recurría al dinero destinado al proyecto, la planta de autofinanciaba. Se logró instalar en la zona el consumo de yogur, que no se conocía. Producíamos además leche pasteurizada, helados, quesos de distinto tipo, chocolatada, etc", detalla Caruso.

-¿Y el campesino del Chapare cómo tomaba estos programas?

-Estaban muy entusiasmados, pero por un lado Evo Morales con su sindicato y por otro la DEA no querían que esto funcione.

Caruso asegura que en Bolivia todos los pasos relacionados con el manejo de la coca están legalizados. "Dentro de Bolivia, el tráfico de hoja, la comercialización y los pisaderos de hoja son legales. Tan es así que para trasladar hoja y llevarla a los pisaderos hay que estar registrado en una oficina del ejército llamada Umopar, que controla todo esto", asegura. Bolivia autoriza la plantación de 12 mil hectáreas de coca, con la justificación del "consumo tradicional". Pero la cantidad real supera las 27 mil hectáreas según estimaciones que podrían quedarse cortas. "Ellos te dicen que hay una cuota excedentaria que hay que erradicar, pero es mentira, nadie la quiere erradicar", apunta Caruso. "Ni la DEA ni Morales, que ya entonces era el secretario general de los cocaleros del Chapare. El lo que decía era que el productor no tenía otras alternativas. Y cuando íbamos a los números, nada dejaba tanta ganancia como la hoja de coca. Una vez reuní a los que me entregaban la leche, que eran cocaleros. Les expliqué que el proyecto de la fábrica finalizaba al año siguiente y que ellos debían hacer una asociación de productores para seguir con la fábrica. Y, creyendo que eran muy pobres, les propuse: «No les digo que junten plata, porque no pueden, pero hagan una carta de intención diciendo que pagarán a futuro». Entonces uno se levanta y me dice: «Don Caruso, ¿Por qué dice eso? ¿Quién le dijo que no tenemos plata? No se haga problema por la plata, la coquita da para todo». Ahí me dí cuenta. Un ingeniero de la fábrica después me comentó: «Acá nadie te contará nada porque sos de afuera, pero esta gente tiene dinero. A los 50 años se van a su lugar de origen, donde se construyeron una casa y tienen una renta y le dejan la parcela a un hijo. Ninguno es un pobre cocalero». Es a esta gente que representa Evo Morales".

Según Caruso, el que pertenece al sindicato de cocaleros es el antiguo minero, ya sindicalizado, que se mudó al Chapare. Esta migración tiene su origen en la reforma agraria de los años 60, que llevó a que muchas familias del Altiplano se instalen en el trópico cochabambino. Ante los cocaleros, "yo admitía que nunca le iba a hacer competencia a la hoja de coca, pero les decía «ustedes saben que están produciendo veneno». Y me contestaban que «sí, pero nosotros no producimos lo que no se consume. Que el mundo desarrollado arregle el problema de la demanda, después nosotros ajustaremos la oferta». En cuanto a la ganancia que da la coca, "era muy difícil estimarla, pero en un momento dado me tiraron que dejaba 5000 dólares por año". No es para sorprenderse que en pocos años todos los proyectos de la Onudi en el Chapare fracasaran. "Salvo el del té", apunta Caruso.
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Víctor Caruso dirigió una usina láctea en el Chapare entre 1994 y 1996 lara la ONU.

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