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 domingo, 15 de enero de 2006  
[Nota de tapa] - De la tierra roja
El arte de atrapar la vida con palabras
Autor de "El Mensú" y del ritmo gualambao, Ramón Ayala es uno de los creadores más prolíficos de la música litoraleña. En la ciudad de Posadas, concedió esta entrevista donde repasa su vida y sus ideas

Mario Candioti / La Capital

Autor, compositor, poeta, viajero, cantor, pintor, un hombre pleno de la cultura. La música litoraleña le debe tributo y toda una provincia, su amada Misiones, le rinde homenaje permanentemente. Ramón Cidade dejó un día su Posadas del ayer y con el viaje se fue transformando en Ramón Ayala. La larga travesía lo convirtió en el alma y la palabra de una música, de una provincia, de un país. Su obra trascendió, sus temas traspasaron barreras y se desparramaron por toda la geografía sin respetar generaciones.

"El Mensú", "El Cosechero", "El jangadero", "Canto al río Uruguay", "Posadeña Linda", "Retrato de un pescador", su ritmo propio, el Gualambao, son tan sólo unos pocos ejemplos de la obra de Ramón Ayala, un duende sin edad y con memoria. La memoria de una música de tierra roja, selva y río que diariamente busca a su referente indiscutido en cada rincón, en cada poesía, en cada sonido.

-¿Cómo le gusta que se lo considere: como autor, poeta, pintor, hombre de la cultura en general?

-Creo que como hombre de la cultura en general, porque no estoy circunscripto únicamente a la poesía. Como otros intérpretes y como otros creadores, tengo diversas facetas. Y todas convergen en la cultura, porque yo soy eso, un hombre de la cultura. Dentro de los oficios he ahondado en la palabra todo lo que he podido, he transitado por la música, por el color, por el instrumento de diez cuerdas pero fundamentalmente por la vida. Con una brújula especial, que es la brújula del conocimiento: el intento de lograr descifrar un poco qué somos, de dónde venimos y adónde vamos.

-¿Realmente se logra descifrar eso o la búsqueda es permanente?

-Si no descifrarlo por lo menos he acomodado mis pensamientos a esas mareas de la vida.

-Dentro de todas esas concepciones que nombró, las letras, la música, la pintura, ¿se puede hablar de un lugar en el que el artista explota a pleno más que en otro?

-Yo soy un tipo que se siente cómodo en todas partes porque a través del tiempo he logrado una flexibilidad, un manejo, una viabilidad dentro de los oficios. Dicen que el arte es una larga paciencia. Y como yo digo que la poesía es el arte de atrapar la vida con una red de palabras... Si está la red sola, por más maravillosa que sea, le falta el caracú, que es la vida. Entonces atrapar la vida con una red de palabras es tener conciencia del paso de los días, de la magia de estar vivo, de la casualidad o causalidad que nos permite asomar los ojos a esta maravilla que es la vida. Por más que me hablen de vidas futuras, yo primero pienso en esta vida que tenemos que vivir. Si la otra me la regalan, maravilloso. Pero no hipotequemos esta vida única que tenemos por algo hipotético que puede no producirse.

-¿Por qué considera que su obra trascendió?

-Creo que el mejor negocio es hacer las cosas bien. Las cosas bien construidas, como "Granada", como "La Cumparsita", como "Bahía", como la gran poesía, son las obras que han perdurado a través de los siglos. Aquellas urticarias momentáneas, como la lambada por ejemplo, como todas esas cosas que aparecen fulminantemente también se van y nadie se acuerda más. No regresan más. En cambio la buena obra siempre está presente. Siempre regresa, porque está atada a la vida.

-Pero en esta sociedad globalizada, de pérdida de valores y en donde la palabra parece no importar tanto como antes, la lambada termina teniendo más éxito y más difusión que la obra de un artista...

-Yo creo que eso tiene que ver con la ignorancia, con la falta de capacidad. Por qué, por ejemplo, se vota a alguien que te va a llevar al desastre, como Menem. Porque el hombre no tiene un ejercicio de lo social y de lo político. Entonces cualquier mago que aparece lo engaña, porque le falta esa conciencia. Yo no digo tener alma de estadista para votar a alguien, pero sí lo rudimentario. Y el hombre anda detrás de cortinas de humo, como el fútbol, por ejemplo, como la joda, sin darse cuenta que eso es lo que lo llevará al desastre, y deja de pensar en las cosas importantes de la vida.

-A través de su música, ¿qué cree que le aportó a esta concepción del hombre y las cosas trascendentes de la vida?

-Creo que el aporte viene con la presentación frontal del problema, con tocar la sensibilidad popular. El caso de "El Mensú", que tiene como 40 años y sigue teniendo vigencia. ¿Por qué? Porque mensúes siempre hay. El caso de "Cambalache", son todas evidencias totales. La permanencia de estas obras radica en que el problema siempre está. Entonces creo que así como está el chanta, el trucho, el acomodaticio, el vendepatria, el cipayo, también está el prócer. También hay un San Martín, un Moreno, un Belgrano, un Jesucristo, un Che Guevara. Vamos a crecer en la medida en que tengamos el testimonio.

-¿Cuál cree que es su legado para la música litoraleña?

-Creo que el legado de uno es su propia trayectoria. Cuando esa trayectoria es fecunda y viene arrastrando una red que va cosechando lo bueno y lo malo, como es mi obra por ejemplo. Creo que ése es el mejor legado, un legado de efectividad, de oficio, de trabajo y de rigor en el oficio y un legado de contenido. Porque todo ese oficio si no tiene un contenido es una vana palabra.

-¿Qué significa Misiones en todo este universo tan particular de su obra?

-Misiones es el comienzo y el fin. Es la conciencia de una tierra que lo ha parido a uno y que uno debe protegerla y debe proyectarla y debe crecer para estar a la altura de ella y su pueblo. Y ese estado de conciencia es el que te lleva a un trabajo casi feroz, un trabajo permanente de crecimiento, de búsqueda, de consulta, de documentación para llegar a representar dignamente a tu tierra. Es como que si vos tuvieras conciencia de que alguien te ha tocado y ha puesto en ti un mandato. Porque yo me considero un sacerdote, de la vida y de Misiones. Y ejerzo todos los días de la vida la misa de la vida. Y Posadas es el aglomeramiento, con un encanto de nostalgias y de vivencias. Y Misiones es el misterio, porque uno no sabe dónde puede ir a parar, qué monte te espera.

-Suena contradictorio, pero la difusión de la magia y el sacerdocio que usted dice ejercer se tiene que hacer desde Buenos Aires.

-Es que dicen que Dios atiende en Buenos Aires...

-¿Y usted cree que él no querría instalar una sucursal en Misiones?

-Sí, es posible. Pero no te olvides que Misiones es una provincia en formación, comparada con otras provincias como Santiago del Estero, con Corrientes. Tan joven es esta provincia que aún no hay una conciencia de la propia identidad misionera. Hay gente que la niega. Andá a plantearle eso a un santiagueño, o a un correntino, o a un salteño.

-¿Usted cree que con su trabajo y su arte les sembró el camino a otros artistas, músicos, poetas, pintores que manejan el mismo mensaje y que quieren también hacer un apostolado de difundir la música y el arte de Misiones?

-Se está gestando. Hoy el profesor Daniel Fiorino me decía que era un soldado de Ramón Ayala. Lo mismo me decía Suligoy, un cantante que tocaba junto al Chango Spasiuk, lo mismo dice Carozo Sueta, un heredero mío. Quiere decir que si los grandes músicos de acá, los que están sostenidos por el criterio y el arte, opinan que la mía es una obra sustentable quiere decir que hay un trabajo, un ancla, una hondura, un camino hecho. Yo estoy tan tranquilo porque se está cumpliendo lo que el vate vaticina, o lo que ve detrás del horizonte, que es el logro del trabajo a largo tiempo y que finalmente la gota horada la piedra. Lo que pasó en la escuela esta mañana (ver aparte) no habría pasado diez años atrás.

-¿La creación del ritmo Gualambao tuvo que ver con una necesidad de definir una música propia de Misiones?

-Es muy simple. Misiones es una provincia muy particular con referencia a otras provincias. Misiones tiene la tierra roja, que no está en otras regiones, tiene la selva. Y son complementarias en el orden del arco iris. Así como el blanco es complementario del negro, el naranja del azul y el rojo del verde y el amarillo del violeta. El rojo y el verde están en el paisaje. Ahora, este paisaje tiene las cataratas del Iguazú, que yo les llamo el templo del agua. ¿Qué ritmo le vas a poner para captar el ritmo del agua? No le podés poner un chamamé, le queda el traje corto. La galopa podía ser, pero tampoco era la prenda adecuada. Había que crear entonces un ritmo, un corte de traje adecuado a ese cuerpo. Entonces tomé dos ritmos y los uní. Y ese ritmo, sincopado, da una grandiosidad rítmica que requiere una melodía grandiosa, acorde a la provincia y a los acontecimientos de ella.

-Sus canciones fueron interpretadas por los más sobresalientes cantores de la música folklórica argentina. ¿Qué cantante, no necesariamente de ese ámbito, le hubiera gustado que cantara un tema suyo?

-Me hubiera gustado que Tom Jones cantara mis temas. O Pedro Vargas, o Nino Bravo. Porque mi obra tiene la magnitud de una gran voz. "El Mensú", por ejemplo, es un himno; o "El Cachapecero", son obras que están hechas para gente que sabe cantar. Mercedes Sosa ha grabado mi obra. Yo creo que acepto todo, incluso aplaudo todo, pero me remito al que sabe hacer las cosas. Porque en mi vida he visto gente que hace una sola y la hace mal. Yo esperé muchos años para editar un libro. Después de filtros y filtros, y trabajos y zaranda. Estoy haciendo un libro que se llama "Las historias de la abuela o la Guerra Grande", la Triple Alianza pasada a un gigantesco momento.

-Los libros, otra veta que no sólo abarca poesía...

-Hay otro libro más, que se llama "Juan de los Caminos". Yo digo que para ser original hay que hacer exactamente lo contrario a lo que hacen los otros. No hay una sola obra de largo aliento, salvo que yo esté equivocado, que no sea referida a la Pampa Húmeda, en el orden gauchesco digamos. Martín Fierro, Don Segundo Sombra, Juan Moreyra, Santos Vega. Ninguno de la Patagonia, ninguno del noroeste, ninguno del Litoral o Brasil.

-¿Y su personaje que hace, qué busca?

-Juan de los Caminos es una cosmogonía de mensúes, de muerte de contrabando, de misterio. Es un personaje fabuloso. "Desde mi chacra en el monte a orillas del Uruguay, semillas de soledad, surco arado, muelles, hombre, iba la vida en sus goces por el rumbo de los días. Fronteras de agua se abrían en fuga hacia el horizonte y en crepúsculo de cobre el alma se encendía...". Después el tipo se mete en la aldea guaranítica y aparece el curandero y la payecera y le dan en guaraní las décimas y todas las recetas. Así que uno se encuentra con una farmacopea guaraní que puede emplearse para curar.

-¿En un mundo globalizado y en donde parecería prohibitivo darse el gusto de gozar de las cosas simples, sobre qué cosas escribiría hoy?

-El poeta es hijo del asombro. Si no existe el asombro no existe el poeta. Yo pienso que cada día nacen imágenes y acontecimientos que nadie ha tocado. Te voy a decir tres cosas nomás que te van a parecer asombrosas, que son producto de la ceguera o la miopía. El río más ancho del mundo es el río de la Plata: no tiene una canción. Cuatro mil kilómetros de Mar Argentino: no tiene una canción. Un acontecimiento volante que atraviesa el océano, de cuatro metros de alas, el albatros: no tiene una canción. El ovejero del sur, a merced de los peligros, mezcla de indio y de dios, mezcla de filósofo y de explotado ser de la Tierra: no tiene una canción. Yo vivo asombrado ante estas cosas.

-Usted viajó durante muchos años y por algunos lugares bastante insólitos. ¿En la búsqueda de qué elementos para su arte andaba por entonces?

-Es cierto, estuve desde la Sierra Maestra hasta en la iglesia de los adoradores del diablo en Kurdistán, un lugar muy extravagante. Estuve en una gran cantidad de países de Africa. Y fui allí un poco por casualidad, o causalidad. No lo sé. Como tampoco sé por qué este empecinamiento de cantarle a Misiones o el de crear un ritmo como el gualambao. No sé si uno es señalado por entes extraños a uno o es verdaderamente un juguete de esas cosas. O hay un virus extraño en uno que lo lanza a esto. Y eso implica también una capacitación, que va del arco iris a la literatura y a la música, a tener una nomenclatura de todos los ritmos y los giros para no caer en plagios, para que la obra crezca pura y luminosa.

-¿Su música, sus pinturas, su poesía, no tienen límite entonces?

-No puedo parar, soy un tipo que está embalado, estoy lanzado. No puedo porque esta es mi razón de ser. Puedo estar en una ciénaga, en una cárcel, en la multitud o solo, y seré el mismo siempre.
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Aqui me pongo a cantar. "El poeta es hijo del asombro. Cada día nacen imágenes y acontecimientos que nadie ha tocado", dice Ramón Ayala.

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