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 sábado, 26 de noviembre de 2005  
Editorial
Tránsito: mejoría y deuda pendiente

En un país donde los accidentes viales constituyen un drama difícil de extirpar, debe valorarse como altamente positiva la noticia del abrupto descenso de víctimas fatales en siniestros registrado en Rosario durante lo que va de este año. Pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo con ciclistas y motociclistas.

No es novedad: los accidentes viales constituyen un drama en la Argentina, que continúa liderando las estadísticas mundiales de la materia. En ese marco preocupante, una buena noticia llegó de la mano de la información recabada en esta ciudad. Es que en Rosario, a contramano de otros lugares, las muertes ocurridas como consecuencia de accidentes de tránsito disminuyeron: en los primeros diez meses de este año se produjeron por tal causa 32 fallecimientos, casi la mitad de los ocurridos durante similar período de 2004.

Pero vale la pena proyectarse hacia atrás para observar la evolución de la tendencia. La infografía publicada por La Capital en su edición del pasado lunes y que acompañaba el informe destinado al tema lo revelaba con precisión: en el año 2000 hubo 92 víctimas fatales, y en el 2001, 95. Pero aquí se origina un ciclo favorable que hasta el presente no se ha revertido y que este año se ha acentuado de manera nítida: en 2002 ocurrieron 80 muertes; en 2003, 79; en 2004, 68, y en lo que va de 2005, como ya se lo ha dicho, 32.

Claro que tal cual lo aseguró la directora municipal de Tránsito, Hebe Marcogliese, "en la medida en que una sola persona muera por accidente, ningún control es suficiente". Sin embargo, tal vez no convenga ser apocalíptico y sí, en cambio, valorar adecuadamente el progreso registrado, pese a que las calles rosarinas revistan aún demasiado a menudo el aspecto de un caos donde las normas parecieran haber sido hechas para no ser obedecidas.

Y las cifras al respecto son expresivas: si bien las muertes han disminuido bruscamente, no ha sucedido lo mismo con el número de siniestros; en relación con el año pasado los accidentes con lesionados se mantienen en parámetros estables. Pero tal como lo comentó la misma Marcogliese, si se evalúa que el parque automotor ha crecido y de manera considerable -de 320 mil a 408 mil unidades-, que los turistas en la urbe se multiplicaron por cuatro y la circulación vehicular aumentó, aun este hecho reviste rasgos positivos.

Pero queda demasiado por hacer. La creciente presencia de motociclistas y ciclistas en accidentes es un síntoma revelador de uno de los nudos del problema: de las 1.394 personas que sufrieron lesiones durante el primer semestre del año, 877 viajaban sobre dos ruedas. Es que así como en los automovilistas el aumento de la responsabilidad es un hecho verificable, entre motoqueros y ciclistas la imprudencia -a veces rayana en la insensatez- se preserva como una patética constante.

Para que las cifras continúen mejorando habrá que trabajar mucho y concentrar el esfuerzo en los grupos críticos.


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