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 domingo, 20 de noviembre de 2005  
El oficio más antiguo

Los chamanes existen desde hace miles de años y las culturas que mantienen viva su formación aún perduran en sitios como México, con la cultura Oaxaca; en Perú y más cerca, en las culturas Mapuches, donde la machi guarda su lugar de conocedora de las plantas y sus propiedades. Desde hace casi diez años, la fundación rosarina Mesa Verde se dedica a estudiar estas culturas y uno de los oficios más antiguos de la humanidad: el de chamán.

La fundación es dirigida por el médico psiquiatra Néstor Berlanda y el abogado Diego Viegas. Tiene un número impreciso de miembros que se renueva cada año con cursos sobre medicina tradicional, enteógenos o el de estados no ordinarios de conciencia en el origen de la filosofía y la religión. Los seminarios convocan a médicos de diferentes especialidades, psicólogos, antropólogos y una gran cantidad de estudiantes y seres inquietos. Muchos de ellos se acercaron para conocer a don Antonio, que visitó Rosario en tres oportunidades y el miércoles pasado brindó una charla a sala llena en el Complejo de la Cooperación (Urquiza al 1500).

"Lo que podemos aprender del chamán -concluyó Berlanda en la charla, desde su lugar de médico- es el compromiso que tiene en la curación del paciente. Puede estar cantándole tres horas, con un enorme compromiso físico en el tratamiento, y hasta que no termine su trabajo no lo va a dejar".


Sabios
El término chamán fue puesto por los antropólogos y remite al vocablo shaman, de origen mongol, que quiere decir "hombre que sabe". Aunque estos conocedores de las enfermedades y las plantas tienen su propio nombre en cada cultura. El interés que moviliza a la fundación a indagar en las culturas más antiguas es que en ellas reconocen la unidad de cuatro ejes que fueron divididos en el desarrollo de la cultura occidental: sociedad, cultura, realidad y conciencia. "No hay sociedad sin cultura, ni realidad sin conciencia", afirma Diego Viegas, abogado y estudiante de antropología que oficia de secretario de la fundación.

En la unidad de esos elementos, la relación con la naturaleza es primordial y en ese lazo, los enteógenos utilizados para abrir la conciencia a un estado no ordinario de percepción ocupan un lugar fundamental.

Muchas de las culturas chamánicas utilizan un preparado denominado ayahuasca como enteógeno. El hallazgo de su preparación representa un misterio aún no develado. "No se puede explicar cómo hicieron para descubrir que debían mezclarse dos plantas, en esas exactas proporciones necesarias para alcanzar los efectos que tiene, cuando no existía ninguna herramienta", señaló Viegas.

La Fundación Mesa Verde mantiene desde hace años una estrecha relación con la cultura shipibo-konibo, que tendió a través de la Asociación de Aplicación de Medicina Tradicional (Ametra). La cultura shipibo-konibo, a la cual pertenece Antonio Muñoz, es una de las más reconocidas en el desarrollo y conocimiento del chamanismo en Perú. Y en toda su cultura, los dibujos que imprimen en sus manteles, túnicas, coronas o sus casas son representaciones de las figuras que los chamanes ven en sus "mareos" después de beber ayahuasca.

"La ayahuasca es utilizada por más de 400 pueblos del Amazonas, con una tradición de 2000 años", indicó Viegas. La planta es utilizada como medicina tradicional en Perú y en Brasil, por grupos religiosos sincréticos, pero no tiene un status legal definido en Argentina.

Tradicionalmente, sólo el chamán tomaba la bebida para diagnosticar al paciente y saber cuál es la curación que requiere, aunque en las comunidades es común que todos la consuman. La curiosidad generó una demanda de la bebida a personas de otros sitios a la que los chamanes no se oponen. Esa apertura permite su estudio.

La Fundación Mesa Verde realizó experiencias minuciosamente registradas de sesiones de ayahuasca, en Perú, dirigidas por don Antonio. Un centenar de fichas compila las experiencias que vivieron los voluntarios en una tarea no terapéutica. Viegas explica que a quienes no son miembros de la cultura, el preparado les provoca "un dialogismo interior, un diálogo con la propia conciencia del cual es imposible escaparse".

Ese registro del trabajo de campo y de observación, elaboradas de acuerdo a las exigencias de los métodos científicos occidentales, encierran la esperanza de aportar al conocimiento de las propiedades terapéuticas de la bebida.


Prácticos
El estudio de los enteógenos tuvo una etapa de expansión desde Estados Unidos en los años 60 y 70, que se truncó con las políticas prohibicionistas que impuso ese país. "Son 30 años de silencio en investigaciones que podrían aportar elementos muy valiosos", señaló Viegas.

El investigador reniega de los prejuicios que impiden incorporar la sabiduría ancestral a las dolencias actuales. "Occidente se niega a aceptar otros conocimientos por temor o por prejuicio. El chamanismo, en cambio, es práctico. El mundo amazónico gira en tormo a los espíritus de la naturaleza porque se relaciona con ellos. No es una filosofía volada. Cualquier construcción que pueda parecer mágica, es concreta".

La prueba es que cuando le llevan un enfermo al chamán, éste lo debe curar echando mano a todas las herramientas posibles. "Los chamanes no tienen problemas en incorporar la tecnología - indicó Viegas-. Tienen visiones con aviones, celulares y otros aparatos, artefactos que pertenecen a otras culturas, pero que están considerados como símbolos de un poder mayor; opera como la fama y el reconocimiento en las culturas occidentales".

A las limitaciones que se plantean en torno a la investigación y uso de sustancias ampliadoras de conciencia, Viegas sostiene que "algunas están legalizadas, pero son las que resultan funcionales al capitalismo".


Biopiratería
En cambio, la apropiación de los laboratorios sobre el conocimiento de las propiedades terapéuticas de las plantas continuó sin pausa. "Las potencias farmacéuticas, los grandes laboratorios, se apropian de los conocimientos de culturas milenarias, que patentan como propios. Esas culturas permanecen marginadas del circuito económico sin recibir ningún rédito por sus aportes a la cultura occidental; que toma de ellos su sabiduría al tiempo que los limita con sus prejuicios".

Entre las plantas en disputa está la ayahuasca, que intentó patentar el presidente de una compañía farmacéutica, lo cual desató un litigio legal con agrupaciones indígenas amazónicas. "La ayahuasca es una planta sagrada, es como si quisieran patentar la hostia de los católicos", explica Viegas.
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Unidad. "No hay sociedad sin cultura ni realidad sin conciencia", plantean desde la fundación.

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