Pequeño homenaje a una gran maestra

El 15 de noviembre se cumplieron 10 años del fallecimiento de Rosita Ziperovich

Liliana Sanjurjo (*)

El martes 15 de noviembre se cumplieron 10 años de la muerte de nuestra querida Rosita Ziperovich. El intenso trabajo en que nos sumerge las condiciones actuales, no nos permite muchas veces detenernos a saborear nuestros mejores recuerdos. Rosita está entre los míos y esta es una oportunidad para traerla a mi memoria y compartirlo.

Tuve la suerte de conocerla ya con setenta años, pero nos hicimos grandes amigas gracias a esa juventud y vitalidad que sólo tiene los que aman la vida y saben que pueden hacer algo por mejorarla en beneficio de la mayoría. Dedicada a la educación, fue un ejemplo de trabajo, perseverancia, compromiso y lucha.

Maestra, directora de escuela, supervisora, gremialista, candidata a constituyente por el Frente Grande, todo su quehacer profesional y político-gremial se caracterizó por un profundo optimismo y compromiso con la realidad. Estas dos convicciones aunadas la preservaron de adoptar posturas ingenuas o inmovilizantes.

Además buena madre, abuela, hermana, compañera y amiga; con un humor destacable y una capacidad de escucha que nos hacía tenerla de referente ante cualquier dificultad. A pesar de la diferencia de edad, podíamos compartir gustos y disgustos, trabajo, salidas. Podía interesarse por lo que le pasaba a mis hijos o a cualquiera de sus alumnos de la facultad y sabía escucharlos con tanto interés como pone la persona más querida en la que depositamos nuestra confianza.

Hoy más que nunca es importante recuperar su figura. Como formadora de formadores me siento comprometida con la difusión entre los jóvenes futuros docentes de figuras que como la de ella, pueden ser una guía para la acción y para la reflexión. Por ello tomamos su legado iluminador cada vez que nos sentimos desorientados por los acontecimientos. Rosita ha sido y es una lección de vida.

(*) Doctora en educación

Rosita Ziperovich, una lección de vida.