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 domingo, 30 de octubre de 2005  
[Primera persona] - Uki Goñi
Detrás de la pista nazi
En "La auténtica Odessa" reconstruyó el rescate de los criminales de guerra. Ahora investiga la muerte de cien argentinos en los campos de concentración alemanes

Osvaldo Aguirre / La Capital

El ingreso de criminales de guerra nazis a la Argentina ha sido tema de investigaciones periodísticas y académicas, de películas y de leyendas. En esa abigarrada red de relatos ocupa un lugar central "La auténtica Odessa", el libro donde el periodista y escritor Uki Goñi hace una minuciosa reconstrucción de cómo se planeó y ejecutó, desde la Argentina, el rescate de criminales tan notorios como Adolf Eichmann, Josef Mengele, Pierre Daye, Ante Pavelic y Erich Priebke.

En sus investigaciones, Goñi entrevistó a numerosos testigos y protagonistas de la historia, exhumó documentos de archivos de distintos países y se topó con algunos obstáculos, en particular con la Dirección de Migraciones, durante el gobierno de Carlos Menem. Los resultados de su búsqueda son incómodos para muchos, porque descolocan a figuras prominentes, desde Juan Perón al cardenal Antonio Caggiano. La semana pasada estuvo en Rosario, invitado para participar en la Feria del Libro.

-En "La auténtica Odessa" denunció la existencia de expedientes sobre el ingreso de nazis que el gobierno argentino ocultaba. ¿En qué estado se encuentran ahora esos expedientes?

-Cuando mi libro salió en Nueva York, a fines de 2002, tomé contacto en el Centro Simon Wiesenthal. Ellos me dijeron que tenían pocas esperanzas de capturar a criminales nazis, porque estaban muertos o eran muy viejos para llevarlos a juicio. En cambio, para ellos tenía mucha importancia la apertura de expedientes. A su pedido armé una lista de alrededor de 60 documentos, entre ellos 49 expedientes de la Dirección de Migraciones. Yo trabajé en la Dirección de Migraciones con las listas de pasajeros de los barcos que vinieron a la Argentina. En esas listas aparecen los nombres de los pasajeros y sus número de expediente. Entonces anoté los de Ricardo Klementz -el nombre falso de Adolf Eichmann-, Helmut Gregor -el de Mengele- y otros. Y en 1998, creo, tuve una reunión con el director de Migraciones, Hugo Franco, le di esa lista y le pedí ver los documentos. Nunca me dejaron verlos. Me dijeron que esos documentos se habían quemado. Nunca supe cuál es la verdad, si los destruyeron o si me dijeron eso para no buscarlos o para no mostrármelos. Cuando el Centro Wiesenthal la pidió, esa documentación tampoco se abrió.

-¿El gobierno no respondió?

-No. Hasta el 2003, cuando el gobierno de Kirchner ordena hacer una búsqueda de esta documentación. Migraciones encontró dos expedientes: el de la entrada de los criminales croatas y el de un criminal belga, de poca importancia. Y alrededor de la mitad figuraban como incinerados. Inclusive el de Joseph Schwammberger figura como incinerado dos veces, una en la década del 50 y otra en la del 60... Hasta el momento se han abierto tres documentos: el de los croatas, el del criminal belga y la Circular 11, una orden secreta que restringía el ingreso de judíos. En junio de este año, en un acto en la Casa Rosada, con Kirchner, se derogó la Circular 11, a raíz de un pedido que yo hice. Estoy muy satisfecho con eso.

-¿Qué significado tiene esa circular?

-Ese documento habla de una responsabilidad argentina con respecto al Holocausto. Hay un momento en que los nazis se ponen en contacto con diplomáticos argentinos en Europa. Citan a Luis Irigoyen, que era el diplomático argentino en Berlín, y le dicen que tienen a 100 argentinos judíos y quieren entregarlos a la embajada para que los lleven a la Argentina. Luis Irigoyen puso toda clase de excusas y dijo que esa gente no era argentina, por lo que finalmente Adolf Eichmann ordenó el traslado de estos cien argentinos al campo de Bergen-Belsen. Hoy sabemos que muchos de ellos murieron en Auschwitz y en Bergen-Belsen, por la razón de que Luis Irigoyen y otros diplomáticos argentinos se rehusaron a repatriarlos. Y se rehusaron en parte porque decían que eran judíos y no argentinos y por la Circular 11.

-En su libro también involucra al entonces obispo de Rosario, Antonio Caggiano, en el ingreso de nazis.

-Caggiano viaja a Roma en 1946, para ser ungido cardenal. Estando en Roma tiene una reunión con el cardenal Tisserant, un experto anticomunista del Vaticano y en nombre del gobierno peronista -esto consta en documentación oficial- ofrece a la Argentina como refugio para franceses fugitivos. Eran los colaboracionistas del gobierno de Vichy. Cuando Caggiano vuelve a la Argentina, en el mismo barco en que él viaja viene el primer criminal nazi que tenemos registrado, que es Emile Dewoitine, un criminal de guerra francés que había sido condenado en Francia y además era un técnico en diseño de aviones jet. Dewoitine pasa a trabajar en el diseño de aviones para el peronismo.

-¿El anticomunismo es lo que relaciona a los nazis con los argentinos que los ayudan?

-Eso es lo que abre la compuerta. Esos primeros criminales que se reúnen en la Casa Rosada para organizar el gran escape que vendría después eran personas que habían llegado con la ayuda de la Iglesia argentina. El engranaje principal pasa a ser Carlos Horst Fuldner, que nació en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires, de padres alemanes y llega a Alemania siendo un adolescente. Se une a las SS y al final de la guerra viaja constantemente entre Berlín y Madrid organizando una ruta de escape. Fuldner tenía un pasaporte alemán y otro argentino y es la persona que tiene estas reuniones en la Casa Rosada, donde están Perón, Rodolfo Freude, que era el jefe de la División de Informaciones, Pierre Daye, un criminal de guerra belga muy importante que llega a la Argentina ayudado por Caggiano y monseñor Barrere, que era el obispo de Tucumán. Ellos arman la ruta que en el año 1948 se perfecciona con Fuldner en Europa y con un pasaporte oficial argentino, que dice "enviado especial de la presidencia". Y Fuldner es el que se dedica a rescatar a criminales pesados de la SS como Adolf Eichmann. Los franceses, los croatas y los belgas son criminales de guerra terribles. pero tienen la virtud, para el gobierno argentino, de que son católicos. Yo entrevisté a Wilfred von Owen, que fue secretario privado del ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels. Cuando le pregunté si había tenido contacto con los nacionalistas argentinos, puso cara de asco: "eran católicos, y yo soy pagano", me dijo.

-¿Todavía quedan partes de esta historia por descubrir?

-Sí. Me gustaría ver los expedientes de entrada de Mengele y Eichmann. Saber quiénes lo recomendaban, dónde fueron a trabajar, quién fue el cónsul que les puso la visa en el pasaporte. Hay mucho por averiguar con respecto a los cien judíos argentinos que murieron en el Holocausto. Estoy investigando eso. Y sería importante investigar el verdadero papel de la diplomacia argentina en esa época.

-También hay muchas historias espectaculares: se dice que Hitler estuvo en la Argentina, que llegaron submarinos alemanes a la Patagonia.

-Yo no puedo probar un negativo. No puedo probar que Hitler no murió en Patagonia, o que los submarinos no vinieron. Pero hasta que yo no encuentre alguna evidencia de que eso ocurrió, tengo que seguir siendo escéptico. Hay gente que cree a rajatablas que Martin Bormann murió en Bariloche. Lo cierto es que sus restos óseos fueron encontrados en Berlín en la década del 70 y fueron identificados a través de los registros dentales primero y luego de un ADN. Entonces algunos fanáticos en la Patagonia dicen: "no, lo que pasó es que murió en Bariloche y los restos fueron llevados a Alemania..." No. Igual, aunque encontremos algo fantástico como un submarino, eso palidece al lado de la realidad de ex miembros de las SS y feroces criminales trabajando adentro de la Casa Rosada, reuniéndose con Perón, palidece al lado del cardenal Caggiano en el Vaticano hablando del rescate de criminales franceses. Creo que aquellos mitos se alimentan del rechazo que sentimos por aceptar lo otro, lo que es cierto y está documentado, y que es mucho más terrible. Lo que ocurrió en la Casa Rosada es lo importante.
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Revelaciones. "Monseñor Caggiano ofreció la Argentina como refugio a criminales fugitivos", dice Goñi.

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