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 domingo, 30 de octubre de 2005  
Bush, en su peor momento tras una semana infernal en Washington
El gobierno parece haber perdido el control entre el escándalo del Ciagate y disputas políticas internas

Klaus Marre

Washington. - Halloween, el día en que en Estados Unidos pueden verse las cosas más espeluznantes y espantosas, recién llega mañana, pero el gobierno del presidente norteamericano, George W. Bush, ya ha vivido su propia semana del horror.

La semana quedó rematada el viernes con la acusación contra el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Libby, de obstrucción a la justicia y de mentir al FBI y al gran jurado federal. Un fiscal encargado de investigar si alguien de la Casa Blanca filtró intencionadamente a la prensa la identidad de una agente secreta de la CIA acusó a Libby de desviar la investigación hacia un camino incorrecto.

Libby, conocido neoconservador, también fue consejero de Bush, además de asesorar en cuestiones de seguridad nacional a Cheney. Fue uno de los estrategas y arquitectos de la guerra de Irak. Pero el viernes, ante las acusaciones, tuvo que renunciar.

Se trata del mayor escándalo político de los cinco años de Bush en la presidencia, y mientras el anuncio del viernes causó una fuerte impresión, es imposible predecir hasta dónde llegarán las consecuencias. Lo que está claro, sin embargo, es que no podía llegar en peor momento para la Casa Blanca.

Los índices de popularidad de Bush alcanzaron los niveles más bajos. Esta semana, la nube negra se agrandó aún más, cuando la Casa Blanca se vio obligada por los conservadores a retirar la nominación de Harriet Miers, amiga del presidente y abogada, a la Corte Suprema. Además, el soldado número 2.000 murió esta semana en Irak, en un momento en que los norteamericanos están cada vez más descontentos con la guerra en el país del Golfo.

Dos de cada tres estadounidenses dijeron en una reciente encuesta que el país ha tomado un rumbo erróneo con Bush. De hecho, los problemas del presidente -incluida la falta de tacto que demostró al declarar lo inepto que fue el personal que designó para gestionar el huracán Katrina- podrían perjudicar al Partido Republicano en las elecciones del 2006, en las que se vota la renovación de todos los miembros de la Cámara de Representantes y de un tercio de los senadores norteamericanos. Los republicanos mantienen sólidas mayorías en ambas cámaras, pero se espera que la oposición demócrata saque provecho si los problemas de Bush continúan.

También se cree que la acusación contra Libby centrará la atención nuevamente en lo equivocado que estaba el gobierno de Bush acerca de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, que jamás fueron encontradas.

Libby está acusado de obstruir la investigación en torno a quién reveló el nombre de Valerie Plame, una agente secreta de la CIA, violando las leyes estadounidenses. Plame es la esposa del ex embajador norteamericano Joseph Wilson, que puso públicamente en duda el argumento presentado por Bush para invadir Irak, según el cual Saddam Hussein desarrollaba tecnología para la fabricación de armas atómicas. Wilson fue enviado a Níger para encontrar pruebas de la venta de uranio a Irak. A pesar de no hallar indicio alguno y comunicárselo al gobierno, Bush continuó afirmando lo contario en su discurso anual del Estado de la Unión.

Wilson, que tras la invasión abordó nuevamente la cuestión, afirma que la Casa Blanca reveló la identidad de Plame como castigo por su abierto criticismo. El escándalo se centra en lo que muchos críticos del gobierno dicen que ha sido el modus operandi del bando de Bush: perseguir a los críticos con ataques personales y no aceptar puntos de vista alternativos.

A pesar de que el fiscal especial Patrick Fitzgerald no acusó a nadie por la filtración, que según los expertos sería muy difícil de demostrar, la investigación arrojó algo de luz sobre el funcionamiento interno de la Casa Blanca, que podría ser abordado durante el juicio a Libby. Incluso Bush y Cheney podrían ser llamados a testificar.

"Esto no termina en esta semana infernal", profetizó un analista de la cadena CNN. "Este gobierno claramente ha perdido el control", remató. (DPA)
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Bush hace oídos sordos a las acusaciones.

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