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 domingo, 30 de octubre de 2005  
El cazador oculto: "Reflexiones en medio de tanta nadería"

Ricardo Luque / Escenario

Es una regla de oro: las dudas existenciales más profundas se disparan en el lugar menos pensado. En un viaje en colectivo, haciendo cola en el banco, en la sala de espera del médico. También, claro, en un cóctel que se esperaba animado y vaya uno a saber por qué oscuro avatar del destino no lo es. A veces pasa, y para matar el tiempo la mente, ese insecto que tolero porque me habla (Spinetta dixit), se pierde en extrañas cavilaciones. Sucedió en la apertura oficial de Zivals, la sucursal de la exclusiva disquería porteña, una reunión que prometía acción y quedó en la nada. Había celebrities, claro, no podía ser de otra manera. Nacho Suriani, que como el local le queda al lado de su oficina, quebró su costumbre de volver a casa temprano y se dejó caer por el lugar. Afable, pícaro, aunque un tanto mayor, se fue temprano, no sea cosa que lo agarre la fresca. Antes de partir estuvo cuchicheando con Fernanda González Cortiñas, quien pese a su costumbre de usar aburridos trajecitos de confección de espaldas tenía un aire a Jennifer Lopez. "Se ha formado una pareja", comentó mordaz Juan Juncos impostando la voz como Roberto Galán en "Yo me quiero casar, ¿y usted?". Suerte que no escuchó Pablo Feldman, el marido de la niña, que lo hubiera metido de cabeza en un volquete. Y hubiera sido una injusticia porque el muchacho, que desde que conduce un programa en Rock and Pop se siente en la obligación de hacer humor inteligente, sólo quería hacerse el gracioso. Por suerte el radiactivo periodista político se fue temprano, acaso porque tenía turno con el doctor Cormillot y si no es así debería pedirlo con urgencia, porque cada día se parece más a Marlon Brando en "Cuenta final". Tanto que a su lado su fiel compañerito Horacio Vargas, que desde que se peina las canas con secador luce como Don King durante un tsunami, parecía una sílfide. Y fue ahí, en medio de tanta nadería, que surgió la pregunta: ¿por qué los conciertos no se llenan de periodistas y la inauguración de una tienda de discos sí? La respuesta cae de madura. Servían sandwichitos y vino gratis y, lo mejor, los invitados se llevaban de regalo un CD. Valía la pena.
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