Cartas de lectores
Año CXXXVIII Nº 48917
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Señales
Escenario
Turismo
Mujer
Economía


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 23/10
Mujer 23/10
Economía 23/10
Señales 23/10
Educación 22/10
La otra mirada 22/10
Salud 19/10

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 30 de octubre de 2005  
Elogios y críticas a una atención médica

Antes de relatar mi historia deseo agradecer enfáticamente a Osde, Obra Social de Empresarios, el trato dispensado y el eficiente servicio y protección que me brindaron durante las complicaciones graves que debí sobrellevar en estos últimos dos años. En la breve descripción de lo que me sucedió, no ahorraré críticas para algunos médicos rosarinos que no estuvieron a la altura de las circunstancias. El 4 de julio de 2003, durante un viaje a Santa Fe, tuve un accidente automovilístico. Como consecuencia de ello sufrí una fractura de pelvis. Luego de estar internado unas horas en clínicas de la capital provincial, fui trasladado al Sanatorio Parque de Rosario donde fui operado cinco veces por los jefes de Traumatología de ese nosocomio. Se me colocó un clavo placa, pero a los 15 días saltó el mencionado clavo. Se me volvió a colocar el mismo elemento, pero esta vez lo hizo otro profesional de ese sanatorio y al poco tiempo también volvió a salirse. En ese sanatorio adquirí una infección a la que no le prestaron la debida importancia. Estuve con la infección más de un año y medio, con un eritro de no menos de 130. Al borde estuve de una septicemia que podía haberme costado la vida. Desde luego, mi vida cambió radicalmente: estuve convaleciente sin poder moverme, luego en silla de ruedas y hasta el día de hoy con muletas. Para una persona dinámica, acostumbrada a viajar constantemente, a moverse por razones de negocios, la situación emocional fue crítica. Cansado de promesas de que el tiempo mejoraría mi estructura ósea, se soldaría adecuadamente la fractura y se iría la infección, y aconsejado por el concejal Evaristo Monti y un amigo, me dirigí al Hospital Otamendi de la Capital Federal; allí fui atendido por los doctores Distéfano y Castillo. Ellos tuvieron que rectificar todo lo mal que se había hecho en Rosario. Lo primero que hicieron fue detener la infección, tarea que estuvo a cargo del eminente profesor Estambulian. Para poder limpiar adecuadamente la falsa soldadura del hueso debieron cortarme 5 centímetros el mismo. Hace pocos días, y después de más de dos años de angustias y complicaciones, en el Otamendi —donde recibí una atención excelente con profesionales altamente capacitados— me colocaron una nueva prótesis que me permitirá, Dios mediante, retornar a mi vida normal. Lamento mucho que los profesionales rosarinos no hubieran realizado en su momento interconsultas y siguieran con sus métodos sin saber exactamente adónde me llevarían. En este aspecto, considero que he sido víctima de una mala praxis y evalúo por estas horas los pasos a seguir. Pero la finalidad de esta carta es agradecer públicamente a Osde, a sus autoridades y personal, porque en el transcurso de estos años y de este verdadero calvario, estuvieron a mi lado en todo momento, cumplieron con excelencia el servicio y cubrieron todo lo que fue menester. No tengo sino para ellos palabras de agradecimiento. No así para los profesionales que me atendieron en el sanatorio rosarino y a quienes omito nombrar por delicadeza y que en todo caso les mencionaré en el momento oportuno y ante quien corresponda.

LE 6.178.006


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados