El deja vú del discurso educativo

Matias Loja

"Es necesario hacer una verdadera revolución educativa", comentó con voz firme y segura, semanas antes de las elecciones, un recientemente electo diputado nacional por Capital Federal en un debate televisivo, escenario este que desde hace algunos años se ha transformado en el nuevo púlpito de la disputa política.

La videopolítica, término acuñado para describir el fenómeno de la audiovisualización de la política, tanto en su actividad proselitista como en la gestión gubernamental, se adueña de los discursos y propuestas electorales. Y dentro de ella, el tema educativo parece ser el speech favorito de candidatos y representantes en ejercicio, que recurren a él, a sabiendas del consenso generalizado acerca de la importancia de esta cuestión en el futuro de las sociedades.

"Volver a Sarmiento" es otra de las ideas, transformada en slogan de campaña, escuchada con bastante asiduidad en el espacio de la contienda electoral. Así, y salvo honrosas excepciones, pocos fueron los proyectos concretos, algunos más discutibles que otros, que se hicieron presente en boca de los futuros legisladores nacionales acerca de la enseñanza en la Argentina, pues el grueso de los mismos redundaron en pseudopropuestas más vinculadas a describir y diagnosticar nuevamente la "tragedia educativa " que a intentar acercar soluciones, o al menos instalar en el debate público, alguno de los puntos neurálgicos de la agenda educativa, en manos hoy, en muchos aspectos, de la espectacularización frenética de los medios de comunicación ante de determinados hechos que ocurren en las aulas.

Aunque si bien es cierto que, en cierta forma, es saludable y necesaria la presencia del tema educativo en los planes de los futuros legisladores, por momentos los discursos reiterados hasta el hartazgo sobre "lo mal que están las escuelas", y en estos pueden incluirse los pronunciados también por los funcionarios nacionales -algo aún más preocupante-, tornan los argumentos en ecos insistentes sobre una realidad que sólo de palabra es casi seguro que no se altere.

Esta sensación de ya haber escuchado ciertos análisis una y otra vez, evidencian una suerte de deja vú en los discursos educativos, hecho que evidencia, más que una limitación retórica, una más que probable ausencia efectiva de la problemática educativa en los proyectos políticos.


La cuestión universitaria
Sin embargo, la popularidad que pareciera tener la educación en general en la oratoria política no es extensiva en todos sus niveles. De hecho, la importancia de la enseñanza superior, institución de la que egresaron la gran mayoría de los representantes políticos, es obviada casi de manera sistemática.

Del compromiso en la militancia universitaria, enarbolando la bandera de la defensa de la educación pública e inclusiva como uno de los sentidos principales de su joven participación política, a la indiferencia actual es, en algunos casos, un cambio muy brusco.

El prometido y largamente postergado consenso político que, más allá de las diferencias ideológicas y de proyecto estratégico, permitan aunar los esfuerzos conjuntos en pos de una jerarquización de la universidad pública, no suele extenderse más lejos que los espasmódicos encuentros aislados en períodos críticos, como la emergencia financiera que vive la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que anualmente sufre los retrasos presupuestarios del ejecutivo nacional.

Pero tarde o temprano la fachada del "compromiso educativo" del discurso político termina desvaneciéndose ante la inobjetable realidad, que muestra la consecuencia real o ficticia de la arenga de campaña, cuando llega al punto que ni el mejor maquillaje mediático puede ocultar la ausencia de un proyecto educativo serio, superador del detallado diagnóstico que describen los reproductores del deja vú discursivo.