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 sábado, 29 de octubre de 2005  
Con un pie en la calle

Quiero comentar que soy docente con más de 26 años en esta tarea y que desde hace tres estoy en tareas diferentes por una gran depresión que llevo encima, pues estoy esperando día tras día la cédula judicial que me informe en qué día se rematará mi vivienda única. Ya tuve cuatro intentos de subasta en todo este tiempo, vivo y estoy a cargo de mis dos hijos, un varón de 18 y una nena de 13 años, pues mi ex esposa también sufre de un severo trastorno mental desde hace añares. Esto me ha perjudicado en todos sentidos, especialmente en mi trabajo, pues por mi enfermedad he tenido que faltar mucho y ya no tengo más días de licencia, con lo cual mi tarea también está en riesgo. Tampoco tengo familiares o amigos que me puedan facilitar un lugar donde ubicarme con mis hijos y no puedo alquilar pues nadie me da su garantía, sólo tengo mis recibos de sueldo. Comprendo perfectamente la situación de Analía Cognini y es terriblemente más grave que la mía, lo que no puedo entender es cómo después de años de suspensiones y otras medidas por parte de los gobiernos en turno ninguno ha tomado cartas en el asunto, y buscar soluciones para que las personas no pierdan lo único que les queda para seguir viviendo, su techo, y no nos ven como a personas, habitantes y ciudadanos de este país, de esta comunidad, que hemos dado parte de nuestras vidas, aportando como contribuyentes, que los han mantenido y enriquecido en el poder. He visto en estos últimos días con asco lo denigrantes que han sido, en la búsqueda de votos que los sigan acomodando y una vez en el poder no hacen nada por las personas que están en situaciones como la mía, o la de la señorita Cognini. Ellos no viven las penas ni sufrimientos, tanto psicológicos como físicos, están en otro mundo, mientras a nosotros nos esperan los martilleros, síndicos, abogados, jueces y usureros corruptos para sumarse al negocio de los políticos, del enriquecimiento ilícito y una vida del Primer Mundo, a costa de dejar a miles de personas en el inframundo. No nos queda otra cosa más que esperar en qué momento nos cortarán la cabeza, ya muy cerca del 30 de noviembre, fecha en la cual se termina la veda de los remates, sin saber en mi caso personal qué haré con mis hijos.

Ramón Francisco Bustos,

DNI 12.922.556

N de R: El lector se refiere a la situación de miles de personas que sufren el remate de sus viviendas únicas y a la prórroga que existe con los deudores hipotecarios.


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