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 domingo, 11 de septiembre de 2005  
La historia de un sector que supo conocer la gloria

Argentina es un país con una fuerte tradición cinematográfica. En 1915 la industria produjo "Nobleza Gaucha", de Humberto Cairo, en ese momento un éxito del cine mudo. En 1917 Carlos Gardel protagoniza "Flor de Durazno". En la década de 1930 se construyen los estudios Liminton y Argentina Sono Film y el tema del tango es protagonista en el celuloide con películas como "Los muchachos de antes no usaban gomina", de Manuel Romero, que ganan el mercado latinoamericano.

En 1942 se alcanza una producción de 57 títulos. El más famoso: "La guerra gaucha", de Lucas Demare. En estos años el competitivo mercado de Estados Unidos regula las ventas de película virgen y la industria local pierde el mercado latinoamericano en beneficio de las producciones mexicanas.

Aunque el gobierno promulga un decreto de exhibición obligatoria de películas nacionales, la crisis continúa y se agrava con las guerras intestinas entre las principales productoras.

A finales de la década de 1940 y principio de 1950 se cierran varios estudios. A partir de entonces, el cine argentino recibe subvenciones, pero la pérdida de los mercados exteriores pesa demasiado. En 1950 se construyen los estudios Alex, pero ya muchas productoras habían quebrado.

En los años sesenta apareció lo que se llamó nuevo cine argentino, con películas como "Alias Gardelito (1961)", de Lautaro Murúa. El cineasta Torre Nilsson realiza una nueva versión de Martín Fierro en 1968. En la década de 1970 hay un leve repunte impulsado por producciones independientes y con temáticas distintas a las tradicionales de tangos y gauchos, como La fidelidad (1970), de Juan José Jusid, La Fiaca, de Ricardo Talesnik y con temáticas sociales como La Patagonia rebelde (1974), de Héctor Olivera; La Raulito (1975), de Lautaro Murúa.

El cine entre 1976 y 1983 se pobló de comedias pasatistas, con honrosas excepciones como La parte del león (1978), de Adolfo Aristarain, que dirigiría también Tiempo de revancha (1981), con el actor Federico Luppi; La isla, de María Luisa Bemberg, y las películas post proceso, con temática definida desde lo socio político. El reflejo más claro fue La historia oficial, de Luis Puenzo.

Después de un período de cierto estancamiento, en los últimos años el cine argentino ha experimentado un renacer con autores y directores nacidos a mediados de 1970, entre ellos Fabián Bielinski, con su producción "Nueve Reinas" vendida al exterior como producto terminado y comercializado su guión para una remake en Hollywood.
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