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 sábado, 06 de agosto de 2005  
La billetera lo salvó de los disparos de los ladrones
Le quisieron robar la moto a un cadete y no pudieron. Lo balearon, pero la fortuna estaba en el bolsillo

"Tiene un moretón en una nalga gracias a que la bala pegó en la billetera y no la atravesó". Esa fue la explicación de lo que pudo ser un hecho mucho peor. "Fue como el lejano oeste", pero en Juan Manuel de Rosas al 2000. Cuatro delincuentes quisieron robarle ayer por la tarde la moto al cadete de un negocio de venta de repuestos de autos y, y al no poder concretar su objetivo, cubrieron su huida a balazos. Uno de los disparos impactó en el glúteo de uno de los empleados y la billetera que tenía en el bosillo trasero de su pantalón evitó que lo hiriera. El otro disparo se estampó en uno de los ventanales de la farmacia de Juan Manuel de Rosas y Cerrito.

Cuando el sol le ganaba la pulseada a la tarde fría y nublada, cuatro delincuentes llegaron hasta Juan Manuel de Rosas al 2000. Varios testigos aseguraron que seguían al cadete de una casa de venta de repuestos de autos. Lo cierto es que, cuando el joven llegó a las puertas del local, los ladrones quisieron arrebatarle el pequeño rodado. A partir de ese momento todo fue confusión.

"Varios tipos siguieron al cadete y cuando le quisieron robar la moto se dieron cuenta que estaba por entrar al negocio", explicó uno de los encargados de la casa de repuestos. "Fue en ese momento que los tipos quisieron entrar y le cerramos la puerta. Entonces, en la calle, le robaron al boleo a uno de nuestros clientes que en ese momento llegaba", contó el hombre.

En la calle los segundos se consumían como la adrenalina que recorría a los hampones, que se habían quedado a mitad de camino y entonces decidieron huir.

"Cuando se iban, para cubrirse, le dispararon a uno de los empleados con la suerte de que el tiro le pegó en la billetera y sólo le dejó un moretón en la cola", explicó el encargado. Varios testigos aseguran que los ladrones, que serían cuatro, se subieron en un Peugeot 505 de color negro.

Pero para los vecinos del barrio las sorpresas todavía no habían finalizado. "Cuando estaba levantando la persiana escuché como un piedrazo en uno de los ventanales", contó la farmacéutica de Juan Manuel de Rosas y Cerrito que abría su local cuando los delincuentes escapaban. "Enseguida miré y vi que el agujero era demasiado grande para ser una piedra. Entonces me di cuenta de que era un balazo", confió la mujer.
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