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 sábado, 06 de agosto de 2005  
Rapto y robo. Un empresario fue abordado por un par de delincuentes en Uruguay al 3300
Logró librarse de sus secuestradores tirándose de su auto en movimiento
Le dijeron que su vida valía "50 lucas" y que lo iban a llevar a Buenos Aires. Sólo le robaron 3.720 pesos

Ariel Etcheverry / La Capital

La jornada laboral de ayer comenzó mal para el dueño de un astillero de la zona sur de la ciudad. Tres delincuentes lo interceptaron cuando bajó de su camioneta, en la puerta de su taller, y mediante amenazas de muerte con armas de fuego lo obligaron a subir nuevamente al vehículo. Así, privado de la libertad y en un virtual secuestro, se lo llevaron a dar vueltas mientras le sustrajeron 3.720 pesos y la billetera. Todo concluyó a los pocos minutos cuando el empresario, en un descuido de sus captores, abrió una puerta del rodado en marcha y se arrojó al pavimento. Los asaltantes siguieron viaje, pero luego abandonaron el auto cerca del lugar donde se inició la secuencia.

Raúl Lucchini tiene 60 años y es dueño de una fábrica de plástico reforzado y astillero ubicado en Uruguay al 3300. Luego de completar la denuncia del atraco en la seccional 18ª, el empresario accedió a contar a La Capital lo que vivió con la única condición de no ser fotografiado. "Tenés que vivirla para saber lo que es un asalto, que te secuestren y te pongan un revólver en la cabeza", manifestó mientras caminaba con una evidente renguera, producida por el fuerte golpe que sufrió al caer de su camioneta en movimiento.

Todo comenzó cuando asomaban las primeras luces de la mañana. Eran las 7 y el clima estaba tormentoso y frío. Lucchini llegó a su empresa como siempre, a bordo de su camioneta Isuzu Trooper color azul. El hombre estacionó y cuando se disponía a encarar hacia el portón vio que tres sujetos se le acercaban raudamente. Uno iba en bicicleta, los restantes a pie y ya con sus armas desenfundadas. Tendrían entre 20 y 30 años y actuaron a cara descubierta.

No le dieron tiempo a nada. Enseguida lo obligaron a subir otra vez a la camioneta. "Tu vida vale 50 mil pesos", le anunció uno de los hampones mientras lo ubicaba en el asiento trasero. A todo esto, y mientras Lucchini era privado de la libertad, el tipo de la bicicleta se marchó del lugar como si su misión hubiera terminado.

Mientras tanto, Lucchini quedó ubicado en la parte trasera del vehículo con uno de los delincuentes apoyándole un revólver en el cuerpo. El tercero de la gavilla, y que ostentaba un pistolón de caño recortado, se ubicó frente al volante y le quitó las llaves al empresario. Así, los dos asaltantes y su víctima, a la que le ataron las manos con un alambre, salieron por Uruguay en dirección al este. "Tu vida vale 50 lucas", volvieron a decirle, "así que ahora nos vamos a Buenos Aires".


"No sé en qué pensé"
Al rememorar algo de lo poco que pudo hablar con sus captores, el empresario señaló: "Les dije que no tenía esa plata, pero que sí llevaba algo de efectivo en un bolsillo del pantalón. Me dejaron desatarme una mano y les entregué el dinero y la billetera". Fueron 3.720 pesos que Lucchini había sacado del banco el jueves para hacer frente unos pagos del día.

Pero el periplo duró poco. Luego de entregar los billetes, Lucchini percibió que era el momento de actuar. La camioneta circulaba por Ovidio Lagos, a la altura de la avenida Jorge Cura. "Como tenía una mano libre aproveché, abrí la puerta y me tiré al pavimento. No se en qué pensé, pero tuve la oportunidad y lo hice", confesó.

Cuando Lucchini cayó al asfalto, los asaltantes siguieron viaje por Ovidio Lagos hacia el norte y desaparecieron. La víctima pidió auxilio en la calle y a los pocos minutos llegó una patrulla del Comando Radioeléctrico. Minutos después, cuando la policía había dado la voz de alerta a las fuerzas de calle para dar con el rodado del empresario, la Isuzu Trooper apareció abandonada e intacta en Lavalle al 3400, a cinco cuadras del establecimiento de Lucchini.

Para los investigadores de la seccional 18ª, que actúan por razones de jurisdicción, los delincuentes no son lo que comunmente se define como profesionales del hampa. "Creemos que fue un asalto al voleo. El hombre no le contó a nadie que tendría ese dinero encima y si fuesen profesionales no le hubiesen atado las manos con alambre y abandonado la camioneta en la misma zona. Por eso estimamos que fueron ladrones comunes y del barrio", señaló una fuente policial. Más allá de esa cercanía, hasta anoche no había rastros de los delincuentes.
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La 4X4 del empresario en la que los ladrones lo llevaron como rehén.

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