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 sábado, 11 de junio de 2005  
Central reprobó ante Argentinos, no crece y cae

Gustavo Conti / La Capital

Como esos pibes que se esfuerzan estudiando pero no les entra nada. Voluntarioso, Central fue sólo eso, porque a la hora del examen volvió a reprobar. Sumó un punto que le mantiene la cabeza a flote en las copas pero, ¡qué difícil imaginar sacando así réditos ante el urgido Instituto en Córdoba, el siempre poderoso River en casa y el encumbrado Estudiantes en La Plata! Si no se destacó ni en la bolilla más sencilla de las cuatro que le restan al Clausura, con el livianito Argentinos.

Explicación I: la lesión de Encina, los bajones anímicos y futbolísticos de Andrés Díaz, Ledesma y Vitti. Los que más sabían, por "hache" o por "be" no aplicaron más sus conocimientos desde que conocieron la punta. Explicación II: el equipo perdió dinámica, no tiene cambio de ritmo, no sorprende. Explicación III: esta cabe sólo para el partido de anoche y tiene que ver en la equívoca decisión de las variantes para cambiar el rumbo.

La sensación es la misma que cuando Púa dejó huérfano al plantel dos fechas después de asumir: la de un equipo sin capacidad de reacción. Zof y Cuffaro Russo obraron el milagro esa vez, desterraron los malos augurios y dejaron hoy a Central con chances de entrar a las dos copas sudamericanas. Lo que ocurre es que cuesta escapar al pensamiento de que hasta acá se llegó.

Central viene en picada futbolísticamente y no parece haber tiempo ni recursos para revertirlo. Esa tendencia se acentuó anoche, amén del esfuerzo elogiable que puso. No se le cayó una idea y la pelota parada fue su único recurso. Increíble para un equipo que se distinguió por su juego exquisito. Un cabezazo de Villa fue el prólogo, el remate de Rivarola fue la constancia.

Nada más, o casi. El remate de Ruben tras una buena asistencia de Lorenzetti en el complemento, cuando Central ya jugaba con un hombre más por la expulsión del prometedor pibe Córdoba (abrió la cuenta, definiendo muy bien eludiendo a Ojeda, tras una asistencia perfecta de Carrario), fue la excepción y no la regla.

Dubitativos los centrales, sin saber aplicar su despliegue Calgaro, sin incidencia los volantes laterales, la movilidad de Villa se embarullaba entre la marca férrea de Galván y Medero, pero era el que más intentaba. El y Rivarola emergían en la mediocridad del resto, y sin embargo los dos dejaron la cancha anticipadamente.

El primero fue Villa y así Alemanno ocupó una nueva posición que puede agregar a su corto currículum en primera: centrodelantero, donde pasó aún más desapercibido que hasta ahí. Y luego le tocó a Rivarola, el único que llevó peligro desde la pelota parada, como en el segundo tiempo cuando Gutiérrez dio un peligroso rebote. La alegría del ingreso de Chamot, que a decir verdad mucho no se justificaba por entonces, fue lo único interesante de esa variante.

Sin recursos, sin aprovechar la diferencia numérica, sin una línea nueva de juego que parece deberá ser necesariamente distinta a la que traía para reencontrar el rumbo. Así terminó la noche Central, cada vez más envuelto en dudas y en riesgo cierto que las copas le pasen delante de las narices.
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Rivarola, lo mejorcito de Central, lucha contra Carrario.

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