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 sábado, 11 de junio de 2005  
Judo: Miguel Albarracín fue por el oro y la bandera
El orgullo del rosarino por ganar el Panamericano y el Sudamericano para su país

Rodolfo Parody / La Capital

El judoca Miguel Albarracín siempre tuvo ofertas para competir en el exterior y por una razón las descartó: no le interesa representar a otro país que no sea Argentina. Un sentimiento de pertenencia que se intensifica cuando sube al podio, como ocurrió con los primeros puestos conseguidos en el Campeonato Panamericano de Caguas (Venezuela), que lo clasificó al Mundial de El Cairo (Egipto), y en el Sudamericano de Cali (Colombia).

Existen dos motivos que explican la trascendencia del Panamericano en la carrera de Miguel. Por empezar, se jugaba la chance de clasificar a su segundo Mundial de mayores. La otra cuestión pasaba por una cuenta pendiente del propio judoca. "Nunca lo había ganado. Quedé tercero en los campeonatos realizados en Córdoba (2001) y Santo Domingo (2002), y fui eliminado en la primera pelea en Isla Margarita (2004)", describe el rosarino, medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo y noveno en los Juegos Olímpicos de Atenas.

En su camino al título en la categoría hasta 60 kilos, dejó fuera de combate al ecuatoriano Gerard Cadet, al puertorriqueño Juan Román, al canadiense Frazer Will y al brasileño Daniel Loureiro, en la final.

Al único que no enfrentó de los más fuertes del continente fue al cubano Angelo Gómez (derrotó a Miguel la única vez que se encontraron en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo). Por una insólita decisión del país organizador del campeonato, no se entregaron visas a los judocas cubanos y venezolanos, quienes de esta manera no pudieron participar.

A los pocos días del título panamericano, Miguel compitió en el Sudamericano de Cali. La exigencia fue menor y volvió a ser campeón. En el combate decisivo tuvo a maltraer al venezolano Javier Guedez, que no pudo resistir su agilidad y destreza.

Durante este periplo exitoso hubo otro título especial: el primer puesto por equipos. "Creo que hacía como 40 años que no se ganaba al título sudamericano. Ganamos el oro frente a Brasil, que nos había vencido en la final del Panamericano", expresa el rosarino, para luego elogiar a su entrenador, el ex judoca Gastón García, quien formó parte del cuerpo técnico nacional: "Desde que nos acompaña, todos estamos más unidos y trabajamos a conciencia. Esto se debe a que existe respeto hacia una persona que tiene cuatro ciclos olímpicos encima".

Ningún resultado es casualidad y Miguel explica que estos triunfos se deben a la preparación durante los dos primeros meses del año, cuando realizó "una gira por Alemania, Polonia, Hungría y Portugal, donde estuve entrenando y competí en tres torneos".

El viaje se lo pagó él, aunque ahora la Subsecretaría de Deportes de la Provincia de Santa Fe se lo devolverá en concepto de subvención.

Como todo deportista amateur con aptitudes, pensó alguna vez en radicarse en el exterior. Pero la exigencia de combatir para otra Nación no lo seduce porque "todo lo que logré lo hice por mi país y eso no te lo quita nadie. Si gano una medalla en un Mundial o en los Juegos Olímpicos quiero que sea con la bandera argentina y no con la de Brasil o la de España, de donde tuve ofrecimientos. Mirá el interés que habrá que ahora Portugal y Alemania también quieren que vaya".

Este estudiante de kinesiología, que cursa el cuarto año, logró en el Panamericano una plaza para el Mundial de El Cairo, a disputarse en septiembre. Será la cuarta oportunidad en la que se medirá con lo mejor del planeta. Ya intervino en dos ediciones de la categoría juvenil (su mejor posición fue un quinto puesto en Túnez 2000) y en una ocasión en el de mayores (Osaka 2003). Ahora buscará el podio, aunque fiel a una costumbre que mantiene con Ovacion, prefiere no arriesgar un pronóstico: "Para no quemarme", explica.
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El rosarino cumplió una de sus deudas al conquistar el Panamericano en Venezuela.

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