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 sábado, 11 de junio de 2005  
TC: Omar Tanoni, rápido y furioso
El joven piloto de Bombal ganó por primera vez en Turismo Carretera hace tres semanas en Río Cuarto y quiere repetir el domingo en Rafaela

Lucas Vitantonio / La Capital

El ADN de Omar Tanoni (29 años) destila pasión por el automovilismo. Creció en el seno de una familia ciento por ciento tuerca. A los 15 años disputó la primera carrera oficial en un trazado de tierra. Luego participó en el Turismo Nacional (obtuvo el subcampeonato en la clase 3) y desde el 2002 compite en Turismo Carretera (TC). Precisamente en la última presentación de la categoría más popular del país, el 22 de mayo en el circuito cordobés de Río Cuarto, se dio el gran gusto de subir por primera vez a lo más alto del podio y cumplir el sueño del pibe. Amable, sencillo, frontal y sin perder jamás el sentido del humor, el piloto nacido en Bombal está feliz por la victoria, pero no se conforma y confiesa: "Ahora que gané quiero más, mi máxima aspiración es ser campeón del TC".

Los fanáticos del automovilismo saben que el TC tiene una magia especial. Los sentimientos, las anécdotas y los recuerdos sobre los orígenes afloran en cada carrera. "Que vaya gente a los circuitos, toque los autos y llore, debe pasar en el TC y en muy pocas categorías del mundo. Creo que la pasión es igual o mayor a la que genera el fútbol", dice convencido Tanoni. Y al respecto agrega: "Es difícil entender que un chico de 10 años hinche para una cupé Chevy o un Torino, autos que casi no se ven más en la calle. Creo que la pasión viene de muchos años atrás, de las cupecitas de los hermanos Gálvez, de las carreras en trazados de tierra o en rutas. El TC es algo nuestro, como si fuera un símbolo patrio".

Con la felicidad a flor de piel por haber ganado la última prueba de TC, Omar Tanoni recurre a dos palabras para explicar las razones que motivaron su pasión por el automovilismo: "Mi familia". "Mi mamá Irene -cuenta- creo que es la más fierrera de todos nosotros. Ella era docente y cuando salía de dar clase le ayudaba a armar motores a mi papá Luis en su taller mecánico. En esa época yo tenía un año. Me crié en un ambiente ciento por ciento tuerca".

La primera carrera oficial de Omar Tanoni fue en una prueba zonal sobre un circuito de tierra, en la localidad de Villa Cañás, con la categoría Renault 850 santafesina. "Tenía 15 años y se me rompió el motor en la mitad de la competencia", recuerda acerca del debut.

La foja de servicio del piloto de Bombal prosigue en 2000 con el Turismo Nacional clase 2, donde en la primera carrera logró subir al podio. Al año siguiente, en la clase 3, se consagró subcampeón. Entonces desembarcó al fin en el TC. "Debuté en 2002 en Río Cuarto. Salí primero en el repechaje y pude correr la final. La mejor ubicación que había logrado hasta ahora en la categoría era un tercer puesto, en 2003 y en el mismo circuito, compartiendo el podio con el Gurí Martínez y Guillermo Ortelli", rememora.

En la cuarta temporada en el TC, confiesa que "poder correr hoy en la máxima categoría del país es el sueño del piloto, es como tocar el cielo con las manos".

El mantenimiento del Crevrolet que conduce Tanoni se realiza íntegramente en Bombal. "Hay tres pibes del pueblo que trabajan con el auto permanentemente y junto a ellos están en el taller mi papá Luis (76 años) y mi tío Artemio, que son parte del equipo. Además tenemos el asesoramiento en el chasis de Alberto Canapino y los motores son de Jorge Pedersoli", relata el piloto que está por cumplir 30 años.


Máxima velocidad
Cuando el pie se hunde en el acelerador la adrenalina fluye por el cuerpo del piloto. Sin bien la velocidad máxima que desarrollan los autos depende del circuito, en las rectas siempre se conduce al palo y nadie se guarda nada. En la próxima carrera, el domingo en Rafaela la aguja del tablero llegará a 275 kilómetros por hora. "Los pilotos estamos preparados para ello, vamos muy concentrados y los autos transitan muy bien en ese registro. La sensación de vértigo no está dada tanto por la alta velocidad, sino por el momento de la frenada, o bien cuando uno se despista y espera el impacto", cuenta Tanoni.

A la hora de nombrar a su máximo ídolo en la categoría, no duda en hacer referencia a Juan María Traverso. "Ganó con todos los autos a los que se subió y hoy sigue estando vigente con las mismas ganas de un piloto que recién empieza", afirma. Y en la Fórmula Uno elige al desaparecido Ayrton Senna. "De los corredores que están ahora no me gusta ninguno. Sí espero que llegue Pechito López", dice.

Consultado acerca de si es un piloto impulsivo o racional arroja una frase que define la cuestión. "Si tengo que ir a la chapa para pasar lo hago, no espero a la próxima vuelta. Que pase lo que Dios quiera. Y esto lo hacen la mayoría de los conductores de TC", explica.

De cara al futuro dice que lo "ideal sería seguir sumando puntos, en una categoría muy difícil, la número uno del país, donde todo el mundo quiere llegar primero". Igual el piloto de Bombal se anima a soñar: "Ahora ya ganamos y voy por más. La máxima aspiración es ser campeón en el TC".

En la actualidad, Omar vive en Venado Tuerto junto a su mujer Virginia. "Una semana antes de la carrera que gané en Río Cuarto me enteré que voy a ser papá y estoy muy contento", dice con una sonrisa.

De vez en cuando juega al tenis, pero su anécdota deportiva más jugosa abajo del auto de carrera fue con el golf. "Mi cuñado me invitó a probar unos golpes. Estaba ansioso y en el primer impacto en vez de golpear a la pelotita le pequé al piso y quebré el palo. Fue hace un mes y medio y tuve que pagarle $750", cuenta eufórico.

Sobre el cierre de la charla introduce un dato por demás interesante. "El año pasado tuve la suerte de viajar a Indianápolis, en Estados Unidos, a presenciar la exposición de elementos de autos de carrera más grande del mundo. Y pude recorrer en colectivo el legendario óvalo de las 500 millas", relata.

Precisamente la próxima carrera de TC se disputará este domingo en Rafaela, un circuito similar al de Indianápolis, aunque el óvalo criollo está tamizado con un par de chicanas. Tanoni toma una hoja y una birome, y en ese boceto que realiza del trazado rafaelino, señalando con precisión el lugar de cada chicana y el tramo donde los vehículos vuelan a 275 km/h, queda evidenciada su pasión por el planeta tuerca.
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La cupé Chevy de Tanoni se encamina a la victoria en Río Cuarto.

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