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 sábado, 11 de junio de 2005  
Eduardo Rodríguez asumió el cargo del renunciante Carlos Mesa
Bolivia espera que el nuevo presidente le pueda devolver la normalidad
Evo Morales prometió levantar los bloqueos, pero grupos más radicalizados mantienen asediada a La Paz

La Paz. - Los bolivianos recibieron con alivio al flamante presidente interino Eduardo Rodríguez, quien en su primer mensaje hizo un llamado a una tregua que permita al país volver mínimamente a una vida normal. El hasta el jueves titular de la Corte Suprema de Justicia recibió el respaldo del poderoso líder cocalero Evo Morales, un augurio de que las manifestaciones callejeras y los bloqueos de carreteras podrían ceder, luego de casi un mes que dejó a Bolivia desabastecida y con muchos servicios esenciales cortados. Los bloqueos, sin embargo, no dependen sólo de Morales, sino también de grupos más radicalizados, como la COB, Central Obrera Boliviana y los activistas de la ciudad de El Alto, vecina a La Paz. Estos ayer decidieron mantener los bloqueos, y por lo tanto la capital boliviana seguía padeciendo los efectos del asedio, que comenzó el 16 de mayo pasado. Los activistas negaron incluso el paso a camiones cisterna con agua potable. Sin embargo, en Santa Cruz y en diversos campos petroleros que estaban tomados sí se levantaron las medidas de fuerza.

Rodríguez llegó a la presidencia en su condición de titular de la Corte Suprema de Justicia el jueves, luego de una jornada caótica que vió cómo las protestas callejeras y el redoblarse de los bloqueos forzaban la renuncia de los titulares de ambas Cámaras del Congreso, a los que corresponde, según indica la Constitución, ocupar la presidencia interina antes que al titular de la Corte. Rodríguez recibió ayer en La Paz las llaves de la oficina presidencial de manos del mandatario renunciante, Carlos Mesa. Este, un periodista e historiador que estuvo en el poder por 18 meses, había asumido en octubre de 2003 a la caída del Gonzalo Sánchez de Lozada, luego de una serie de protestas y bloqueos muy similares a los que ahora terminaron con su mandato. Mesa asumió entonces en su carácter de vice de Sánchez de Lozada.

El acto protocolar en el palacio de gobierno del centro de La Paz se desarrolló normalmente, para los tiempos que corren en Bolivia: mientras se desarrollaba la ceremonia las calles paceñas eran estremecidas por la detonación de cartuchos de dinamita lanzados por mineros, que llegaron por miles desde el inicio de las protestas.

Antes del cambio de mando, Rodríguez debió jurar como presidente ante el Congreso, institución que había aceptado la renuncia de Mesa. En su discurso de asunción, el jurista invitó a deponer las acciones de protesta para construir "un gran acuerdo nacional" que permita a los bolivianos encarar grandes desafíos. "Invoco al pueblo boliviano, a su capacidad de reencontrarnos solidariamente, de encontrar en el día de mañana, la posibilidad de darnos la mano nuevamente en paz y ser capaces de volver a cantar himnos de paz y de unión", dijo Rodríguez, en su primer mensaje.

La invitación del jefe de Estado fue bien recibida por distintos sectores, que se sumaron a los pedidos de tregua y anunciaron que levantarán las movilizaciones a la espera de que se conforme el nuevo gobierno, que encabezará una etapa de transición de cara a un proceso de elecciones.

El poderoso líder cocalero y diputado Evo Morales fue uno de los primeros en manifestar su disposición a declarar una "tregua social". "Viendo la situación política y social del país, nuestra sugerencia es un cuarto intermedio en nuestras movilizaciones, y de esta manera evitar mayores conflictos y permitir que el nuevo presidente haga su equipo", declaró Evo, como lo conocen en Bolivia. Dejó entrever que su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), se prepara para los próximos comicios, que el nuevo gobierno deberá convocar en un plazo no mayor a seis meses. La impopularidad de Morales, sin embargo, es altísima, ya que la opinión pública lo ve como el gran responsable de los padecimientos que acarrean los bloqueos (ver página 24).


Mesa está de "chaki"
Cuando Mesa llegó al palacio de gobierno ayer al mediodía para recibir a Rodríguez, confesó a los periodistas: "No tengo ganas de volver al palacio aún estoy de chaki", palabra aymara que significa resaca.

Rodríguez llegó al aeropuerto de El Alto procedente de Sucre y se dirigió por una vía alternativa a La Paz, puesto que los principales accesos permanecían cortados con piedras y troncos.

Al abandonar el palacio rumbo a su residencia en la acomodada zona sur de La Paz, Mesa comentó: "Me duele que se haya perdido una vida, hemos trabajado tanto para que eso no ocurra", en referencia al minero muerto durante los enfrentamientos del jueves en Sucre. El presidente saliente siempre se preocupó para que bajo su mandato no hubiera represión sangrienta, como la que ordenó su antecesor en octubre de 2003, con un saldo de entre 56 y 80 muertos. La muerte del minero en Sucre está siendo investigada.


El Alto mantiene los piquetes
Mesa llamó a los dirigentes de El Alto, los más radicalizados y que mantienen sometida a La Paz al desabastecimiento total (incluso de agua y medicinas) a "deponer sus protestas por un acto de humanitarismo", para permitir que los habitantes de esa ciudad y La Paz se abastezcan de alimentos y combustibles.

Pero su llamado no fue escuchado, porque al final de una asamblea en El Alto, los dirigentes de las protestas acordaron no levantar los bloqueos e impedir el paso de camiones cisterna con agua a la capital. El líder sindical de El Alto Edgar Patana había dicho que antes de tomar cualquier decisión esperaban reunirse con el nuevo presidente.

A pesar de la actitud alteña, La Paz recobraba una relativa normalidad en sus actividades después de 25 días de marchas callejeras y dinamitazos que la sumieron en el caos. El alcalde paceño Juan del Granado levantó la huelga de hambre de una semana, junto a decenas de dirigentes vecinales, para demandar la convocatoria a una asamblea constituyente y el fin de las protestas.

El Congreso volverá a sesionar el próximo martes para aprobar una ley de convocatoria a referéndum sobre autonomías. Pero el centro del debate puede plantearse en la convocatoria a la asamblea constituyente y la nacionalización de los hidrocarburos, las dos exigencias de los grupos radicalizados que guiaron las protestas.

Rodríguez anunció que convocará a elecciones generales en cinco meses para presidente y vicepresidente, pero la demanda generalizada es que también se elija a un nuevo Congreso, ya que el actual no es representativo de la opinión popular. Por ejemplo, el partido MNR, del fugado Sánchez de Lozada, mantiene hoy la mayor bancada, y su aliado MIR también ostenta un importante número de escaños. Es inimaginable que estos dos partidos tradicionales logren renovar sin pérdidas sus bancadas si hay elecciones antes de fin de año.

"La elección del presidente y vicepresidente no resuelve la ingobernabilidad que ha vivido el país, será necesario renovar también el Congreso y eso requiere de un acuerdo político", dijo el analista Alvaro García, un ex guerrillero convertido ahora en el más influyente comentarista de televisión.
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Mesa es despedido ante el palacio presidencial por su sucesor, Eduardo Rodríguez.

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