Año CXXXVII Nº 48700
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Salud 23/03
Autos 23/03
Turismo 20/03
Mujer 20/03
Economía 20/03
Señales 20/03
Educación 19/03

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 27 de marzo de 2005  
Yo creo: "Perfecta como el huevo frito de McDonald"

José L. Cavazza / Escenario

En los últimos años el mundo entero cayó de rodillas ante la voz aterciopelada y perfecta de Norah Jones. El planeta se enamoró de ella y los críticos también. Y está bien, porque el canto de Norah es tan pulcramente redondo como los huevos fritos McDonald. Encima, para algunos exquisitos Norah es lo mejor de la cadena alimenticia desde Billie Holiday. Hay que decirlo también: existen muchas diferencias y demasiadas comparaciones odiosas. En principio, la desdichada Billie no cantaba perfecto, pero fue la más grande de las vocalistas de jazz de la historia, a más de cuatro décadas de su muerte. Ella no tuvo ni siquiera la oportunidad de alcanzar la perfección del huevo frito de la cajita feliz, en medio de una historia propia de violaciones, prostitución, reformatorios, alcohol, drogas, racismo y, finalmente, una muerte que la encontró esposada y acusada de consumir heroína mientras agonizaba en un hospital. Su singular voz tenía swing pero también emoción y desgarro. ¿Cómo cantar "perfectamente" "Strange Fruit", aquel espeluznante poema sobre los negros ahorcados que colgaron en los árboles del sur de Estados Unidos? Billie cantaba en libertad condicional y Norah, en cambio, canta para gente que sabe lo que quiere de la vida, para hombres con ambiciones, para tipos llenos de hormonas. Para Holiday no había futuro porque tenía la cabeza hecha una coctelera. Norah Jones canta un paisaje inexpresivo del futuro, parecido a un parque temático donde se enseña a pensar a las máquinas. Si Billie tuviera la posibilidad de cantar hoy un futuro posible, su voz dibujaría una gigantesca y devastadora erupción volcánica, un trozo de autopista de 12 carriles destruido por el último terremoto, una postal amarillenta e inútil del Protocolo de Kyoto. Es cierto, uno escucha la voz perfecta de Norah y se distrae de la música, por que es como conducir en la ruta un coche demasiado cómodo y demasiado silencioso durante mucho tiempo. Te puede relajar tanto que termina siendo peligroso. Norah es ultramoderna como las tarjetas de créditos inteligentes o como esos tazones descartables y sin fondo de café. Su voz perfecta podríamos compararla con esos edificios geométricos y llenos de cristales de las grandes ciudades. En cambio la voz de Billie tendrá misterio eternamente.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


cartelera



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados