En memoria del doctor Miecchi

Mi muy querido doctor Miecchi: si es verdad que después de esta vida existe otra, desde la cual usted pueda leer esta carta, quiero hacerle llegar mi profundo sentimiento de pesar por su desaparición física de este mundo. Son muchos los momentos de dolor, de preocupación y de alegría que a lo largo de esta vida nos han unido. Desde mi adolescencia, coincidente con sus primeras armas en la medicina en las que usted comenzó a ser el médico de la familia, pasando por la enfermedad de mi padre, quien luego de su precoz diagnóstico fuera operado de una grave afección de la que sobrevivió ocho años. También por mis dos embarazos, que hoy se han convertido en dos hijos ejemplares, y por el constante apoyo y estímulo que usted me proporcionó cuando se enteró de que yo iba a comenzar mis estudios de medicina. Quizá no ha sabido nunca de esta devoción que yo he sentido por usted, de lo agradecida que le estaré eternamente por todo lo que usted hizo por mi familia y por mí misma, y de la cantidad de veces que pasé por su domicilio en Alberdi y me sentí tentada de llamar el timbre para preguntar por su salud, sin hacerlo por temor a molestar. Todos estos recuerdos que vinieron a mí en este momento ojalá sirvan para llevar algo de consuelo a su señora esposa y a sus hijos; al menos así lo deseo, pensando en que, seguramente, debe haber muchos pacientes que lo recuerdan con tanto cariño por su bonhomía, su calidez, su humildad y su sapiencia, que trato de imitar en mi propia vida y profesión.

Doctora Amira G. Lehrer