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 domingo, 21 de noviembre de 2004  
Firmat festejó su designación como capital de la maquinaria agrícola
La ciudad y la metalmecánica crecieron juntas y acuñaron historias de pioneros

Silvia Carafa / La Capital

Firmat.- La ciudad estrenó su rol de capital provincial de la industria de la maquinaria agrícola con una muestra donde los "fierros" tuvieron un lugar destacado. Seis décadas atrás la comunidad entrelazó su perfil productivo a la metalmecánica y la relación nunca dejó de crecer. Crisis de por medio, sus habitantes retomaron una y otra vez el rumbo marcado por los pioneros. Hoy, 65 empresas metalúrgicas de distinto porte sustentan en forma directa unas 1.300 fuentes de trabajo y traccionan comercio y servicios con una dinámica que no pasa inadvertida.

"Estamos pasando por un buen momento, sobre todo si lo comparamos con épocas del pasado reciente", explicó el intendente Carlos Torres, y señaló que el buen nivel actual de trabajo se logró por el esfuerzo de los precursores. La credencial de capital de la industria agrícola rescata aquella labor visionaria y rinde homenaje a historias de vida que, en la primera mitad del siglo pasado, cimentaron a la industria local. "Es un reconocimiento a los que marcaron el camino como el caso de don Roque Vassalli que patentó el primer cabezal maicero del mundo", comentó.

Según el diputado Alfredo Cecchi, autor del proyecto que confirió el rango citado, es el "espíritu compenetrado en nuestras raíces el que quiere rescatar, reivindicar y consolidar la lucha del hombre de nuestro medio". Además, señaló que en Firmat está radicada la marca Don Roque, una de las tres fábricas de cosechadoras que tiene el país; las otras dos son Bernardín y Marani-Agrinar, por lo que resulta difícil escindir la historia firmatense del desarrollo de la fabricación de cosechadoras agrícolas.

En los considerandos que fundamentan la declaratoria, Cecchi recuerda que entre las décadas del 50 y 70 Firmat duplicó su población y que fue la evolución de la pequeña fábrica que Vassalli instaló en 1949, la que marcó el ritmo demográfico. "La reinversión continua consolidó la empresa y los mercados de Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Colombia fueron los destinatarios habituales de las cosechadoras producidas en esta ciudad", explicó el legislador.


Un maquinista de ley
Entre las historias de vida ligadas al desarrollo industrial de Firmat está la de don Pedro Ubelarte, el creador de una miniatura que cautiva la atención cada vez que aparece en escena. Se trata de una trilladora que funciona con motor a vapor cuya construcción, y la del equipo que la completa, insumió casi cuatro décadas. En la reciente exposición industrial y comercial de esta ciudad, la pequeña cosechadora volvió a ocupar un lugar de admiración.

"Mi padre, que nació en 1915, construyó esta máquina como un hobby, es una réplica de las trilladoras en las que trabajó cuando tenía 15 años", explicó Luis Ubelarte. Más tarde, don Pedro obtuvo los diplomas de maquinista y foguista de motor a vapor, "imprescindibles y obligatorios para comandar los equipos de trilla y desgrane". Además, dijo que el equipo miniatura, que construyó su padre y cuyo mantenimiento no abandonó hasta que falleció, es un homenaje a los "viejos chacareros".

Se trata de la reproducción a escala del equipo que se utilizaba para trillar en las décadas del 30 y 40 y que está compuesto por el motor a vapor y la casilla que transportaba la paja para alimentarlo, la casilla del cocinero, la trilladora, el acarreador que llevaba el trigo hasta la máquina, un tanque aguatero y la cocina. Además, incluye los útiles y enseres que se empleaban en aquella época y hasta los platos, sin pasar por alto los trabajadores representados a escala.

La réplica realizada por Pedro Ubelarte es una copia de la Ramsomes inglesa y, con sus pequeñas dimensiones, es capaz de trillar 15 a 18 kilogramos por hora de cereal fino. El motor fue construido en combinación de dos de la época, el Ramsomes (inglés) y el Case (americano), con una bomba de agua que aspira un litro cada cinco minutos y un largo total de 1,30 metro. La trilladora mide 1,65 metro y el acarreador extensible, 2,35. Las bolsas en las que se recoge lo cosechado también son miniaturas. La pequeña trilladora construida por Pedro Ubelarte es el antecedente lejano de las modernas cosechadoras, con funciones computarizadas. En aquel entonces las máquinas no recorrían el campo, trillaban el cereal al pie de las parvas y se trasladan de un campo a otro a tiro de bueyes y caballos. A esta versión le siguió un modelo de arrastre que se llevaba de tiro. Sobre finales de los años 40 las cosechadoras ya eran autoimpulsadas.
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Pedro Ubelarte junto a su nieto.

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