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 domingo, 21 de noviembre de 2004  
Comercio. Empresarios textiles, del calzado y fabricantes de bicicletas están en alerta y descreen de las protecciones que ofrece el gobierno
Las industrias de la región miran de reojo el acuerdo con China
Industriales de Argentina y Brasil están negociando para elaborar estrategias comunes frente al acuerdo

Sandra Cicaré / La Capital

El gobierno argentino reconoció a China como economía de mercado y desató la luz de alerta entre los industriales que recién empiezan a levantar cabeza tras la prolongada crisis de los años 90. Aunque oficialmente, la administración de Néstor Kirchner salió a poner paños fríos a la alarma generalizada y aseguró que protegerá a la producción manufacturera nacional, los empresarios no duermen tranquilos.

El escenario se presenta con mayores interrogantes esencialmente en sectores que durante años soportaron el ingreso de productos chinos a precios por debajo de los del mercado local, una situación que se perduró en el tiempo y concluyó con la destrucción de muchas industrias.

Es el caso de los fabricantes de productos textiles, bicicletas, calzados y juguetes, la mayoría de los cuales tiene una fuerte raigambre en la economía de Rosario y la región, donde predomina la estructura productiva pyme y mano de obra intensiva.

"Corremos, como mínimo, serios riesgos de no seguir creciendo, justo en un momento en que nuestra industria está volviendo a sobrevivir", señaló el titular de la Cámara Industrial de la Indumentaria de Rosario, Mario Giambattistelli.

Si bien desde el gobierno "nos aseguraron que no existe la declaración de libre comercio en el acuerdo, algo que sí nos perjudicaría enormemente, estamos en alerta naranja", manifestó el dirigente, quien señaló que ya mantuvieron contactos con sus pares de Brasil para estar "atentos" ante esta situación.

En rigor, desde Brasil la poderosa comunidad industrial salió al cruce de la declaración de economía de mercado que el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva también otorgó al gigante asiático el mismo status la semana pasada.

Y lo que no pudieron lograr innumerables intentos diplomáticos, como fue el hecho de argentinos y brasileños piensen al Mercosur como una economía unificada para enfrentar al mundo, hoy en mínima escala se está esbozando por la concreta necesidad de supervivencia.

Tanto es así, que frente a la competencia que abre el mercado chino, los industriales de Argentina y Brasil ya están manteniendo reuniones por sectores -algunas tendrán lugar esta semana- para discutir estrategias conjuntas para enfrentar al gigante asiático.

Es el caso de la industria de la bicicleta, cuyos empresarios se reunirán, en pocos días, en un lujoso hotel de Pilar (Buenos Aires) para aunar criterios de acción y analizar el escenario a futuro.

"Estamos muy preocupados, tenemos grandes dudas", sintetizó Ernesto Aita, titular de la fábrica de bicicletas local que lleva su nombre y dirigente de la Asociación de Fabricantes de Bicicletas y Motos.

El empresario explicó que el sector aún no pudo resarcir las pérdidas que sufrió en la década pasada y hoy se enfrentan a una nueva incertidumbre. "Hay empresas que se están preguntando si realmente encarar un proyecto de inversión por la falta de metas o expectativas", dijo Aita.


Los paños fríos oficiales
Para descomprimir la situación, el gobierno nacional salió la semana pasada a calmar los ánimos. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, explicó que reconocer a China como economía de mercado no implica firmar un "tratado de libre comercio" con el país asiático.

También aclaró que "todas las cartas de intención que se firmaron se rigen por las leyes argentinas".

De todos modos, las salvaguardas que el gobierno prometió para las industrias de los juguetes, calzados y textiles no dejan tranquilos a los empresarios.

En el caso de la industria del calzado, la demostración de las asimetrías es palmaria. "China es el mayor productor mundial con 6.000 millones de pares anuales, de los cuales exporta 3.000 millones con un promedio de 2,58 dólares", indicaron desde la Cámara de la Industria del Calzado a nivel nacional.

Con lo cual, con "la alta productividad que tienen, la tecnificación, y los bajos salarios, nos podrían perjudicar sin duda", dicen.

"Después de la firma del acuerdo estamos peor que antes", sintetizó el gerente de la Cámara de la Industria del Calzado de Santa Fe, Alberto Serra.

El dirigente explicó que las salvaguardas en los sectores sensibles se extenderán por cuatro años más, lo que consideró un lapso demasiado corto que no permite hacer planes de negocios sustentables.

En este escenario "¿quién va a invertir, a comprar una máquina o capacitar al personal?", se preguntó Serra, quien indicó que en este sector puntualmente es engañosa la posibilidad que algunos plantean de asociaciones con China a través de acuerdos de complementación, joint ventures o demás.

"Uno puede asociarse con alguien que tiene condiciones parecidas de producción, costos, etcétera, pero es muy difícil negociar con un monstruo", reparó.


Los límites de la protección
Hasta dónde pueden las salvaguardas impedir que la industria, especialmente la asentada en la región, retroceda varios casilleros en este incipiente camino a la reactivación, es el gran interrogante de los empresarios.

Si bien la Unión Industrial Argentina (UIA) salió con un discurso alineado con el gobierno y -a diferencia de sus pares brasileños- se cuadró con la política oficial, no todas los sectores de la producción manufacturera coinciden en el análisis previo de la central fabril.

Sucede que la Argentina le abre las puertas a un gigante que salió al mundo a buscar la aprobación -país por país- del status de economía de mercado, después de que la Organización Mundial del Comercio le permitió el ingreso después de 15 años de negociaciones.

Esto no es un mero trámite, ya que necesita de esta aprobación para evitar que le sigan poniendo medidas antidumping a sus colocaciones por vender productos por debajo del costo.

Hasta ahora, la Argentina recibía las importaciones chinas pero adoptaba unilateralmente medidas de salvaguarda para defender su industria, pero a partir de este nuevo reconocimiento, tendrá que someter sus dudas ante la OMC, un tribunal en el cual las resoluciones para determinar la presencia de prácticas ilegales demoran entre 6 meses y un año. Demasiado tiempo para las empresas locales y regionales que empiezan a levantar cabeza.
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Los industriales de la región están en "alerta naranja".

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