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 sábado, 16 de octubre de 2004

Qué lluvia... de papelitos

"No sé hacia dónde vamos, sólo sé que quiero ir con vos", reza una bandera canalla graficando el pensamiento del hincha canalla, que sin importar día ni horario enfila hacia el Gigante esperando vivir esos sentimientos tan propios pintados de azul y amarillo.

Nunca importa el rival, ni cómo viene el equipo, lo vital es ir hacia Arroyito. Claro, los últimos y buenos resultados ayudan un poquito, pero nada más. Pasaron la fiesta con victoria ante Boca y el anterior triunfo ante San Lorenzo, y la ilusión del tercero por llegar se venía.

Como la lluvia. Esa que anunciaban los refucilos detrás de la platea de nuestro gran Paraná pero que sólo se desató en papelitos. Como si lo hubiera pedido Clemente para bronca de Muñoz en el 78, como siempre fue hermoso ver empapelado uno de los arcos. Anoche, como muchas otras, el de Regatas.

La ilusión le dio paso al brillo en los ojos con la rabona del Chacho a los 4'. Desde ahí el hincha auriazul empezó a soñar con la llegada del gol y el triunfo.

"Vamo... vamo... vamo la acadé..." dice el ritmo al que todos se prenden. El uhhh... por una jugada que no concretó Villa se transformó en silbidos cuando la popular visitante largó con un tibio "dale rojo" ante el tardío ingreso del grueso de la barra del Diablo, allá por los 35'.

Y hasta el silencio de un par de segundos formó parte del color canalla cuando Villa tuvo el gol en sus pies tras robarle la pelota al Mono y la dejó amargada en los de un contrario en lugar de enredada en el arco. Ahí las manos buscaron desesperadas las cabezas para que no estalle de bronca.

Los quince minutos no alcanzan para comentar todas las sensaciones. Sí para recargar pilas. Necesarias por ese arranque otra vez con el platinado Coudet como protagonista y Navarro Montoya de villano a los treinta segundos del filme.

El "vamo acadé" tronó por enésima vez. Pero esta vez Papa no tuvo que firmar la camiseta pero sí recibió aplausos por su intento. El partido transcurrió sin demasiados condimentos para enloquecer, pero sí para verlo de pie, como esperando para pegar el salto de gol y victoria. Ese que no llegó, como la lluvia. Que amagó pero quedó latente, al menos hasta el martes en Liniers.

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