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 domingo, 08 de agosto de 2004

Reportaje
"Queremos crear un estado donde circule la literatura"
La revista Riel sorprendió con un minucioso informe sobre novelas Rosarinas. Dos de sus integrantes explican los criterios de una publicacion que quiere ser renovadora

Gabriel Zuzek / La Capital

El final del año 2003 significó el nacimiento de una nueva publicación literaria en Rosario. El primer número de Riel -sigla de Revista de Investigación y Estudios Literarios- descubrió la calle en diciembre de ese año y trajo una bocanada de aire fresco en el ámbito de las letras. En una edición muy cuidada, tanto en el diseño como en su contenido, el número inicial de la revista proponía un desafío peculiar: leer, estudiar y relevar a autores como Fray Mocho, Eduardo Gutiérrez, Roberto Payró, Guillermo Hudson y Eduardo Holmberg, escritores que para los integrantes de Riel integran "el lado B del mundo del 80". El segundo número apareció en junio de este año y sorprendió con un completo y brillante informe sobre veintiséis novelas locales editadas en el período 1996/2003. El proyecto nació en las aulas de la escuela de Letras de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario y el corpus del staff está conformado por estudiantes y graduados de esa carrera. Uno de los directores, Matías Piccolo y la asistente de edición, Luciana Porchietto, abrieron las puertas de Riel y detallaron cómo es el trabajo interno de una publicación cuyo horizonte es imprimir una profunda huella en los lectores para no eludirle a la discusión y al debate en el trabajo literario.

La primera sorpresa es la juventud de los creadores de Riel; Luciana Porchietto apenas supera los veinticinco años y a Matías Piccolo le falta sólo un peldaño para alcanzar los treinta. La segunda es la seriedad con la que explican el proyecto y la tercera, un insólito calor de julio que invade el ambiente. "Hace casi tres años que nos rondaba la idea y que nos veníamos juntando porque teníamos ganas de hacer algo con lo que estudiamos. El bosquejo tenía que ver con poner en juego los conocimientos que adquirimos y ver cómo estábamos en ese campo. Pero no fue fácil, porque siempre había dando vueltas un montón de gente y nunca terminábamos de concretar nada", dice Piccolo con un tono de voz similar al de un trueno.

"Eramos compañeros de la facultad pero sólo nos conocíamos de vista -cuenta Luciana Porchietto-, entonces se fue convocando a un grupo de gente y se formó un equipo bastante homogéneo con una impronta generacional muy marcada. Todos sentimos que la facultad nos dio las mismas herramientas y también las mismas carencias, entonces a partir de ahí es que nos pusimos a laburar".

El primer número fue germinando bajo la tutela de Diego Giordano, el editor responsable. La tarea que decidieron abordar fue poner bajo la lupa la obra de algunos escritores de finales del siglo XIX que no están incluidos dentro de un canon oficial. "Buscábamos de algún modo leer a autores que son menos frecuentados por la academia, porque nuestro objeto literario es algo que tenemos que construir todo el tiempo. Sin embargo, nuestra finalidad no es denostar a la academia porque la facultad te da herramientas muy valiosas que te sirven para encarar cualquier cosa", afirma Porchietto mientras camina hacia la cocina en busca de un paquete de cigarrillos. "Sobre todo lo observamos desde el punto de vista de lo divertido -apunta Matías Piccolo-, porque desde chicos siempre tuvimos la percepción de que la literatura argentina del siglo XIX era muy aburrida. Empezando a leer encontramos cosas más que interesantes y quisimos mostrar eso, que la generación del 80 no era solamente Cambaceres, más allá de que es muy importante porque es el autor que domina y maneja esa época".

El mayor orgullo que exponen los integrantes de Riel es haberse impuesto una disciplina de estudio y haber logrado una buena comunión dentro del grupo. "Yo sé que sola ni siquiera hubiera podido pensar en el proyecto -explica Porchietto-, en cambio el grupo sí lo puede hacer y entonces está bueno, porque la revista no es mía sino que es de todos y ahí está la clave del trabajo grupal". Matías Piccolo detiene su mirada en algún punto de la pared y acierta con la comparación: "así como el médico que termina su carrera está preparado para intervenir en el cuerpo de alguien, nosotros nos impusimos la obligación de ocuparnos de determinados problemas literarios y creamos nuestro propio espacio y ese lugar es Riel".

El primer número contó además con escritos de Andrea Eixarch y María Laura Tubino y la colaboración especial de Beatriz Vignoli.


Un Rosario de letras
Casi duplicando la cantidad de páginas del número inicial y con una sobria tapa en blanco y negro en dónde se lee "primer informe literatura local: novelas 96/03", apareció el número dos de Riel. Otra vez el reto. El análisis sobre un cuerpo literario difícil, contemporáneo, diseñando una nueva cartografía sobre un tema que suele ser mirado bajo un enfoque acotadamente localista. Luciana Porchietto esconde por unos segundos la mirada bajo sus párpados y reflexiona: "No sé bien cómo surgió el tema de la novela rosarina. Lo importante fue que era rosarina y contemporánea o sea que teníamos tiempo y espacio bien pegaditos y eso para la crítica es un obstáculo. Pero asumimos ese pequeño desafío porque nos gusta".

El número se inaugura con una breve reseña de las 26 novelas relevadas y luego ofrece tres módulos como parámetros que tienen la finalidad de ordenar las lecturas. El broche de cierre es una encuesta a escritores, editores y críticos de la ciudad sobre la temática de la producción novelística. Lo que sobresale del informe es que deja de lado cualquier sesgo subjetivo con respecto a la localía de las obras. "Fue pensado y tratado de esa manera porque el gran prurito que teníamos todos era justamente que no se convirtiese en una especie de postal rosarina -cuenta Matías Piccolo-, sobre todo porque la intención no era hablar de Rosario como algo opuesto a todo lo demás sino que era llegar a ella a partir de lo que hay". Luciana Porchietto agrega: "últimamente me parece que predomina una moda que dicta que no se puede hablar de una identidad del todo constituida y nosotros anulamos esa discusión. Por lo tanto, pusimos todas las novelas sobre la mesa y dijimos vamos a leerlas. Entonces el punto era ese, si la identidad local no se termina de construir del todo había que leerla, localizarla y escribirla".

Los dos afirman que leyendo a los rosarinos se llevaron sorpresas muy gratas porque ellos mismos descubrieron lecturas en las cuales anteriormente no habían reparado. "Yo tengo una frase medio hecha pero desde que leí a los rosarinos camino distinto la ciudad -aclara Porchietto-. Está bueno esto de caminar y reconocer los lugares, es cómo que después de leerlos se te vuelven distintos. En la literatura siempre estás descifrando signos y es saludable encontrarse con lo reconocible y a su vez con lo extraño porque hay lugares que aún están extrañados". Ellos esperan que a partir de esta iniciativa los escritores se sientan leídos y así poder franquear nuevos espacios de discusión y propuestas. La elaboración de Riel prácticamente les consume todo su tiempo y enarbolan como ideal poder crear un estado literario económico y cultural. Así lo explica Matías Piccolo: "hoy se consume lo bueno, lo malo y lo terrible; se consume todo. Por lo tanto, la idea es que la literatura rosarina pueda ser consumible. Es decir, que el escritor tenga un estado de cosas que lo favorezca para que no se sienta en la nada, que sienta que hay editoriales de acá que lo puedan publicar y que haya gente que lo va a leer porque de esa manera va a poder escribir más y mejor. En fin, queremos crear un estado general donde circule la literatura", y Luciana Porchietto concluye: "Hay un montón de gente a la cual le interesa la literatura entonces hay que lograr ciertas estrategias de reconocimientos y de gustos".


La otra cara de doña Rosa
Como se puede observar, los objetivos que se traza el equipo de Riel no están emparentados con la simpleza. Similar promesa acarrea el número tres que afrontará de manera exclusiva un trabajo dedicado a la obra literaria de Roberto Fontanarrosa. Las innumerables aristas de este autor fue el polo de atracción que los llevó a zambullirse en las aguas menos exploradas del reconocido humorista local. "El de Fontanarrosa es un universo enorme y a la vez, por una cuestión editorial, muy acotado -dice Porchietto-. Siempre se lo ve como un escritor de humor y lo es, pero tiene una trama muy compleja y muy aceitada que va desde el bar El Cairo hasta los misterios chinos. En medio de eso estamos remando, tratando de ordenar las lecturas". "Hay una figura que es complicada en términos de lectura que es el humor -prosigue Piccolo-, siempre para el lector es un filtro porque si vos lees algo de humor y no te reís parece que no funciona. Es cierto que Fontanarrosa es un escritor costumbrista, pero es mucho más que eso y la idea del número es abrir el abanico para mostrar que se pasea por toda la literatura".

El mes de octubre es el momento señalado para la aparición del tercer número de Riel, un nuevo recorrido en este innovador tren de las letras rosarinas.

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