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 domingo, 08 de agosto de 2004

Panorama político
La política en clave de cumbia

Mauricio Maronna / La Capital

Como en las épocas de las cooperativas y las internas cerradas, el justicialismo santafesino comienza a batir tambores de guerra.

La violencia verbal que se desencadenó el viernes al mediodía en las inmediaciones de la sede del PJ provincial entre un grupo de dirigentes que ven en la derogación de la ley de lemas el certificado de defunción del instrumento que le permitió al peronismo una catarata de triunfos y el presidente del partido de gobierno, Norberto Nicotra, confirma el diagnóstico teórico que se hizo sobre el estado de las cosas: el justicialismo está desunido, desgajado y acorralado.

La interminable discusión sobre el sistema electoral va de la mano del in crescendo verbal (que anteayer coqueteó con el peligroso camino de la agresión física) y parece convertirse en una especie de Puerta 12. Quienes en junio de 1968 habían llegado primero al portón de la cancha de River Plate intentaban retroceder y los que venían atrás, bajando las escaleras, empujaban formando una trampa mortal. Desde entonces se retiró la numeración "12" del ingreso al Monumental.

Quitándole el sino trágico, el peronismo santafesino está experimentando su propio "efecto Puerta 12". Le hace falta que, más temprano que tarde, aparezca en escena un voluntario que libere los molinetes y termine con la encerrona.

El gobernador Jorge Obeid sigue hacia adelante con su intento de dejar en el pasado la ley de lemas, una consigna que fue iniciada en la campaña proselitista previa a los comicios del pasado 7 de septiembre por Hermes Binner, quien, más allá de la derrota, logró instalar en la conciencia colectiva de las capas medias de Rosario la siguiente ecuación: peronismo+ley de lemas= fraude.

Dispuesto a arrebatarle la iniciativa al ex intendente, el obeidismo sigue diciendo que mantener el sistema electoral "es el suicidio del PJ", pero la intención del grupo de pertenencia al mandatario es tomada como una declaración de guerra por quienes previenen que su derogación solamente será una alfombra roja para que la oposición ocupe, al fin, lugares de poder en la ¿"invencible"? provincia de Santa Fe.

Si bien la sangre difícilmente llegue al río y el intríngulis se resuelva mediante el ortodoxo eslogan "somos todos peronistas", por debajo de la superficie se entrecruzan palabras envenenadas.

"Obeid padece el síndrome de Estocolmo: termina abrazado a sus captores", graficó un reutemista de pura cepa, parangonando aquel fenómeno de 1973, cuando en un asalto bancario los ladrones retuvieron a los empleados durante varios días hasta que en el momento de la liberación un reportero fotografió el instante en que una de las rehenes y uno de los asaltantes se besaban, episodio que permitió dejar la retaguardia libre para una fuga sin inconvenientes. "Es lo que está haciendo el Turco con Binner", brama una legisladora nacional.

Desde la vereda de la Casa Gris consideran a los defensores de la ley de lemas como "un grupo de dirigentes políticos que no representa a nadie y que tiene fecha de vencimiento".

Una calificada fuente de trato diario con el gobernador intentó traducir la rabia de quienes están dispuestos a "morir con las botas puestas", aunque el final de la ley de lemas ya esté decretado: "Estos tipos sobrevivieron solamente por (Carlos) Reutemann y se escudan en él para tapar su falta de legitimidad. No se dan cuenta de que el Lole cosecha los votos, los guarda en una caja de seguridad y los vuelve a sacar cuando es candidato". La fuente cree que la crisis que vive el PJ santafesino "es consecuencia de la falta de liderazgo político" e, inmediatamente, se atreve a cuestionar el rol interno del ex gobernador.

"El está en la cocina solo, preparando una sopa, y los que se quedan en el living creen que hace guiso", es el razonamiento del operador obeidista.

Reutemann sobrevuela la escena, sabe que "mediáticamente la oposición les impuso a los rosarinos que la ley de lemas es una perversión de la runfla peronista", considera que es "un ciclo cumplido" pero advierte que quienes decidieron bajarle el pulgar deberán hacerse cargo de sus costos y beneficios.

"Si Obeid logra que el peronismo siga gobernando sin ley de lemas le pongo una medalla en el pecho. Pero siempre le dije que tenía que analizar bien los resultados del 7 de septiembre y sacar conclusiones. Yo cumplí con mi deber: dejé la vida por el partido y logré entregarle la banda a otro peronista", relata el ex gobernador a sus íntimos.

Pese a los adjetivos que anidan en los canales subterráneos de obeidistas y reutemistas, el Lole levantará en pocos días más los molinetes para que, al menos, "Obeid empiece a gobernar".

Mientras en Rosario y en la capital provincial la agenda mediática toca una cuerda que ni siquiera es escuchada en el interior profundo de la bota, el escenario nacional sigue formateado por la anormalidad, como bien diagnosticó Eduardo Duhalde.

Repasar los archivos de los últimos días evita cualquier pavoneo analítico y confirma que la imbecilidad política sigue al palo.

* Secuencia I: Alberto Fernández culpando a la cumbia villera por la inseguridad, el presidente desautorizando a su jefe de Gabinete y la Tota Santillán diciendo presente en la mismísima Casa Rosada.

* Secuencia II: Capital Federal convertida, el miércoles pasado, en un set televisivo atiborrado de piqueteros, policías y movileros; y algunos analistas políticos dándole a la jornada la categoría de "test" para los nuevos funcionarios de Seguridad. Así como un delantero ubicuo elige los espacios para tomar distancia de los marcadores, los piqueteros buscan el momento de reclamar cuando el área parece despoblada. "Las tragedias nunca se anuncian", suele repetir un filoso analista de la realidad. Un día después del promocionado gran debut, un grupo de militantes de la corriente Aníbal Verón fue a reclamar la entrega de juguetes a un hipermercado platense. Ahí sí el episodio estuvo cerca de convertirse en tragedia.

* Secuencia III: Nina Castells llama a una movilización que termine con el gobierno constitucional de Néstor Kirchner y se pasea por las provincias diciendo que se pasa a la Justicia por donde el sol no entra.

* Secuencia IV: Lilita Carrió y Ricardo López Murphy flirtean en pos de un acuerdo que confluya en coalición electoral. Mezclar el agua y el aceite parece ser una tradicional costumbre argentina, aunque con la experiencia aliancista ese mix se haya convertido en una Molotov.

Al margen del nuevo manual de zonceras criollas, la transversalidad sigue en el freezer. El presidente tuvo que apelar al peronismo pura sangre para que se apruebe la ley de responsabilidad fiscal (que tuvo el voto negativo de los autoproclamados kirchneristas paladar negro y de la centroizquierda) y va camino a convertirse en el jefe del PJ, una cáscara que sigue vacía.

La necesidad sigue teniendo cara de hereje.





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