Cazador oculto: El guía espiritual de los famosos

No basta con salir en la tele para ser famoso. Es cierto, la pantalla ayuda y mucho, pero si no se tiene lo que hay que tener, uno puede pasarse la vida frente a las cámaras y nada, se sigue siendo un simple mortal, o lo que es peor, un ilustre desconocido. ¿Talento, intuición, carisma? ¿Qué hace falta para acceder al Olimpo de las celebridades? No hay recetas seguras, pero sí caminos inevitables. Para que se entienda: hoy si no leés a Osho y sos capaz de citar de memoria alguno de sus mandamientos estás perdido. Si no pasen y vean a Jimena Cyrulnik que no sólo se convirtió en devota de La Rosa Mística sino que además se rapó a cero para dar testimonio de su compromiso. Muchos creen que Miguel Tessandori también se convirtió en seguidor del pensador oriental. Pero se equivocan. El corte del columnista deportivo de "De 12 a 14" es natural. Igual que la fruición con la que Anita Dángelo, la más top de las cronistas fashion de la aldea, cita en su programa al líder espiritual. Comparte su máxima preferida -"el vacío es la puerta abierta hacia la verdad"- con el majestuoso Juan Carlos Juncos, que desde que lo descubrió escuchando a Chiche Gelblung por Radio Diez pensó en anotarse en Slim Center. Pero no lo hizo, claro, a quién se le ocurre predicar con el ejemplo. De lo que no quedan dudas es que Oscar Fernández Fini tiene que haberlo estudiado y profundamente. O al menos eso es lo que parece. Su programa nocturno, "Moda en off", es una ensalada china en la que se mezclan filosofía hindú, psicoanálisis y budismo igual que en las enseñanzas del maestro. Un cóctel peligrosísimo para un alma sensible. Tanto o más que las reflexiones oshianas que la blonda Adriana Churriguera desliza en las medianoches sabatinas de "Por siempre y para siempre". Se ve que la niña como mínimo anduvo leyendo las solapas de los libros. Si no de dónde sacó la receta para combinar consejos de alcoba, música de Sinatra y risitas de comercial de pasta dental que prodiga en su programa. Pero para surfear en la cresta de la ola (y nadie debe hacerlo mejor que una celebridad) hay que tener equilibrio y eso es lo que Osho ofrece a sus acólitos. Aunque por estos lares nadie se dé cuenta.