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 domingo, 11 de julio de 2004

Chile: Gracias a la vida
En Termas de Chillán está la pista de esquí más extensa de América, con 13 kilómetros de recorrido. Además se realizan paseos en trineos y partidos de polo en la nieve

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Los adjetivos no alcanzan o suenan mezquinos para contar lo que es Termas de Chillán. No es tarea sencilla describir este magnífico lugar que queda a unos 500 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Es una clásica postal turística: montaña, nieve, frondosos pinares... Un derroche de generosidad de la naturaleza que a uno lo deja pasmado y conmovido. Donde la mano del hombre, felizmente, parece haberse complementado armoniosamente: transporte, hoteles, buenos servicios, distracción y deportes. Definitivamente, una combinación con la que todos deberíamos agasajarnos y saciarnos, cada vez que podamos.

Aún así es imposible transmitir qué se siente estando en medio de esta singular inmensidad de los Andes. Termas de Chillán es nieve en invierno y de la mejor, dirán los entendidos. Y estos provienen desde los más alejados y recónditos sitios del mundo (sobre todo de Europa y el norte de América) atraídos por sus 29 pistas de esquí, entre ellas una que mide 13 kilómetros en su recorrido. Esta es considerada entre las más importantes del mundo y es la más extensa de nuestro continente.

Antes que el lector sucumba a nuestra misma perplejidad inicial, permítanme contestar a la pregunta que ya lo debe haber asaltado. Sí, en Chile existe un lugar en el que se puede disfrutar de la nieve y de aguas termales a la vez . Eso lo hace único "en el planeta", dirán los lugareños con un orgullo que no ahorra en modestia pero que está largamente justificado. Y acotan: Chillán es un lugar ideal para hacer de todo y perfecto para no hacer nada. Es decir, la opción entre la actividad y el descanso plácido, o un poco de cada cosa a apenas pocas horas de vuelo desde la Argentina.


Cómo llegar
Principalmente la aerolínea Lan es la que mayor frecuencia posee entre Buenos Aires y Santiago. Para llegar a este paraíso andino desde la capital chilena hay diversas posibilidades. Una de ellas es la de llegar por tierra. Se pueden alquilar coches en el Aeropuerto de Santiago y se deberán recorrer cinco horas por la ruta 5 (o Panamericana como también se la conoce) hasta llegar a la ciudad de Chillán, para empalmar allí con el camino cordillerano que en una hora y media nos permitirá llegar a las puertas mismas del Termas de Chillán Ski & Spa Resort. Entretenido y panorámico, durante el viaje cruzará bellas ciudades intermedias del país como Rancagua, Curicó, Talca y Linares.

Una segunda variante es hacerlo en los servicios regulares de larga distancia que durante todo el año, en cinco horas unen la ciudad de Santiago con la terminal de ómnibus de Chillán. En este caso, minibuses del Termas de Chillán Ski & Spa Resort lo estarán esperando para completar el tramo final precordillerano.

No obstante, la opción más utilizada es abordar alguno de los diez vuelos diarios que en 45 minutos unen el aeropuerto de Santiago con el de la ciudad de Concepción, para seguir desde allí un recorrido en los minibuses del complejo de dos horas y media.

Un servicio aéreo especial de la empresa Lan, que se realiza únicamente entre el 1º de julio y el 23 de septiembre, une Santiago con la ciudad de Chillán en 40 minutos todos los días sábados, de manera tal que es ideal para aquellos que realizan el ski week de sábado a sábado. Esta alternativa se complementa, también, con un servicio de buses especiales hasta el resort o, para los que dispongan de un presupuesto más holgado, se pueden utilizar los servicios aéreos de helicópteros que unen la ciudad de Concepción con el complejo turístico en apenas 25 minutos, pero con el plus de una vista aérea imperdible durante el trayecto.

Los miradores del camino permiten al visitante un anticipo para atesorar en la memoria y recrear posteriormente en los recuerdos. De los 15 volcanes nevados que componen el cordón montañoso del lugar, el valle está rodeado por un glaciar de 3.212 metros de altura y los volcanes Chillán viejo (3.186 metros) no activo y el Chillán nuevo (3.122 metros) cuya actividad permanente se reduce a fumarolas. Esta composición conforma un dantesco telón de fondo blanco a cuyo pie se levanta el primero y el mejor resort de montaña de Chile: un centro vacacional imperdible en todo el año. Las laderas tapizadas de verdes pinos en verano, de ocres en otoño y de blanco en invierno invocan a los mejores estados de ánimos.

Y si algo faltaba para poder desarrollarlos es un complejo con dos hoteles (uno de ellos cinco estrellas), un condominio de departamentos, una confitería con cine, canchas de tenis, básquet, golf y polo, 29 pistas de esquí, piscinas termales cubiertas y a la intemperie, y un centro de relax y de salud de los mejores del mundo.

El hotel Internacional o Gran hotel, con 120 lujosas habitaciones, de moderno diseño y calidez, se adapta con éxito a las más exigentes normas internacionales para su categoría. Una cocina que regodea tanto la vista como el paladar con manjares, muchos de ellos originales y únicos, a cargo de jerarquizados chefs y una bodega que ratifica con solvencia la fama mundial de los vinos chilenos, son una combinación irresistible. Que, servidos con una solícita atención permanente -y eso es algo que nuestros hermanos chilenos saben hacer muy bien- resultan un placer único.

Los entretiempos en el salón al lado de un hogar con leños encendidos, teniendo siempre a mano un libro de la biblioteca allí existente o una copa del enorme bar lindero, o simplemente para confraternizar con pasajeros llegados de todo el mundo, también se vuelven momentos sumamente agradables.

Además existe un gabinete de informática que permite a los pasajeros conectarse con todo el mundo, un completo gimnasio donde se pueden practicar desde yoga hasta ejercicios aeróbicos o pesas, una sala de juegos de mesa y otra con mesa de billar y juegos electrónicos e incluso hay sectores de entretenimiento para los más chicos. Y si aún esto resultase insuficiente, cada mañana, en la habitación se recibirá un completo programa de actividades optativas que cualquier pasajero puede realizar producto de la intensísima labor que desarrolla el equipo de animación del hotel.

Caminatas, clases de gimnasia acuática, cabalgatas, cine para menores y mayores y misas diarias son otras opciones que parecen no dejar interés o gusto sin contemplar. Además cada noche hay una cena-show, donde no faltan la música, el canto y el baile.


Bálsamo para cuerpos cansados
Azufre, hierro, manganeso y potasio, entre otros minerales. Las aguas termales que bajan desde el volcán son una bendición para cuerpos cansados sin importar que sea por edad o estrés, pero también son un bálsamo para los abotagados espíritus modernos.

Se sabe -o se intuye- que un rato de relax dentro de una (enorme) piscina de agua termal resulta siempre beneficioso para nuestro organismo, ¿cómo describir la sensación que produce estar sentado en esa misma piscina -con asientos de hidromasaje- en una intemperie en la que al estirar la mano se puede tocar la nieve que rodea al lugar y con apenas levantar los ojos se puede disfrutar de un paisaje de ensueño?

Cada edificio del complejo posee sus propias piscinas de aguas termales pero la del Gran Hotel es en si misma un espacio singularísimo. Una gran cúpula vidriada, al estilo de los pabellones de invierno de los palacios europeos con plantas colgantes, cubre una de sus superficies que se conecta a través de un puente con el exterior, a la intemperie donde una cascada remata el conjunto.

La piscina forma parte, propiamente, del spa. Allí existen innumerables gabinetes que en dos plantas permiten gozar del tradicional sauna y baños de vapor de aguas termales, pero además de toda una variedad enorme de masajes, fangoterapia, limpiezas faciales, aromaterapia, reiki, y otras delicias con las que un equipo de profesionales trasportan a cualquiera a un estado de equilibrio físico y espiritual que vale la pena vivir.

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Chillán también es ideal para los primeros pasos en la nieve.

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