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 domingo, 11 de julio de 2004

Panorama político
Desunidos, dominados y acorralados

Mauricio Maronna / La Capital

Carlos Reutemann salió a domar al potro enfurecido, desbocado y sin destino en que se convirtió el PJ santafesino.

La amenaza del gobernador Jorge Obeid de convocar a un plebiscito respecto a la viabilidad de la ley de lemas volvió a encender la desconfianza en varias capas de la dirigencia partidaria, que tomaron las declaraciones del mandatario provincial como un amante despechado.

El sistema electoral, más allá del menú de encuestas (las hay para todos los gustos y de acuerdo al paladar de quien las encargó), tocó fondo por los usos y abusos de un padre reconocido (el PJ) pero también de sus tutores (PS, UCR Y PDP) que, en el 2001, impidieron por medio de sus apoderados legales que se lleven adelante una serie de reformas que hubieran evitado el carnaval de boletas, la aparición del ARI trucho y de candidatos que se convirtieron en concejales merced al pandemonium de listas que rebosaron los cuartos oscuros. Más oscuros que nunca.

Hermes Binner perdió las elecciones del 7 de septiembre del 2003 por haber elegido pésimamente como contrincante a Reutemann, un dirigente que es reconocido por buena parte de los habitantes de la provincia (800 mil votos).

Sin embargo, el ex candidato socialista-kirchnerista construyó parte de su formidable colchón de sufragios merced a una única ecuación: ley de lemas + Partido Justicialista= fraude.

La ley de lemas es como una tijera, un instrumento que puede servir para cortar las espinas de un rosal o para herir de muerte al propio jardinero (¿o acaso el gobierno nacional no está pensando implementarla en Santiago del Estero para evitar el retorno del caudillo Carlos Juárez? ¿O acaso el sistema no funcionó como un reloj suizo en la mismísima Santa Cruz?). Todo depende de la maestría de quien la domine.

Tal como se escribió ayer en La Capital, la bajada de línea de Reutemann a los diputados de su riñón parece querer impedir el fin de la relación con Obeid, la fractura del justicialismo y el ingreso de la gobernabilidad en zona de turbulencias.

Aunque en política nunca está escrita la última palabra, resultaría caótico para el partido de gobierno que los legisladores obeidistas voten junto a la oposición y al cavallerismo la derogación de la ley.

"Que Obeid se ocupe también de que haya reelección del gobernador en la provincia en el 2007. El tendrá que ser el responsable de enfrentar a Binner mano a mano y sin ley de lemas. Pero antes deberá ganarle las legislativas del 2005. De mí, olvídense. Yo ya cumplí, dejé la vida por el justicialismo y le puse la banda a otro peronista. El PJ puede bancarse cualquier cosa menos a los traidores y a los mariscales de la derrota", dicen que brama Reutemann por estas horas.

A la par, un legislador nacional no trepida en diagnosticar el estado de ánimo en el partido: "En la reunión del 15 de julio puede arder Troya. No se olvide que todas los departamentales de la provincia se oponen a la derogación, y ahí el Lole no se va a meter. Los compañeros sostienen que, otra vez, Obeid le está regalando la cancha a Binner".

Obeid pidió licencia en la conducción del PJ provincial "para no interferir en la discusión sobre la derogación de la ley de lemas" pero, finalmente, terminó amenazando a los díscolos con la realización de un plebiscito para que la ciudadanía haga tronar su escarmiento. "Nosotros vamos a ir de una buena vez por todas adelante de la gente: no tenemos problema en hacer una consulta popular ni en votar junto a la oposición. Este es nuestro límite", blanqueó ante este diario un delfín del titular de la Casa Gris.

Como adelantó esta columna el domingo pasado, algunos dirigentes del obeidismo también analizan la posibilidad de implementar un sistema mixto que contempla internas abiertas y simultáneas para designar la fórmula a gobernador y vice, mantener la ley de lemas en los municipios de segunda categoría y en las comunas y darles autonomía a las ciudades de Rosario y Santa Fe para que decidan su propia maqueta electoral. A todas luces un manotazo de ahogado que se parece demasiado a un mamarracho.

Seducida y luego abandonada, la ley de lemas ingresa en su fase final. El sistema electoral que sirvió para erradicar las cooperativas partidarias de la década del 80 se transformó finalmente en un mantel apto para cubrir hipocresías, desvaríos, dobles discursos, excusas y jugadas amañadas. El último capítulo de la novela amenaza con desembocar en un juego de intrigas de epílogo incierto.

Una fuente con despacho en la Casa Rosada narró esta semana que durante la larga travesía que el presidente Néstor Kirchner compartió con Obeid, el gobernador santafesino fue "intimado" a definirse internamente por las políticas que lleva adelante el poder central. "Por el Gringo no te preocupes: le vamos a invadir la provincia por los cuatro costados", le habría dicho el santacruceño en referencia a Reutemann.

A los dirigentes reutemistas consultados por La Capital el dato no los tomó por sorpresa: "Eso ya está pasando. Es más, el kirchnerismo se está repartiendo porciones de la provincia como una torta de cumpleaños. Para el presidente, tanto Obeid como Binner son peones de una estrategia mayor. ¿O acaso no se dieron cuenta de que en el teatro El Círculo el presidente tuvo su bautismo transversal en Rosario? Nosotros actuamos con cautela y evitamos movilizar a nuestra gente. Creo que hicimos lo correcto, de lo contrario corríamos el riesgo de que todo termine a los palos como (el viernes) en Tucumán".

Las teorías conspirativas que le adjudican a Obeid bajan desde algunas usinas peronistas como un torrente incontenible: "Es un traidor al Lole, que lo hizo gobernador", "arregló con Binner la retirada", "tiene guardada en la caja la guita que le dejamos el 11 de diciembre y la va a desparramar antes de las elecciones", comentan enfurecidos y solicitando expresa reserva de la fuente.

Sobrevolando la escena, Reutemann pide que la sangre no llegue al río, pero también impone que el sistema que sobrevenga en reemplazo de la ley de lemas no signifique el retorno a las cooperativas partidarias, un ícono santafesino que se hizo tan popular en la década del 80 como los alfajores Gayalí.

También se ocupó de instruir a sus legisladores para que la UCR y el PDP vuelvan de la muerte como Víctor Sueiro, y recuperen protagonismo en una provincia cuya agenda parece estar delineada solamente por Binner, el hierático dirigente que, el martes pasado en el teatro El Círculo, aplaudía más que nadie las estocadas verbales del presidente Kirchner.

El peronismo santafesino parece ser un movimiento en fuga.

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