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 domingo, 11 de julio de 2004

Tensión en Downing Street. El laborismo inglés debilitado por la participación del Reino Unido en la guerra de Irak
Abrumado por las críticas, Blair pensó en renunciar hace un mes
El primer ministro debió ser persuadido por cuatro miembros del gabinete para que permaneciera en el poder

Londres. - El primer ministro británico Tony Blair, cuya credibilidad se vio severamente afectada ante la inexistencia de armas de destrucción masiva (ADM) en Irak, consideró renunciar en junio pero fue disuadido por cuatro miembros de su gobierno, según la BBC. Los ministros Charles Clarke (Educación), John Reid (Salud), Tessa Jowell (Cultura) y Patricia Hewitt (Comercio e Industria) se acercaron por separado a Blair que, según ellos, "reconsideraba seriamente" su papel como jefe del gobierno laborista.

Sin embargo, la residencia oficial del número 10 de Downing Street se limitó a decir que el jefe de Gobierno siempre ha dejado claro que hará lo posible por ganar las próximas elecciones generales, previstas para mayo o junio de 2005. El mes pasado, el mandatario británico sufrió un duro revés en las elecciones municipales en Inglaterra y Gales, en las que quedó en tercer lugar, por detrás del Partido Conservador (primero de la oposición) y el Liberal Demócrata (tercera fuerza del país). Además, Blair continuó recibiendo críticas por su decisión de meter al Reino Unido en la guerra contra Irak.

Estas informaciones harán que reaparezcan nuevamente los análisis y cálculos sobre la duración política de Blair, a unos días de que se divulgue algo que se anuncia difícil: la publicación el miércoles de un informe sobre los errores de los servicios de inteligencia en la evaluación de la amenaza iraquí. Este informe, confiado a un alto funcionario, Lord Robin Butler, busca aclarar el proceso que condujo a Londres a creer antes de la guerra que Irak poseía armas de destrucción masiva, cuando luego se comprobó que no había tales armas.

Según al prensa, este informe confrontará a los directores de los servicios de espionaje, y especialmente a John Scarlett, presidente del comité conjunto de los servicios de inteligencia británicos (JIC), un protegido de Tony Blair recientemente promovido a la cabeza del MI6.

Tony Blair usó las ADM en Irak como el argumento central para justificar la guerra, ignorando las reticencias de la opinión pública británica. Después de haber reiterado durante meses su convicción de que había armas de destrucción masiva en Irak, Blair declaró el martes pasado que "debía aceptar" que las ADM "quizás no se encuentren nunca". "Debo aceptar que no las hemos encontrado, que quizás no se encuentren nunca", dijo durante una sesión de preguntas y respuestas con una comisión de la Cámara de los Comunes.


Cargos por incompetencia
Una ex dirigente del JIC, Pauline Neville-Jones, estimó ayer que "la responsabilidad" de los fracasos de los servicios de inteligencia debía venir del primer ministro y agregó que esto daba "pie por lo menos a la acusación de incompetencia".

Esta es la primera vez que "fugas de información" dan a entender que el primer ministro manejó la posibilidad de renunciar. Hasta ahora, siempre había sostenido que se sometería a la sanción de las urnas. "A fin de cuentas, es el pueblo británico el que decide", declaró Blair en junio.

El «golden boy» del New Labour (La tercera vía), que en 1997 puso fin a 18 años de reinado conservador y que registró un nuevo triunfo en 2001, está ahora entre la espada y la pared en su propio partido, a causa de la guerra por un lado, pero también por su política de centro derecha.

En momentos en que el Partido Laborista se ubicó en tercer lugar en las elecciones locales y europeas en junio, algunos se preguntan si es el mejor jefe de fila que existe para las legislativas, que podrían realizarse en la primavera de 2005. (AFP)

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El descrédito golpea a Blair. Apoyó la guerra en Irak y la ciudadanía lo condenó.

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