Año CXXXVII Nº 48445
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Salud 07/07
Autos 07/07
Educación 03/07
Campo 03/07


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 11 de julio de 2004

Interiores: Estoicismo cotidiano

Jorge Besso

Los estoicos son unos filósofos que se pusieron en circulación después de Platón y Aristóteles, desde unos 300 años antes de Jesucristo hasta los comienzos de nuestra era, y que si bien nunca alcanzaron la chapa de los dos grandes griegos, que para algunos son los dos mayores filósofos de la historia, lo cierto es que muchas de sus reflexiones y consideraciones dejaron huellas muy importantes en Occidente.

En primer lugar el estoicismo está asociado con la fortaleza frente a la adversidad, a la resistencia frente a lo que viene mal y a la capacidad de afrontar las desgracias, todo lo cual haría del estoico alguien con un temple al que no le hacen mella los infortunios. Justamente, y por lo que parece, estos filósofos eran gente de temple, enseñaban y pregonaban que había que hacer del individuo concreto una especie de templo. No por su grandeza, todo lo contrario, ya que se trata de filósofos más bien modestos comparados con los filósofos top y que conforman un ranking muy estable al lado de la inestabilidad de los ranking de las estrellas contemporáneas.

Lo interesante de estos pensadores es que trataban de que la filosofía no estuviera en las alturas sino en los individuos, y en este sentido intentaban edificar para los humanos una casa. Dicha casa era el propio interior de cada cual, y en el cual cada cual debía construirla, lo que los llevaba a proclamar la felicidad como una felicidad interior. Tanta modestia no debe llevarnos a engaño, ya que en el fondo y en la superficie estos filósofos no demasiados conocidos, tenían un objetivo muy difícil de lograr: hacer del interior del individuo un lugar habitable, ya que es ahí donde se experimenta la felicidad o el desasosiego.

Es más, se podría pensar que la felicidad más sólida en el sentido de una felicidad no vinculada a las múltiples drogas clásicas y contemporáneas, y que tradicionalmente hacen del humano un consumidor de amor, de sustancias de todo tipo, de alcoholes varios y de variadas adicciones al poder, dicha felicidad, entonces, consistiría en la placidez de poder habitarse.

Demás esta decir que no se trata de vivir en un termo reforzado ya que esta solución respecto de las tantas inclemencias cotidianas no es probablemente la más conveniente, en tanto y en cuanto entraña el riesgo de convertirse en un vegetal, con mayor circulación que los vegetales, pero vegetal al fin. Sobre todo teniendo en cuenta que el humano, a diferencias de todos los vivientes con los que comparte el planeta, es un ser que necesita de varias casas: el país, la ciudad, el barrio, la familia, los amigos, el trabajo, la casa propiamente dicha, y la dicha o la angustia, según sea y toque de habitarse, es decir la casa interior: esa que uno lleva a todos lados y sin la cual no se puede estar en ningún lado, incluida la propia casa, o la casa del otro.

Los estoicos desconfiaban de las pasiones ya que estas convertían al hombre en un ser heterónomo, que como se puede ver es lo contrario de autónomo, y por lo tanto las reflexiones estoicas los llevaron a la conclusión de que las pasiones conducen a la esclavitud. La idea del hombre como esclavo de las pasiones ha tenido mucho arraigo en la historia de la humanidad, lo que no significa de ninguna manera que la cuestión esté resuelta, ya que para el humano no es nada fácil encontrarle la vuelta a la cuestión de la pasión, ya que sin la pasión se aburre y con la pasión corre el riesgo de perderse en el sentido de ser esclavo de su pasión, como a veces pasa con el amor, donde el amo y el esclavo son recíprocamente imprescindibles, y donde uno no es nada sin el otro, y el otro no es nada sin el uno.

Mayor aún es la esclavitud con respecto a las infinitas drogas, pues se trata de una esclavitud unilateral, en tanto y en cuanto para la droga el adicto no existe y hasta hace que no exista. Epicteto fue un filósofo característico de esta corriente, particularmente porque se trata de un hombre con una experiencia más que interesante ya que es un filósofo que en términos de hoy sería un "filósofo con calle", y en los términos de su época, un esclavo liberto en los comienzos de nuestra era. Es decir que alguien que primero fue esclavo y luego libre está más que autorizado a hablar de lo que en verdad consiste la libertad, y él dijo que la libertad es, en primera instancia, libertad interior y que para estar en el mundo había que saber distinguir entre dos cosas:

* Lo que depende de nosotros y por lo tanto es nuestra obra.

* Lo que no depende de nosotros y por lo tanto no es nuestra obra.

Con relación a lo que no depende de nosotros, Epicteto incluía la riqueza, los testimonios de consideración, los altos cargos, el cuerpo, en suma todo lo que no es nuestra obra, y en cuanto a lo que depende de nosotros el ex -esclavo incluía la opinión, la tendencia, el deseo y la aversión. Frente a lo que no depende de nosotros Epicteto recomendaba la indiferencia, lo que de alguna manera permitía o posibilitaba la fortaleza ante el infortunio, a la vez que no hacía de la fortuna un ideal. Como toda filosofía esto da lugar a la polémica, pero quizás es más que importante la reflexión que posibilita la conciencia de lo que en verdad depende de uno, en la lucha de cada cual con respecto a la esclavitud y a la libertad en el mundo contemporáneo.

Un mundo superpoblado de esclavos y de esclavitudes varias, atascado en un ideal único: el dinero, la riqueza y el poder, un combo que genera pobreza en todos los mundos. De nosotros depende escuchar las voces que son distintas y en lo posible sumarse a ellas, para disfrutar de la felicidad de habitarnos, conocer algún rincón de alguien que nos invite y hacerlos pasar a nuestra libertad. Los demás, en especial los señores de la riqueza, que disfruten de su lujosa esclavitud.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados