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 domingo, 11 de julio de 2004

Para beber
Licores viajeros

Gabriela Gasparini

En otras ocasiones he mencionado la influencia que los viajes y el mar han tenido en el nacimiento de nuevas bebidas. En esos casos particulares el deterioro de la carga transportada había dado lugar a una transformación de la que se sacó buen partido, convirtiendo lo que supuestamente eran barriles de caldos arruinados en nuevas opciones para paladares inquietos. Pero ahora es distinto, en esta ocasión el viaje del brebaje puede decirse que es por placer, o sea, la bebida antes de ser consumida emprende un periplo turístico para mejorar su estilo, es como un spa cuyo zarandeo sobre las olas produce un efecto especial que la enviste con dones superadores.

Conocido como el licor noruego, el akvavitt o aquavit, es un destilado de papa fermentada o mosto de grano, aromatizado con semillas de comino, alcaravea y a veces con piel de limón, naranja, cardamomo, hinojo y anís. Como ocurre con la mayoría de los licores, su historia se remonta a varios siglos atrás. Y aunque no se sabe exactamente quién fue el primero en darse cuenta de que el destilado de alcohol de los granos nórdicos (aromatizado con hierbas y especies y almacenado en barricas de roble usadas) mejoraba considerablemente después de un largo viaje por mar, el primero en adoptar este método fue Jorge Lysholm.

Corría 1885 cuando este emprendedor hombre de Tronheim introdujo en el mercado el Lysholm Linje, con un nada despreciable volumen de alcohol que rondaba los 41,5 %, ligeramente aromatizado y un sutil sabor a comino y madera. La denominación Linje, que distingue al aquavit más famoso, remite al itinerario trazado durante un viaje, y le hace saber al comprador que la bebida ha cruzado la línea del Ecuador antes de ser embotellada. Todavía hoy el producto de la destilación se deposita en barriles que antes han contenido vino de Jerez, como suelen hacer también con algunos whiskies aunque se quedan bien quietitos. Una vez almacenados los toneles en la bodega del barco, comienza su excursión alrededor del mundo vía Australia y gracias al movimiento de la nave se va impregnando con los aromas que despiden las cubas de roble.

La duración de la travesía y el constante balanceo combinados con la fluctuación térmica debida al cambio de clima, produce un efecto mágico durante el cual no sólo habrá madurado e incorporado sabores, sino que el destilado casi incoloro que se embarcó al partir volverá convertido en briosa bebida color ámbar. En la etiqueta de los aquavit-ruta se consigna en qué barco y por qué camino el aguardiente ha emprendido su largo viaje. Hay quienes prefieren disfrutar de esta bebida tomándola a temperatura ambiente o apenas fría, pero para otros lo mejor es paladearla bien helada.

Como siempre todo es cuestión de gustos. Y debe ser por eso tan particular de las elecciones y las preferencias que a pesar de la fama del licor trotamundos, los noruegos se inclinan por tomar licores más sencillos que sin embargo comparten la singularidad de que todos son aromatizados con una buena cantidad de comino. Un ejemplo es el Gilde Taffel, uno de los pocos aguardientes que no precisa un tiempo especial de almacenamiento y su maduración puede variar entre ocho y veintiséis meses, a diferencia del Gilde Non Plus Ultra, algo así como el abanderado entre estos productos, que se mantiene en barricas durante diez años para después disfrutarlo como digestivo a la hora del café.

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