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 miércoles, 16 de junio de 2004

Reutilización de sangre en cirugías
Evita las transfusiones y el riesgo de infección

El auge de enfermedades transmisibles por vía sanguínea como el sida o la hepatitis impulsó el desarrollo de técnicas para la reutilización de la propia sangre. La alternativa evita las transfusiones de sangre de algún donante y es especialmente útil en aquellas personas con dificultades para conseguir un grupo sanguíneo compatible y en quienes no las aceptan por convicciones religiosas, como los Testigos de Jehová. "La tendencia mundial apunta a evitar el uso de sangre de banco, según la patología de que se trate, con el fin de disminuir los riesgos de infección", apuntó a La Capital el médico hemoterapista Osvaldo Brunetti.

La posibilidad de utilizar la propia sangre motorizó la denominada "cirugía sin sangre", en la que se reemplean los propios glóbulos rojos y se evita la pérdida masiva de sangre. Generalmente es de uso frecuente en cirugía cardíaca.

Entre otros beneficios, el método agiliza la recuperación del paciente. "Está científicamente comprobado que la internación se reduce aproximadamente de un 10 a un 12 por ciento cuando se utiliza la propia sangre, en lugar de la de banco". Según Brunetti, esto se debe a que la sangre, por ser un tejido biológico vivo, cuando ingresa en otra persona, por más que sea compatible, repercute en su inmunología retardando los procesos de curación.


En tres pasos
Para acceder a estos métodos no existe restricción de peso ni edad, pero sí depende de la patología que se trate. Generalmente está recomendado en cirugías cardíacas y traumatológicas donde es abundante la pérdida de sangre. El procedimiento se realiza en tres pasos:

u Antes de la cirugía (predepósito): consiste en extraer la propia sangre del paciente. Se pueden hacer varias extracciones, de medio litro cada una, según sean las necesidades. Es posible realizarlo en los casos de cirugías programadas, se extrae sangre hasta 72 horas antes.

u Durante la cirugía: se extraen únicamente los glóbulos rojos mediante la técnica llamada hemodilución normovolémica. El resto de la sangre (plasma, glóbulos blancos y plaquetas) se separan y son reinfundidas al paciente. Mientras tanto se aplican drogas que estimulan la producción de los glóbulos rojos.

u En el quirófano: mientras los cirujanos realizan su trabajo, existe la posibilidad de recuperar la sangre que se pierde a través de un aparato que funciona como una aspiradora que absorbe la sangre del lecho quirúrgico, la centrifuga, la limpia y luego vuelve al paciente.


Simultáneamente se utilizan métodos de ahorro de sangre. Durante el acto quirúrgico se compensa al paciente con líquidos adecuados con el fin de mantener la cantidad de líquido circulante en el cuerpo. Esto posibilita que el sangrado sea menor.
Cuándo no conviene

Estos métodos presentan ciertas restricciones ya que no pueden emplearse en las enfermedades infecciosas o tumorales y en las operaciones que invaden una víscera hueca (como el intestino).

Otra de las excepciones se refiere a las cirugías de remoción de tumores. Sobre esta última Brunetti explicó que esto se debe a que "puede haber células cancerígenas que al ser aspiradas y reinfundidas se diseminan por el torrente sanguíneo".

Finalmente Brunetti explicó que cuando se trata de una operación de urgencia se puede utilizar la técnica de recuperación de sangre.

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