Año CXXXVII Nº 48369
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 24/04
Campo 24/04
Salud 21/04
Autos 21/04


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 25 de abril de 2004

Hogares de una pieza. Casi tres mil personas viven en inquilinatos en Rosario
Pensiones en pleno centro: un lugar donde soledad y pobreza se comparten
Se esconden en viejas casas de alto en las principales calles céntricas. Sólo habilitadas, hay 140

Silvina Dezorzi y Carina Bazzoni / La Capital

El centro se suele pensar como un lugar a salvo de la pobreza. Los pobres -se cree- sólo pasan por ahí para mendigar, recoger cartones o abrir las puertas de los taxis. Sin embargo, no es así. Viejas casas de alto, muchas veces desvencijadas, albergan a miles de personas que, aunque viven en el centro, lo hacen en condiciones de pobreza, algunas veces extrema. Son pensiones, inquilinatos y hospedajes que comparten familias jóvenes, matrimonios ancianos o gente sola, pagando entre 130 y 240 pesos según la capacidad de cada uno para regatear. De acuerdo al último censo, casi 3 mil personas ocupan en Rosario piezas de alquiler. Y sólo basta levantar la vista al caminar para descubrir cuánto se repite una estampa inequívoca: balcones antiguos, con muchas sogas y ropa colgada.

Según los registros de la Dirección de Habilitación municipal, existen 140 hospedajes, la mayoría en el radio céntrico. Pero los mismos encargados de dar el número admiten que éstos son sólo los que tienen permiso de funcionamiento y que en realidad hay muchos más.

Para comprobarlo alcanza con recorrer calles como Sarmiento, Mitre, Entre Ríos, Corrientes, San Juan, Urquiza o Tucumán, donde se pueden ver decenas de casas de alto con piezas en alquiler. Sólo en Mendoza entre San Martín y Sarmiento hay cuatro. Una cuadra más allá hay otras tres. Por Corrientes al 200 también son varias. Al 100 pasa lo mismo.

Eso sí: para encontrarlas hay que conocer los códigos. "Para entrar tocá tres timbres; si no, nadie te va a abrir", advierte una inquilina de Mitre casi San Juan. ¿Por qué? Porque muchas no tienen habilitación como pensiones, tienen enganchados la luz y el cable o directamente son casas usurpadas (ver página 4).


De 130 a 240 pesos, con impuestos
En el Servicio Público de la Vivienda no tienen relevado el déficit habitacional que hay en el centro, aunque se puede inferir: 1.041 familias de esa zona se anotaron voluntariamente en el Registro de Demanda de Viviendas de esa repartición, el 13% del total de los inscriptos.

Alquilar un cuarto en una pensión cuesta entre 130 y 240 pesos, casi lo mismo que un alquiler económico, pero con servicios e impuestos incluidos y sin necesidad de garantía propietaria o recibo de sueldo. La diferencia de precios está, obviamente, en lo que se ofrece. Hay inquilinatos con 14 piezas y un solo baño. En otros casos, los sanitarios se comparten sólo entre tres o cuatro familias. Agua caliente, sí, pero de calefón eléctrico. En algunos hay cocina, en otros sólo queda llevarse un calentador a la pieza.

Las mejores ofrecen servicio de limpieza una vez a la semana, heladera y lavarropas para compartir. Los muebles, más que austeros, se reducen a una cama, ropero, mesa y sillas. Con un poco de suerte puede haber colchón y aparador. Pero en casi todos hay una larga escalera que conduce a un pequeño hall central, vidrios rotos, persianas y mampostería deteriorada, pisos de madera poco firmes, candados en las puertas, bicis en el zaguán y un penetrante olor agrio, mezcla de humedad y comida.

En ese universo se desarrolla la vida de los pensionistas: familias enteras de bajos recursos, parejas mayores y mucha gente sola. Son desocupados, trabajadores, estudiantes y jubilados. Para tener una idea: en una de las pensiones de Corrientes al 200 vive José, que presenta a sus 13 compañeros como "gente de trabajo". Entre ellos hay enfermeras, un peluquero, un estudiante y un pintor.

La actividad de los pensionistas no es un tema menor. En Mendoza al 1000, el encargado también recalca que sus huéspedes son "laburantes" y advierte que otros inquilinatos "están llenos de travestis y mujeres de la vida". En la suya, él vela por que "no se convierta en un conventillo".

Muchos llegan al hospedaje tras un desalojo. Otros porque no consiguen garantías para alquilar. También están los que vienen de afuera, de otras provincias y países limítrofes, o simplemente quedaron solos y en la pensión aspiran a recrear la familia que no tienen.

Roberto tiene 87 años y lleva cinco viviendo en una pensión de Mitre al 500 con otros cinco hombres. Como es jubilado ferroviario no pasa privaciones e incluso dice tener una casa que le quedó demasiado grande. "Acá hasta se está por venir a vivir un bancario -afirma-. ¿Para qué se va a quedar en su casa si está solo?". Por supuesto, la pensión de Roberto es mucho más confortable que la mayoría.


Por debajo de la línea de pobreza
En 1997 el Plan de Descentralización Municipal hizo un estudio del distrito centro, hasta hoy uno de los relevamientos más exhaustivos que existen sobre la zona. Allí se consideraba al área como "bastante homogénea" en cuanto a condiciones de vida y se le adjudicaban indicadores de necesidades básicas insatisfechas "muy por debajo del promedio de la ciudad". Sin embargo, se advertía que "existen algunos radios del microcentro con indicadores insatisfactorios, posiblemente a causa de los inquilinatos en casas muy antiguas, cuyas condiciones de vida son precarias".

El titular de Promoción Social municipal, Pedro Pavicich, reconoció que en el centro hay "mucha gente que vive bajo la línea de pobreza e incluso en condiciones de indigencia". Su afirmación no procede de la estadística, sino de reclamos puntuales que llegan a la secretaría.

En la segunda mitad de 2003 Promoción Social atendió 252 demandas de gente del centro por alimento, remedios, anteojos y garrafas, entre otras cosas. Y sólo en el primer trimestre de este año ya llevan 142 intervenciones. Además, mensualmente se entregan 645 cajas de comida y 97 de leche. También Cáritas tiene montado un sistema de reparto de alimentos y ropa para familias del centro que funciona a una cuadra de la catedral. Bikur, una entidad de la comunidad judía, hace otro tanto.

Un dato que llama la atención es que en el lanzamiento del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados, hace dos años, casi 5 mil personas se inscribieron en las dos oficinas que funcionaron en el distrito centro. "Te dabas cuenta de que no era gente acostumbrada a vivir del asistencialismo, algunos hasta tenían vergüenza de venir a anotarse", recordó uno de los encargados del operativo.

Algunas escuelas céntricas debieron implementar la copa de leche para algunos chicos y en la Nº103, de Sarmiento y Catamarca, hasta sumaron un comedor. La directora, Mirta Oneglia, describe el cuadro que "palpa" en las aulas: "Hay muchos chicos que viven en pensiones del barrio y otros a quienes ya les cortaron todos los servicios. Como se ha dicho por ahí, el centro también tiene hambre".

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
En la pensión de San Luis y Juan Manuel de Rosas viven 14 personas. El encargado asegura que reina el orden.

Notas Relacionadas
"Nunca pensé en vivir en una pensión, pero era eso o la villa"

El encargado, los estudiantes, pibes ruidosos y otros personajes


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados