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 sábado, 24 de abril de 2004

"Los docentes también estuvimos en los techos"
Los problemas que persisten en las aulas después de la tragedia

"Fuimos los últimos en salir, estuvimos en los techos de la escuela cuando ya era la madrugada del 30 de abril, éramos docentes, alumnos, padres; a esa hora, después de pasar mucha angustia, nos vinieron a buscar en las lanchas".

Ana María Salgado, directora de la Escuela Monseñor Vicente Zazpe, ubicada en el barrio Santa Rosa de Lima, a unos 600 metros al este del río Salado, recuerda con mucha emoción lo que fueron aquellas jornadas de dolor y luto que provocó la inundación. En el lugar "apenas si asomaban los techos", porque el agua cubrió la zona hasta una altura de seis metros. A las semanas, cuando aún el río no se había terminado de retirar, Ana María volvió a la escuela para empezar a recuperar lo poco que el agua no había perdonado. A un año de aquella experiencia límite, los problemas aún persisten.

A la escuela concurren casi 700 alumnos, de distintas edades y para diversas disciplinas, porque en ella se imparten diversas modalidades de enseñanza, que incluye a niños del jardín de infantes hasta adultos que concurren al Centro de Alfabetización. Salgado aspira a que la escuela se transforme en instituto y sea un centro educativo esencial para un barrio afectado por múltiples carencias.

Los chicos de la EGB que van a la escuela viven en los barrios Santa Rosa de Lima, San Lorenzo, El Arenal y Barrio Alfonso, todos humildes, todos afectados por la inundación. Han dramatizado sus experiencias y comentado lo que les ocurrió a través de la expresión artística. No todos, "muchos quieren olvidar y no han faltado los que me han pedido volver •a lo de antes', es decir a las matemáticas, al lenguaje, a todo lo que era lo normal en la escuela antes de que llegara el agua".

En el establecimiento todavía persisten las heridas abiertas, como es el caso de un pabellón de baños que aún no funciona o por el problema que significa que aún la escuela no esté conectada a la cloaca de la ciudad, que corre a unos 600 metros al este. En tanto, están los pozos ciegos que han sufrido notables deterioros por la presencia del agua.

Si la escuela pudo ponerse en marcha ha sido por la notable solidaridad de la gente anónima que contribuyó a ponerla de nuevo en pie, por la tarea de docentes, alumnos, familiares, vecinos, desconocidos. Y por la ayuda recibida, de Unicef, de Italia, de Francia, de ong de Buenos Aires, de Conciencia. Falta reparar un sector del edificio "y necesitamos libros, no sólo de texto, sino cuentos, novelas, para que los chicos puedan volver a imaginar".

En bulevar Pellegrini y San Juan, cercana al Parque Garay, la Escuela Padre Catena se encuentra casi totalmente recuperada luego de haber sufrido el colapso de la inundación. Unicef, Cáritas, hasta los Futbolistas Agremiados, todos contribuyeron para que en la escuela a la que concurren 651 chicos de Villa del Parque y Villa Oculta -dos barrios marginales- las clases se dicten con normalidad.


Más testimonios
Esto es una manera de decir, por cierto, dado que a todos la inundación los hirió profundamente, tanto que hasta cinco de las docentes que allí se desempeñan figuran entre los afectados por la catástrofe. Viviana Caballero, subdirectora de la escuela a cuyo frente se encuentra Estella Capellini, comenta que "por suerte" los auxilios recibidos, que incluyeron desde guardapolvos, zapatillas y útiles escolares hasta un televisor.

Cuenta Viviana que los docentes de la escuela volvieron rápidamente al trabajo, tanto que en mayo del año pasado ya estaban reuniéndose con sus alumnos en los centros de evacuados. Admite que una de las más difíciles experiencias fue la de dictar clases en el centro que funcionó en el Predio Ferial Municipal, frente a la terminal de ómnibus, "porque allí estaba la gente más difícil". No obstante los cursos siguieron hasta que a partir de junio se pudo retornar a la escuela.

También ellos debieron recibir asistencia de psicólogos y hacer esfuerzos para superar el trance que padecieron aunque ahora, al cumplirse el primer aniversario, los recuerdos de la inundación han regresado con mucha fuerza y provocando no pocas y comprensibles angustias.

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